Curiosidades de los Parques Arqueológicos de Castilla-La Mancha
Los Parques Arqueológicos existentes en Castilla-La Mancha son unos espacios físicos dentro de los cuales, sin perjuicio de la concurrencia de otros valores culturales o naturales, confluyen necesariamente los siguientes factores:
- La presencia de uno o varios bienes de interés cultural declarados, con categoría de Zona Arqueológica, conforme a la legislación de Patrimonio Cultural vigente.
- Unas condiciones medioambientales adecuadas para la contemplación, disfrute y comprensión públicos de las mencionadas Zonas Arqueológicas.
Castilla-La Mancha cuenta con cinco Parques Arqueológicos, uno por cada provincia que forma la Comunidad. A través de ellos podemos acercarnos a diferentes etapas de la historia, y a través de este artículo queremos acercarte a alguna de sus curiosidades.
EL Parque Arqueológico de Carranque está constituido en torno a una villa romana que se encuentra a 5,3 kms. de distancia del municipio de Carranque (Toledo), y es mayormente conocido por sus Mosaicos de la Villa, lo que lo convierte en uno de los conjuntos más importantes de la Península Ibérica, siendo una de las joyas arqueológicas de Castilla la Mancha.
Sin embargo, también se descubrió una cubierta de sarcófago decorado con el relato bíblico de Jonás que, desde 2012, se expone en el Museo de los Concilios y la cultura visigoda de Toledo.
Cubierta de mármol de Estremoz (Portugal) de finales del siglo IV d.C.
La cubierta de sarcófago del Ciclo de Jonás, es un magnífico testimonio de los talleres escultóricos hispanorromanos de finales del siglo IV d.C., como han demostrado el estudio estilístico y el análisis arqueométrico realizado al mármol en el que fue elaborada la pieza y que confirma que procede de las canteras portuguesas de Estremoz, principal mármol hispano explotado durante el periodo romano, como ha demostrado el estudio realizado por parte del equipo de investigación del yacimiento y que está disponible en esta la revista científica para quien quiera saber más.
La pieza fue hallada durante la campaña de excavaciones desarrolladas en el yacimiento en 2009 centrada en el estudio de la necrópolis de época visigoda asentada, en los siglos VI y VII d.C., sobre los restos del antiguo palacio tardorromano de finales del siglo IV d.C. En concreto, la cubierta de sarcófago sirvió, en el siglo VII, para cubrir una tumba infantil de un niño de entre 11 y 13 años. No obstante, hay que destacar que la pieza formó parte originariamente, en el siglo IV d.C., de un enterramiento de un adulto dado que las dimensiones (218 X 68 cm) así permiten indicarlo. De este modo, podemos afirmar que la cubierta de sarcófago con el ciclo de Jonás de Carranque cubrió, en el siglo IV d.C., una caja de sarcófago en la que se enterró un importante personaje –quizás el dominus de la villa o un miembro de su familia- que, sin duda, era cristiano como demuestra la iconografía del ciclo de Jonás elegida para decorar la cubierta del sarcófago. Ya en época visigoda, en los siglos VI-VII, la pieza fue trasladada desde su lugar original -quizás el edificio funerario situado a 70 m de la casa de Materno- hasta el edificio palacial donde se encontraba en esos momentos una amplia necrópolis. En su último uso, también funerario, la cubierta protegió los restos de un niño cuya importancia en la comunidad visigoda queda atestiguada por la selección de esta destacada pieza y su cuidado traslado hasta el lugar de enterramiento final.
Interpretación del ciclo de Jonás. Simbolismo.
La decoración con el ciclo de Jonás se concentra en la pestaña del frente de la cubierta donde se desarrollan, en bajorrelieve, tres escenas del ciclo del profeta del Viejo Testamento Jonás (Jonás 1-4). En el extremo izquierdo, se representa el momento en el que los compañeros de travesía de Jonás, y con la esperanza de calmar la tempestad desatada por la ira divina, arrojan al mar a Jonás que es devorado por un monstruo marino (kethos), la parte central está ocupada por el monstruo que, tras tres días y tres noches, expulsa a Jonás de su interior. En la tercera y última escena que aparece en el extremo derecho, se representa a Jonás descansando, desnudo, bajo la sombra de una planta trepadora, una vez cumplido el mandato divino de Nínive.
El mensaje de las escenas representadas supone un claro símbolo de salvación que se produce gracias al arrepentimiento que siguió a la desobediencia del mandato divino. De igual modo, se advierte un evidente trasfondo de muerte y resurrección, muy propio del contexto escatológico con el que debemos relacionar la cubierta de un sarcófago, en el que, tras las penurias terrenales y la muerte, llega el juicio divino y, tras el perdón de los pecados, el Paraíso.
Prefiguración de Cristo en el Alto Imperio Romano. Jonás y la ballena.
El uso de la iconografía cristiana en los ámbitos funerarios en el Imperio romano se fue extendiendo cada vez más, sobre todo desde que el cristianismo se convirtiera en la religión oficial.
La representación plástica del ciclo de Jonás aparece en los primeros tiempos del cristianismo ligada al arte funerario practicado en las catacumbas y en los sarcófagos, así como en otros objetos vinculados de algún modo a los ritos funerarios. A partir del siglo II aparecen los primeros ejemplos, que serán numerosos hasta la Paz de la Iglesia, prolongándose en los siglos IV y V, siempre como símbolo de resurrección.
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El Parque Arqueológico de Recópolis está formado por los yacimientos arqueológicos de la ciudad visigoda de Recópolis y la ciudad andalusí de Zorita con su alcazaba, (después convertida en Castillo). Dista una de otra escasamente 1,5 km., siguiendo la ribera del río Tajo, en su margen izquierda, a la altura del municipio de Zorita de los Canes en Guadalajara.
Fue un lugar estratégico de comunicación dominando una amplia vega agrícola y la sierra de Altomira. Parte de la importancia que esta ciudad tiene, deriva por ser un ejemplo excepcional de fundación “ex novo” de nueva planta en época visigoda y una oportunidad irrepetible al encontrarse intacta, completa y disponible para la investigación.
La calle principal de la ciudad de Recópolis estaba destinada a actividades de carácter comercial y artesano. Albergaban nueve tiendas y sus correspondientes talleres, alguno de los cuales, según los restos arqueológicos excavados, estuvo dedicado a la producción y comercialización de objetos de vidrio, piezas de orfebrería y a la venta de bienes de prestigio producidos en todo el ámbito mediterráneo.
Destaca el taller de vidrío soplado, donde se han localizado restos de un horno en la parte trasera de la tienda donde se comercializaban los objetos.
Otro de los talleres constatados en Recópolis es el de orfebrería, gracias al hallazgo de útiles para la fabricación de objetos de prestigio, como anillos, pendientes y colgantes.
Los moldes de piedra caliza encontrados ilustran el proceso de fabricación de un pendiente de bronce. El metal se fundía, por medio del calor del horno, en un crisol y se vertía en el molde con ayuda de unas tenazas. Este metal líquido llenaba los surcos tallados en la piedra que configuraban el diseño del pendiente. Una vez vertido, de dejaba enfriar y se separaban las dos partes del molde, obteniendo un objeto listo para pulir.
Destaca un colgante en forma de hoja con argolla de suspensión y estilo naturalista señalando los nervios de la hoja, realizado en oro del siglo VI-VII d.C, que puedes encontrar en el Museo de Guadalajara.
En diferentes tiendas de esta zona comercial se vendían bienes de prestigio como vajillas cerámicas de lujo, perfumes, vino y aceite de primera calidad, procedentes de las zonas económicamente más dinámicas del Mediterráneo, en esa época, como el norte de África, Próximo Oriente y el área de Constantinopla.
Algunas de estas piezas pueden verse en el Museo de Guadalajara.
El tesorillo de Recópolis
El 12 de septiembre de 1945, el siguiente al inicio de los trabajos del famoso arqueólogo, Juan Cabré, sobre la superficie del Cerro de la Oliva, donde asentó en tiempos visigodos la ciudad de Recópolis, se encontró uno de los pocos conjuntos monetarios visigodos que ha llegado hasta el presente, el tesoro de Recópolis, integrado por noventa tremises de oro que fueron depositados bajo el pavimento del baptisterio de la basílica durante su construcción en los años 578-579 d.C y que se encuentra en el Museo Arqueológico Nacional.
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El Parque Arqueológico de Alarcos está formado por un núcleo localizado en el yacimiento de Alarcos y su entorno y el yacimiento arqueológico visitable denominado Calatrava la Vieja.
Alarcos se trata de un “oppidum ibérico”, de adscripción cultural dilatada, que abarca desde la Edad del Bronce hasta el final de la Edad Media. El lugar se ubica a 8 kms. al Noroeste del casco urbano de Poblete (C.Real), localidad más cercana, aunque pertenece al término municipal de Ciudad Real y está situado sobre el cerro que le da nombre.
El poblado de Alarcos íbero contaba con un santuario urbano en el que han aparecido más de 70 exvotos de bronce. Estos objetos eran ofrendas que los iberos hacían a la divinidad para pedir favores tales como fertilidad o sanación de alguna enfermedad, entre otros. Curiosamente, en la ermita de la Virgen de Alarcos situada en el mismo yacimiento, también se conservan exvotos recientes con el mismo significado.
Pueden verse algunos en el Museo de Ciudad Real.
Alarcos medieval
Durante las excavaciones del castillo de Alarcos se halló una flauta, elaborada a partir del hueso de un buitre y datada en los siglos XII-XIII. Esta flauta se ha reproducido y con ella el músico medievalista Eduardo Paniagua ha publicado dos discos, uno con el título de "la batalla de Alarcos 1195" y "la flauta de Alarcos". Dentro del disco de la batalla sobresale la canción andalusí titulada "nana de Alarcos" que está interpretada con la flauta.
La batalla de Alarcos entre las tropas cristianas y las musulmanas tuvo lugar en el Campo de Batalla que hay a los pies del Cerro de Alarcos en 1195. Como resultado de la misma se ha documentado la única “fosa de despojos” existente en España. Se trata de una fosa común en la que se depositaron los restos humanos y de animales al final de la batalla. En ese momento era la fosa de la muralla, que se encontraba abierta.
Entre los restos destaca la presencia de un burro con sus aguaderas, que fue abatido por más de 50 flechas.
También se documentó el cadáver de un soldado, que llevaba en el estómago dos monedas de oro, que se había tragado para no perderlas. O varios dados de barro como los de la fotografía.
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El Parque Arqueológico de Segóbriga está constituido en torno a la ciudad romana de Segóbriga, situada en el término municipal de Saelices, en el extremo Suroccidental de la provincia de Cuenca, a unos 4 kms. de este núcleo de población, en dirección Sur.
Este enclave sería Inicialmente un castro celtibérico. Tras la conquista romana, a inicios del siglo II a. C. se convirtió en un oppidum o ciudad celtibérica. Tras las Guerras de Sertorio, hacia el 70 a. C. pasó a controlar un amplio territorio como capital de toda esta parte de la Meseta, cuando Plinio la consideró “caput Celtiberiae” o inicio de la Celtiberia.
El 16 de noviembre de 2004 se produjo, sin duda, el hallazgo escultórico más excepcional de las excavaciones del espacio público de Segobriga. En el interior de la basílica del foro se recuperaron un total de siete estatuas fechadas a mediados del siglo I d. C., tres masculinas y tres femeninas, más un fragmento que formó parte de una séptima. Todas estaban talladas en mármoles blancos extraídos de las canteras italianas de Luni y las griegas de la isla de Thasos y monte Pentélico.
Se encontraron alrededor de un monumento situado en la nave central del edificio, aunque las esculturas fueron desplazadas y amontonadas aquí durante los trabajos de expolio del suelo original de la basílica en el transcurso del siglo IV d. C.
Su ubicación original fue un espacio reservado en el interior de la basílica para la veneración del emperador como un dios denominado Augusteum. El conjunto estatuario fue erigido en honor de distintos miembros destacados de la familia imperial julioclaudia.
Una de estas estatuas posiblemente representó a Nerón con indumentaria militar, que se exhibe hoy en el Centro de Interpretación del Parque Arqueológico de Segóbriga (Saelices, Cuenca).
La imagen fue tomada el 18 de noviembre de 2004 al término de la excavación del conjunto escultórico hallado en la basílica forense de Segobriga (Foto: R. Cebrián)
Las excavaciones arqueológicas realizadas entre los años 2006 y 2009 en Segobriga evidenciaron la destrucción de más de un centenar de sepulturas de una necrópolis romana situada bajo el edificio de espectáculos destinados a carreras de carros. El día 16 de agosto de 2006 se descubrieron tres grandes pedazos, caídos y rotos, de la estela funeraria de una esclava de nombre Iucunda, cuyo monumento funerario fue desmantelado durante las obras de construcción del circo.
La parte superior de la estela contiene la representación escultórica en relieve de la difunta, sentada y tañendo una cítara. Debajo y enmarcado por molduras se encuentra un texto métrico dedicado a la difunta, que dice:
"Gravemente enferma a los quince años, y con un año más a cuestas, sucumbí derrotada a mi destino. La lamentable causa de mi muerte prematura es tal que podría turbarte el corazón, lector; pero es preferible estar acabada ya y descansando bajo piadosa morada a que las acometidas de la enfermedad estuvieran destrozando violentamente mi cuerpo: entonces era yo molesta para mí misma e insoportable –no digamos– para los demás; ahora, en cambio, estoy libre de preocupaciones enterrada bajo un ligero césped. ¡Ay de vosotros, padres, a quienes embarga ahora la inquietud por mí! ¡Ay de ti, esposo a quien quiero más que a mí misma, adiós para siempre! Que a mí la tierra me sea ligera, que a vosotros las divinidades os sean favorables, y que Febo sea propicio al poeta como antes lo fue para mí".
Una copia del monumento original de Iucunda puede verse en la visita al Parque Arqueológico de Segóbriga.
La imagen fue tomada el 24 de agosto de 2006. Al darle la vuelta a uno de aquellos pedazos apareció la citareda Iucunda. (Foto: R. Cebrián)
Los trabajos arqueológicos recientes que se desarrollan en Segobriga se centran en la exhumación de varios monumentos funerarios de la necrópolis septentrional. Un georradar en 2015 reveló la existencia de estructuras funerarias ocupando uno de los márgenes de la vía de entrada a la ciudad más importante, la que llegaba desde Carthago Nova.
Desde entonces se trabaja cada verano en cortas pero intensas campañas de excavación que han documentado hasta la fecha seis mausoleos, que conservan la planta completa pero nada de su alzado pues fueron desmantelados en época tardoantigua para el reaprovechamiento de sus materiales en nuevas construcciones. A pesar de ello, los elementos de decoración arquitectónica y escultórica recuperados en el proceso de excavación ayudan a reconstruir su estructura decorativa y su adscripción a modelos foráneos, del ambiente itálico. Los paralelos de la organización y desarrollo de la necrópolis de Segobriga se encuentran en Aquileia, Isola Sacra y Pompeya.
La última imagen aérea de la necrópolis fue tomada el último día de los trabajos de campo de la campaña de excavaciones del año 2019 en Segobriga (Foto: R. Cebrián)
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El Parque Arqueológico del Tolmo de Minateda está configurado en torno al yacimiento del mismo nombre, tratándose de un asentamiento humano con una dilatada adscripción cultural que arranca desde la Edad de Bronce y llega hasta el S. XX. Está enclavado en término municipal de Hellín, en el Sureste de la provincia de Albacete, lindando con Cieza (Murcia), sobre un cerro amesetado (“muela”), de 500 mts. de altura, con laderas abruptas que limitan el acceso a un camino natural, “El Reguerón” que lo hace fácilmente defendible. Posee un desnivel respecto a su entorno más próximo (Rambla de Minateda) de 50 mts.
En el Parque arqueológico del Tolmo de Minateda se encuentra la primera catedral de Albacete. Habían pasado más de 500 años desde que Lucio Domicio Ahenobarbo dedicara la muralla de la ciudad al emperador Augusto. La floreciente Pax Romana había hecho decaer el valor estratégico de la ciudad y sus habitantes habían preferido trasladar sus casas a las villas más cómodas situadas junto al rio. El antaño floreciente municio romano debía presentar un aspecto ruinoso y despoblado, pero la historia habría de devolverle su importancia. A mediados del siglo VI de nuestra era se vivían tiempos agitados en Hispania, ya que el Reino visigodo de Toledo y su rival, el Imperio bizantino, pugnaban por el control de la región. En ese ambiente de hostilidad, la vía que unía las capitales de ambos reinos, Toledo (Toletum) y Cartagena (Carthago Spartaria) volvía a ser importante y con ella resurgió la ciudad que la dominaba.
A finales del siglo VI la corte toledana decidió revitalizar la ciudad, dotándola de nuevas murallas y edificios públicos. El camino rodado tallado en la roca penetraba en la ciudad a través una nueva puerta fortificada, construida con las piedras de los viejos monumentos romanos (entre ellos los sillares de la inscripción conmemorativa de Lucio Domicio Ahenobarbo). La ciudad, ahora llamada Eio, surgió como la cabeza de una nueva sede episcopal para administrar los territorios conquistados de la diócesis de Ilici (La Alcudia de Elche) que permanecía aún bajo dominio bizantino. El nuevo obispo debía administrar la ciudad y sus territorios con ayuda del comes y así se hizo, acudiendo desde entonces sus titulares a los concilios toledanos, primero como obispos titulares de Eio y más tarde también de Ilici, cuando esta fue recuperada.
En la parte alta de la ciudad, en las inmediaciones de donde debió estar el antiguo foro, se erigió uno de los edificios más importantes de la nueva ciudad visigoda: la catedral. Esta era una gram basílica de tres naves, con un ábside al este y un baptisterio a sus pies, en el oeste. En este último el obispo bautizaba a los fieles durante la Pascua en un suntuoso ceremonial que incluía procesiones y canticos del clero dispuesto en los espacios reservados (coros). La iglesia estaba ornada con cortinajes y lámparas de las que se han conservado restosy disponía de objetos litúrgicos suntuosos. Alrededor de la iglesia y en algún caso en su interior se enterraron los personajes más destacados de la ciudad y al norte de la misma, al otro lado de una plaza con pórtico de entrada, se disponía el palacio episcopal, residencia y centro administrativo del episcopado, del que se ha conservado una gran aula y numerosas estancias.
La iglesia fue respetada tras la conquista musulmana en el marco del Pacto de Teodomiro, que garantizaba el mantenimiento del culto cristiano hasta mediados del siglo VIII, pero fue paulatinamente abandonada y expoliada en parte, acogiendo viviendas particulares, mientras que el palacio o parte de él debió utilizarse como residencia de los nuevos gobernadores musulmanes. El tiempo y las nuevas viviendas de Madinat Iyyuh (la ciudad de Eio, Madinatea o Minateda) terminaron por hacer olvidar la que fue la primera catedral de Albacete, que ahora hemos recuperado.
El Tolmo de Minateda fue un importante centro en época Ibero-Romana, convertido en municipio romano en época de Augusto, seguramente con el nombre de Ilunum, que tras un paréntesis resurgió como centro urbano en plena época visigoda. De esta fase, los trabajos han exhumado espectaculares restos funerarios, defensivos y epigráficos, como la monumental inscripción conmemorativa de la puerta amurallada.
En el Parque arqueológico del Tolmo de Minateda destaca el hallazgo de una inscripción romana conmemorativa, en la que podemos encontrar referencia al propio emperador Augusto y a otros miembros de la familia imperial, como Lucio Domicio Ahenobarbo y el cónsul Nerón Claudio Druso, datada en el año 9 a.C.
La elaboración de la inscripción se lleva a cabo dentro de un programa de monumentalización que conmemora la concesión del estatus de municipium al antiguo oppidum situado en El Tolmo de Minateda. Esta inscripción estaría empotrada en la muralla augustea, formando parte, seguramente, de la puerta monumental. La hipótesis para la restitución del texto completo de la inscripción es:
Imp(erator) · Caesar · Augustus · [pont(ifex) · max(imus) · trib(unicia)]
potest[ate · XV · c[o(n)s(ul) · XI · imp(erator) · XIII · murum · et · portam dedit]
[Iluni]tani s · o[(b). insignem fidem eorum]
[L(ucius) · Domitius · Ahe]nobarbu[s · leg(atus) · [eius] pr(o) · pr(aetore) · d(edicavit)]
Ner[one· Cla]udio · Druso [· et T(ito) · Quinctio · Crispino · co(n)s(ulibus)].
Traducción
El emperador César Augusto, pontífice máximo, cónsul once veces, aclamado como imperator en trece ocasiones, durante su tribunicia potestad número quince concedió un muro y una puerta a los ilunitanos a causa de su probada fidelidad. Lo dedicó Lucio Domicio Ahenobarbo, su legado propretor, el año en que fueron cónsules Nerón Claudio Druso y Tito Quinctio Crispino.
Corresponde al año 9 a.C.
El sillar apareció formando parte del derrumbe del baluarte de la muralla de época visigoda, pues una vez que la muralla augustea queda en desuso, los visigodos reutilizan gran parte de sus sillares para la construcción de su propia fortificación.
El nombre de la ciudad en época romana es problemático, ya que no existe evidencia documental de cuál pudo ser. No obstante, la hipótesis es que, de los nombres conocidos por las fuentes antiguas, probablemente el que tuvo este municipio romano fue el de Ilunum, citado por Ptolomeo.
Dejando el nombre aparte, lo que es evidente es que hacia el cambio de Era esta ciudad es un municipio que regía un territorio amplio: limitaba con los de Ilici (Elche, Alicante) por el este, Carthago Noua (Cartagena) y Begastri (Cehegín) por el sur, una ciudad de nombre desconocido ubicada en la zona de Los Villares de Elche de la Sierra y Libisosa (Lezuza) por el oeste y Saltigi (Chinchilla) -en el caso no comprobado de que fuera realmente una ciudad; si no, limitaría con el territorio de Segobriga- por el norte.
El Tolmo de Minateda es un yacimiento multiestratificado. Fue poblado de la Edad del Bronce, oppidum ibérico, el municipio romano de Ilunum, ciudad visigoda con el nombre de Eio, y finalmente Madinat Iyyuh islámica. A esto se añaden las viviendas semirupestres de época contemporánea.
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