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Como no podía ser de otra manera, la enseñanza femenina parte y evoluciona supeditada a la masculina. En su origen fueron los municipios los encargados de la educación como una competencia más bajo su control y compartida en muchas ocasiones con la Iglesia y con maestros privados. Como cualquier gasto contraído por el ayuntamiento era necesaria la licencia real que lo autorizara, por ello las primeras noticias sobre los docentes aparecen en los libros de actas y de cuentas. El dato más antiguo lo hemos encontrado el 2 de abril de 1524 cuando el ayuntamiento acordó el pago del salario al maestro de mozos, Alonso de Alcaraz (1). No tenemos referencias sobre la titulación o méritos exigidos para ejercer la enseñanza.

Sería Carlos III el primer monarca que aprobó las reformas encaminadas a la secularización y centralización de la enseñanza. Una Real Provisión de 11 de julio de 1771 establecía los requisitos mínimos para el ejercicio del magisterio de primeras letras. Podemos decir que se evaluaba en el propio ayuntamiento sobre doctrina cristiana, lectura, escritura y cálculo. Las pruebas se enviaban a la Congregación de San Casiano de Madrid, y, tras el informe positivo, el Consejo de Castilla expedía el título correspondiente (Cózar, 2002).

A las maestras se les daban muchas facilidades, pues sólo se les exigía un examen de doctrina y un informe de vida y costumbres. En consonancia con ello las asignaturas que recibían las niñas estaban compuestas por todo tipo de costura, aguja de media, doctrina cristiana y primeras letras (2). Por tanto, las maestras podían ejercer incluso sin título oficial, de esta forma hemos encontrado en Albacete, en 1844, a seis maestras -de un total de nueve- sin él. En 1855 los exámenes de niñas versaban sobre religión, calceta, costura, bordado, lectura, escritura, aritmética, operaciones con números enteros, gramática y geografía. Las asignaturas de los niños conllevaban mayor complejidad, se estudiaban los números enteros y quebrados, el sistema métrico decimal… (3)

Un informe redactado sobre al año 1812 nos da cuenta de la situación general de la instrucción pública en Albacete porque tras la expulsión de los jesuitas en 1767, el ayuntamiento tuvo que hacerse cargo de ella. Los centros docentes eran los siguientes: una cátedra de latinidad, una cátedra de moral (en el convento de San Francisco a cargo de sus religiosos, creada a solicitud del ayuntamiento para instruir a los seculares que querían graduarse y que asumían su mantenimiento), siete escuelas de primeras letras y dos de enseñanza para niñas. El patrono de la enseñanza masculina era el ayuntamiento, y en el caso de la cátedra de moral, el provincial del convento. La enseñanza de niñas no contaba con patrono ni con renta alguna. De las maestras se destacaba su edad, más de cuarenta años, y sus cualidades, hábiles y de inmejorable conducta. Como salario sólo percibían la cuota moderada que los padres o madres de las niñas les aportaban.

 

La Escuela Normal de Magisterio. El significado de su nombre

El paso hacia la formación moderna lo marca la Ley de 21 de julio de 1838. Con su entrada en vigor comenzó la gestión para crear una Escuela Normal de maestros en Albacete, corría el año de 1841. El nombre de «normal» hacía referencia a su carácter normativo o modélico, también al método organizativo y didáctico que servía de marco para el emergente sistema educativo. La Diputación de Albacete convocó a los alcaldes de los municipios cabeza de partido para establecerla en la capital, bajo la dirección del maestro que concluyera en aquel año los estudios en la Normal de Madrid. La apertura oficial tuvo lugar en el año 1842, La Gazeta de Madrid de fecha 11 de febrero del citado año daba cuenta de la inauguración solemnísima insertando el artículo que El Defensor de Albacete publicó sobre el acto, considerado de una importancia trascendental. El alumnado lo compondrían un alumno por cada partido judicial, el número de matriculados fue de ocho, las asignaturas eran religión y moral, gramática castellana, aritmética, geometría elemental, geografía y física experimental. El Reglamento de Escuela Normal establecía los requisitos para ser admitido como alumno: tener entre 18 y 20 años, gozar de buena salud y contar con una intachable conducta moral y política, acreditada mediante certificación del alcalde, dos regidores y el cura párroco. No se admitirían alumnos de estatura excesivamente pequeña, cortos de vista o que tuvieran defecto físico que desfigurara mucho la persona. Los profesores eran dos: el director, don José María Guillén, y un maestro para la escuela elemental de prácticas que contó con 120 niños. En el año 1844 se instaló en el edificio del convento de San Francisco, compartiendo dependencias con el instituto de segunda enseñanza y el cuartel de Caballería (4).

 

La Escuela Normal de maestras. Creación

Veinte años más tarde que la masculina, en 1862, surgió la escuela femenina, a la que se le agregó una de niñas para realizar las prácticas, dirigida por doña Encarnación Mejía, ubicada en una casa propiedad de don Pablo Medina en la calle Albarderos nº. 12. Las condiciones eran pésimas, el inmueble no reunía condiciones, ni de capacidad, ya que en el año 1873 la maestra solicitó una auxiliar para poder atender a las 366 niñas matriculadas, muchas de las cuales debían sentarse incluso en el suelo. Ni de habitabilidad, porque las baldosas estaban rotas y el ajetreo infantil multiplicaba los pedazos de barro desprendiendo una continua nube de polvo (5).  

La Escuela de maestras debió desaparecer a finales de la primera década del siglo XX y fue reabierta en 1913, los gastos iniciales correrían por cuenta de la Diputación. Al año siguiente se convocaron plazas de Geografía y Matemáticas y para el curso 1914/1915 obtuvo la de letras Josefa María Bris, con un sueldo de 2.500 pesetas (Asensio). En el curso siguiente esta profesora dirigió una obra teatral, La Gitanilla, interpretada por sus alumnas para participar en los actos del III Centenario de Cervantes (6).

 

Representación de un pasaje de "La Gitanilla" por alumnas de la Escuela Normal de maestras de Albacete, Felisa Navajas, Adela Coca, Gloria Higuera, Dolores Palomares, Concha Bello, Concha Gil, Elena y Carman Talavera, Micaela Mora y el señor García Cuenca en la velada cervantina celebrada el 25 de abril de 1916, habiendo sido preparadas  por la Directora de la Normal, señorita de Irueste y las profesoras Josefa María Bris y  Josefa Coleto. (Vida Manchega, V, número extraordinario en el III centenario de Cervantes. Agosto de 1916). AHPAB. Signatura 65.063/13.
Representación de un pasaje de "La Gitanilla" por alumnas de la Escuela Normal de maestras de Albacete, Felisa Navajas, Adela Coca, Gloria Higuera, Dolores Palomares, Concha Bello, Concha Gil, Elena y Carman Talavera, Micaela Mora y el señor García Cuenca en la velada cervantina celebrada el 25 de abril de 1916, habiendo sido preparadas  por la Directora de la Normal, señorita de Irueste y las profesoras Josefa María Bris y  Josefa Coleto. (Vida Manchega, V, número extraordinario en el III centenario de Cervantes. Agosto de 1916). AHPAB. Signatura 65.063/13.

 

Al proclamarse la República las dos escuelas normales se refundieron en una sola, instalándose en el año 1933 en el edificio de la calle Carlos IV (Dionisio Guardiola).

Si algo caracteriza las primeras décadas de las escuelas normales es la inestabilidad (supresiones y reaperturas) y la ausencia de un local específico. El ayuntamiento era el encargado de aportar las instalaciones, casi siempre inadecuadas, como las que ofrecía el antiguo convento de San Francisco. Tras una de sus reaperturas, la del año 1860, la escuela masculina de maestros se instaló en una casa alquilada en la plazuela del Hospital, nº. 1. Las escuelas agregadas para que los maestros realizasen las prácticas se encontraban en edificios separados. Por ejemplo, en 1908 la escuela de niños, ya graduada, se hallaba en la calle Padre Romano, nº. 4, en un inmueble propiedad de Francisco López Fajardo, pese a que un antiguo Real Decreto de 23 de septiembre de 1898 recomendaba que la escuela práctica se instalara aneja a la Normal (7).

En 1930 se creó por Real Orden la escuela graduada de niñas aneja a la Normal situada en la calle Carlos IV.

 

Los espacios de las escuelas públicas. El paso de escuelas unitarias a escuelas graduadas

El modelo de escuela graduada se introdujo en España en 1898 y supuso uno de los cambios más significativos de la historia de la educación porque implicaba la clasificación de niños por edades, por grados y como consecuencia de ello la necesidad de construcción de espacios ad hoc. Podemos considerar que Albacete fue de las primeras ciudades que se sumaron a este modelo educativo puesto que desde 1908 ya encontramos datos de su implantación. En 1935 el 82,4% de las escuelas primarias en España no eran graduadas (Martín, 2013).

 

Los planos de las escuelas: de unitarias a graduadas

Los planos conservados en el archivo son interesantes porque nos muestran como los arquitectos modelan el espacio de acuerdo a las demandas educativas. La misma precariedad que hemos visto en los edificios de las escuelas normales se repite en los infantiles. Las escuelas, generalmente casas alquiladas, eran espacios construidos para otro fin, de ahí las carencias. El primer proyecto de escuela municipal corresponde al año 1876, construida por el ayuntamiento en parte de solar cedido en el atrio de la iglesia de San José esquina a la calle Nueva. En el año 1909 el filántropo Saturnino López construyó para el Ayuntamiento un grupo escolar con dos aulas una para niños y otra para niñas en el paseo de la Feria.

 

1876. Proyecto de escuela unitaria de niños en un solar contiguo a la iglesia de San José, esquina con la calle Nueva. AHPAB. Signatura 381, expediente 10.
1876. Proyecto de escuela unitaria de niños en un solar contiguo a la iglesia de San José, esquina con la calle Nueva. AHPAB. Signatura 381, expediente 10.

 

1876. Proyecto de escuela unitaria de niños en un solar contiguo a la iglesia de San José, esquina con la calle Nueva. AHPAB. Signatura 381, expediente 10.
1876. Proyecto de escuela unitaria de niños en un solar contiguo a la iglesia de San José, esquina con la calle Nueva. AHPAB. Signatura 381, expediente 10.

 

En el año 1915 la escuela graduada de niñas, que venía existiendo al menos desde el curso 1913-1914 , se instaló en la calle del Rosario nº. 11 y sus condiciones mejoraron considerablemente. El arquitecto municipal, Daniel Rubio, valoraba el local más que capaz para ampliar incluso otros dos grados sobre los cuatro ya existentes y casa habitación para tres nuevas maestras (9).

 

1911. Niños y niñas a la salida de la escuela unitaria construida en 1909 por el filántropo y concejal don Saturnino López en el paseo de la Feria, frente a la plaza de toros. AHPAB. Fondo Julián Collado.
1911. Niños y niñas a la salida de la escuela unitaria construida en 1909 por el filántropo y concejal don Saturnino López en el paseo de la Feria, frente a la plaza de toros. AHPAB. Fondo Julián Collado.

En 1917 se inició el expediente para construir un edificio específico para dos escuelas graduadas de niñas y niños en un solar que el ayuntamiento poseía en la calle del marqués de Villores esquina Carlos IV (hoy en día calle Dionisio Guardiola, edificio de Correos). Es el primer edificio construido ex profeso. La obra de planta baja se concluyó en 1919, sin embargo, debió quedarse pequeña porque en 1924, el arquitecto municipal, don Julio Carrilero, proyectó su ampliación, añadiéndole una planta superior. El edificio con mayor capacidad alojaría la escuela femenina (a la derecha) y masculina (a la izquierda) a partir de 1926. Cada una de las dos secciones contaba con habitación del conserje, baño, sala de profesores, sala de espera, dirección, archivo, secretaría, biblioteca, aula de ciencias físico-naturales, aula de dibujo, laboratorio de química, gabinete de física e historia natural y cuatro aulas más, así como una sala de labores para las mujeres y un salón de actos en mitad del solar (Peralta, 2006).

 

1917. Fotografía de las Escuelas graduadas de niños y niñas en la calle Carlos IV (Fondo Julián Collado del AHPAB).
1917. Fotografía de las Escuelas graduadas de niños y niñas en la calle Carlos IV (Fondo Julián Collado del AHPAB).

 

Proyecto de Julio Carrilero del año 1924 sobre ampliación del colegio mediante una segunda planta. AHPAB. Signatura 381, expediente 3.
Proyecto de Julio Carrilero del año 1924 sobre ampliación del colegio mediante una segunda planta. AHPAB. Signatura 381, expediente 3.
Fotografía final del edificio de escuelas graduadas y Normal de maestros. Colección particular.
Fotografía final del edificio de escuelas graduadas y Normal de maestros. Colección particular.

 

Notas:

  1. AHPAB. Libro de actas, signatura 92.
  2. AHPAB. Signatura 382, expediente 6.
  3. AHPAB. Signatura 383, expediente 11.
  4. AHPAB. Signatura 382, expediente 4. Toda la información procede este expediente.
  5. AHPAB. Signatura 382, expediente 5.
  6. AHP. Signatura 65.063. Fondo fotográfico Julián Collado.
  7. AHPAB. Signaturas 380 y 381.
  8. AHPAB. Signatura 383, expediente 2.
  9. AHPAB. Signatura 382, expediente 5.

 

Bibliografía:

 

  • CÓZAR GUTIÉRREZ, Ramón: “La secularización de la enseñanza en Albacete a partir de la expulsión de los jesuitas" en Revista de Historia Moderna: Anales de la Universidad de Alicante, nº. 20, 2002.
  • ASENSIO RUBIO, Francisco: “La enseñanza primaria y las normales en Castilla-La Mancha. Siglos XIX-XX”. En La Albolafia: revista de Humanidades y Cultura. Recuperado en http://dialnet.unirioja.es [consulta 16/02/2021].
  • MARTÍN ZÚÑIGA, Francisco, SANCHIDRÁN BLANCO, Carmen: “El paso de escuelas unitarias a escuelas graduadas: planos de escuelas en Málaga (1879-1916)”. En La Constitución de Cádiz. Genealogía y desarrollo del sistema educativo liberal: XVII Coloquio Nacional de Historia de la Educación. Cádiz, 9-11 de julio de 2013.
  • PERALTA JUÁREZ, Juan: “Aulas y pupitres Aulas y pupitres. El edificio y el menaje escolar a través del tiempo”. En Cuadernos del Museo Pedagógico y de la Infancia de Castilla-La Mancha, 2006

Autora: Elvira Valero de la Rosa. Directora del Archivo Histórico Provincial de Albacete. 

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