La Edad Media es una de las épocas más fascinantes para nosotros. En el siglo V lo que hoy llamamos Europa todavía se parecía más al antiguo Imperio Romano. A principios del XVI, nuestro continente está ya conformado casi como hoy. La organización política, los referentes culturales e ideológicos, los idiomas, la vida cotidiana… casi todo lo que hoy entendemos por “civilización occidental” se formó en este milenio.
Además, en la Edad Media empiezan a aparecer documentos escritos en número suficiente para que se conserven en los archivos. En el Archivo Histórico Provincial de Toledo, los documentos más antiguos datan de principios del siglo XIII. Y, desde entonces, cada vez en mayor número, nos traen los testimonios de las personas que vivieron y trabajaron en nuestra tierra y que, de alguna manera, nos han hecho como somos hoy.
A través de este artículo os acercamos a algunos de esos documentos que se encuentran en el Archivo.
En primer lugar, los reyes y grandes nobles, representados por el color rojo. Hemos expuesto sus sellos, sus firmas y sus signos de poder. Desde luego, los más llamativos son los dos privilegios rodados, que presentan bien visibles las “rotas” o signos redondos de los reyes. Uno de ellos es la carta puebla de Añover de Tajo, de 1222, y el otro es, además, el documento más antiguo de nuestro archivo: la donación de amplios territorios que Alfonso VIII dio al monasterio de San Clemente de Toledo en 1204. Pero también aparecen firmas manuscritas, empezando por la de Juan II, sin que puedan faltar las de los Reyes Católicos. Todos ellos escriben “Yo el Rey” o “Yo la Reina”, nunca su nombre. Y, por supuesto, acompañados de sus sellos, de los que, además de los monarcas citados, mostramos uno de Enrique IV.
Estos documentos llaman la atención por su forma externa, pero en realidad son relativamente escasos los documentos medievales que incluyen signos especiales o adornos. Tanto los materiales de escritura (pergaminos, tintas) como las habilidades para escribir o leer son escasos y hay que aprovecharlos al máximo. Por eso a veces encontramos informaciones muy interesantes en documentos poco llamativos. Por ejemplo, en un pequeño papel se hace referencia directa a los gastos hechos en Ocaña “por albricias de la pelea de Montiel, que dixo que vençió nuestro señor el Rey”, en referencia a la famosa batalla de Montiel (1369) en la que Enrique II mató con sus propias manos a su medio hermano Pedro I.
Junto con los reyes, los grandes nobles también acumulaban un poder muy considerable, que se refleja, por ejemplo, en sus cuentas. Nuestra exposición muestra un grueso cuadernillo en el que se inventarían las posesiones del cardenal Pedro González de Mendoza, uno de los personajes más poderosos de su tiempo. La primera página está dedicada a las reliquias, de gran valor no solo material sino sobre todo simbólico: una espina de la corona de Cristo, otra “de veste inconsutili Christi”, otra de la Sábana Santa, etc. Similar en cuanto su finalidad es también el cuderno con las medidas de las posesiones inmuebles del monasterio de Santa Clara de Toledo, donde se relacionan y describen con todo detalle las casas, tiendas, altillos y todo tipo de habitáculos por los que este convento recibía alquileres.
El documento de Santa Clara nos introduce en el otro gran poder de la época medieval: la Iglesia. Nuestro archivo conserva sobre todo documentación procedente de monasterios toledanos, en particular el de San Clemente. Ya se ha mencionado el privilegio rodado de 1207, y ahora hay que añadir un llamativo documento en el que se deslinda una de las posesiones aludidas por el privilegio, en concreto el término de Azután. En el deslinde interviene, además del representante del monasterio, el del concejo vecino de Talavera y, además, al alcalde mayor de Toledo a modo de mediador. Las tres partes ponen su sello. Hoy estos sellos, que estaban pendientes, se han perdido, pero se conservan los restos de los vínculos de colores con que se fijaban al documento; estos colores son los que han inspirado los tres recorridos temáticos de nuestra exposición, aunque en realidad no es posible decir a cuál de los tres firmantes corresponde cada color.
Este documento, que es el que hemos elegido también como imagen para la exposición, presenta la característica de una firma en aljamiado, es decir, en castellano escrito con caracteres árabes. Este tipo de firmas son características de los mozárabes toledanos hasta el siglo XIV. Además del deslinde de Azután, estas firmas aparecen, por ejemplo, en el traslado de un albalá de Fernando IV otorgando amplias exenciones fiscales al monasterio de San Clemente en 1309.
Y, por supuesto, no podemos dejar de mencionar el que, sin duda, es el documento estrella de la exposición. Se trata de un espectacular conjunto de tres pergaminos cosidos que conforman un documento de dos metros y medios de longitud. En realidad, son dos documentos relativos al mismo asunto, el censo que el monasterio de San Clemente pagará a la encomienda de las Casas de Talavera de la Orden de Calatrava por unas tierras en Azután. Además de su tamaño, este documento es revelador de algunos detalles burocráticos significativos, como las precauciones de los notarios para garantizar que las costuras no se han alterado, o la necesidad de que el deán de la Catedral autorizase a las monjas para realizar la transacción.
En fin, la última línea temática de la exposición está dedicada a los dos minorías religiosas y sociales más significativas de la Edad Media, los judíos y los musulmanes. Aquí, la documentación es, de nuevo, poco espectacular por su forma externa, pero con algunos datos muy singulares. Por ejemplo, encontramos a una viuda judía de Talavera que vende su casa a un cristiano en 1467 y, de acuerdo con las costumbres del momento, debe jurar que ha recibido toda la cantidad adeudada. Normalmente estos juramentos se hacían sobre los Evangelios o sobre una cruz, pero obviamente en este caso eso no tendría fuerza, así que ella jura “por el nombre del Criador bivo verdadero que fiso çielo e tierra e mar e arenas e abrió la mar por dose carretas e dio la Ley a Moysén en el monte de Synaí e lo escribió con su dedo en tablas de piedra e por los diez mandamientos de la Ley”. Estas fórmulas no son demasiado habituales en los documentos. Además, no debe olvidarse que la que efectúa la transacción es una mujer, actuando por cuenta propia y sin necesidad de autorización de ningún varón, lo que dice mucho sobre la situación real de muchas mujeres en la Edad Media.
No menos interesante es el pequeño recibo que hacen Yudá Alocanén y don Mosén Bachaloli, arrendadores de las alcabalas de Maqueda, en favor de Baruc Alocanén, quizá pariente del primero, en 1464. Además de ser una transacción comercial entre judíos, sin intervención de cristianos, está firmado por dos de los intervinientes. Uno de ellos, Yudá, es claramente reconocible pero la firma del otro nos resulta ilegible.
En suma, estamos ante una pequeña pero muy sustanciosa muestra de documentos medievales que, como es costumbre en el AHPTO, hace hincapié en la vida cotidiana, sin desdeñar, sin embargo, , a los grandes personajes.
Autor: Carlos Flores Varela, Director del Archivo Histórico Provincial de Toledo
juan antonio s… el Dom, 17/12/2023 - 18:13
La historia es la riqueza QUE SE PUEDE DEJAR A FUTURAS GENERACIONES