Cada 28 de diciembre, día de los Santos Inocentes, recorre las calles de El Ballestero (Albacete), un singular personaje: «El Blanco» con su característica vestimenta blanca, alforjas y campañilla. Su misión es recolectar dinero -también alimentos en épocas pasadas- con el fin de celebrar misas para sufragio de las ánimas benditas del Purgatorio. El Blanco o Ánima Muda responde a una promesa, quien la cumple debe observar el más estricto anonimato. Nadie lo puede reconocer, ni siquiera si es hombre o mujer.
La Feria de Albacete como todas las de Europa occidental surge en la Edad Media. La primera noticia documental data del 21 de marzo de 1325. Se trata de una carta en la que se daba cuenta del traslado de la feria de Albacete a Chinchilla mientras que aquella se repoblase.
La ciudad, como las personas que la habitan, se transforma continuamente, por eso retrotraernos al pasado y trazar una cronología de ubicaciones es difícil. Es difícil saber cuándo se formó una plaza -salvo que obedezca a un proyecto- y qué nombre le dieron los habitantes antes de que se colocaran los rótulos de las calles y existiera el nomenclátor. Su regulación comenzó en Albacete a finales del siglo XIX.
Los Archivos Históricos Provinciales se crearon en noviembre de 1931, a los pocos meses de proclamada la II República, aunque es verdad que ya desde varias décadas atrás había habido intentos de crear estos centros que recogiesen la documentación histórica, de la misma manera que se habían ido creando los museos o las bibliotecas provinciales. Por un lado, urgía ocuparse de la documentación procedente de las instituciones eclesiásticas desamortizadas, que debía depositarse en el Archivo Histórico Nacional pero que, por diversas razones, no siempre se enviaba a ese destino.
Este artículo pretende difundir y resaltar el valor patrimonial de una serie de documentos y planos originales, que se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real, relacionados con el Catastro del Marqués de la Ensenada realizado en España a mediados del siglo XVIII, cuando todavía no existía la actual división provincial. Por aquel entonces, lo que hoy conocemos como Ciudad Real formaba parte de la provincia de La Mancha. Esta documentación muestra la representación gráfica de varias localidades y paisajes de la antigua demarcación administrativa.
Como no podía ser de otra manera, la enseñanza femenina parte y evoluciona supeditada a la masculina. En su origen fueron los municipios los encargados de la educación como una competencia más bajo su control y compartida en muchas ocasiones con la Iglesia y con maestros privados. Como cualquier gasto contraído por el ayuntamiento era necesaria la licencia real que lo autorizara, por ello las primeras noticias sobre los docentes aparecen en los libros de actas y de cuentas.