El día del Corpus puede considerarse como uno de los más solemnes y grandiosos de cuantos festejos se celebran en Castilla-La Mancha, casi no hay un pueblo o aldea que no se sume a esta festividad. En muchos lugares de nuestra comunidad autónoma es una fiesta de especial relevancia. El Corpus es la fiesta barroca más representativa de nuestra región. Forma parte de la cultura popular y su arraigo entre nosotros ha ido afirmándose con el paso del tiempo. Hay diferencias en esta manifestación ritual-festiva litúrgica entre el mundo rural y el urbano, siendo más acelerada la transformación en este último. Existen características particulares en distintos lugares de nuestra comunidad que van desde la suntuosidad de corte estamental a otras festividades de carácter más popular.
Específicamente, el Corpus Christi es el jueves que sigue al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera del hemisferio norte. O bien, el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad, que a su vez tiene lugar el domingo siguiente a Pentecostés (es decir, el Corpus Christi se celebra 60 días después del Domingo de Resurrección).
Esta fiesta surgió en la Edad Media, cuando en 1208 la religiosa Juliana de Cornillón promovió la idea de celebrar una festividad en honor al cuerpo y la sangre de Cristo presente en la Eucaristía. Se celebró por primera vez en 1246 en la Diócesis de Lieja (Bélgica). Fue instituida como fiesta litúrgica el 8 de septiembre de 1264 por el papa Urbano IV mediante la bula “Transiturus hoc mundo”. En el Concilio de Vienne de 1311, el Papa Clemente V dará las normas para regular el cortejo procesional en el interior de los templos, e incluso indicará el lugar que deberán ocupar las autoridades que quisieran añadirse al desfile.
Respecto al simbolismo del recorrido procesional hablamos de la representación de la Ciudad de Dios, de una Roma Celestial. Lo que subyace en el cortejo procesional es la idea de peregrinación. En su origen, además del desfile procesional acompañando a la Custodia, surgieron en torno a ella una serie de actos y representaciones para dar mayor realce a esta celebración. Entre éstos merecen ser destacados los autos sacramentales. Su mayor implantación se produjo en los siglos XVI y XVII para, posteriormente, ir poco a poco decayendo hasta el momento actual que se pueden considerar perdidos, quedando algunas reminiscencias.
El Corpus Christi, constituye una celebración en Castilla-La Mancha de primer orden, y cuya relevancia en algunas provincias, la elevan a la categoría de Fiesta de Interés Turístico Internacional, como el caso de Toledo, otras alcanzan la de Interés Turístico Nacional como la localidad albaceteña de Elche de la Sierra con la Fiesta de las Alfombras de Serrín, o la de Camuñas con sus Pecados y Danzantes en la provincia de Toledo, también hay catalogadas Fiestas de Interés Turístico Regional como la de Lagartera en Toledo, con sus labores y bordados, la de Hellín con la Fiesta de las Alfombras de Serrín, en la provincia de Albacete, Villanueva de la Fuente y Porzuna en Ciudad Real, y las Danzas de la Octava del Corpus de Valverde de los Arroyos en Guadalajara, además cinco de los Corpus anteriormente nombrados han obtenido la declaración de Bien de Interés Cultural Inmaterial, en definitiva una muestra significativa del valor cultural inmaterial que asocia a esta festividad.
Hoy os acercamos a esos a esos cinco Corpus Christi declarados Bien de Interés Cultural Inmaterial:
Corpus Christi de Camuñas (Toledo)
Pecados y Danzantes son un símbolo indiscutible de Camuñas, protagonistas de una fiesta de cuyo origen y significado no existen certezas absolutas. Generalmente se sitúan sus comienzos en los siglos XVI y XVII y se asocia a un momento en el que las danzas sirvieron como parte y argumento de autos sacramentales.
Las interpretaciones de esta fiesta han sido muy variadas, pero la mayoría vienen a coincidir en que se trata de una representación de la lucha del bien y el mal. Los Pecados, ricos y ostentosos, con larga vara y careta terrible simbolizan lo peor de la condición humana y se acompañan de alaridos, salvas de pólvora y el ruido de sus varas.
Los Danzantes, alegres narigudos, encarnan la bondad y el espíritu de las buenas almas y utilizan la música como expresión.
Para los vecinos de Camuñas es la expresión de una tradición firmemente arraigada que se vive en el seno familiar durante cuatro días de celebraciones, desde el miércoles de vísperas por la tarde hasta el domingo de la Octava, pasando por el jueves de Corpus y el viernes de tiznaos.
Desde que los niños hacen la primera comunión pueden formar parte de uno de los grupos, pecados o danzantes, y la tradición se vive en las casas, en grupos que preparan a conciencia la gran representación del día del Corpus.
Además de la transformación del espacio en las calles y plazas por las que transcurrirá la procesión, que comienza una semana antes de la celebración de la fiesta, el elemento vegetal cobra una mayor importancia en las dos casas donde se reúnen los Pecados y Danzantes. En cada una se colocan en la puerta grandes ramas de árboles a modo de arco, como signo indicativo de ser las casas de la Hermandad.
La Hermandad del Santísimo Sacramento “Pecados y Danzantes” lleva todo el peso de la fiesta. Su primera alusión conocida data de 1710.
Cada grupo cuenta con diferentes personajes, tiene sus normas, su jerarquía y su indumentaria. Entre los Danzantes, los tres máximos cargos reciben los nombres de Capitán, alcalde y Judío Mayor, en orden decreciente. Existen otros personajes destacados, como son la Madama, Porra, Tambor, Cordel y Tras de Guía. Hay tres puestos importantes a los que no se accede por antigüedad, sino por destreza, agilidad y/o sentido del ritmo. Éstos son los puestos de Madama (personaje que ocupa un especial protagonismo en la danza de “Tejer el Cordón”), Porra y Tambor, cargos que por su importancia en el desarrollo de la fiesta cuentan con sus suplentes correspondientes, ya que esta danza no podría desarrollarse sin la presencia de alguno de ellos.
Dentro de los Pecados hay rangos y puestos que no se distinguen por su indumentaria, ni por su actuación en el día del Corpus, sino que muestran esa diferencia y desempeñan su papel al día siguiente: el de los “Tiznaos” o de la “Horca”. Estos son los Novicios, los Ramaleros (antiguos novicios), los Cubos y los Picas, todos ellos en número par. Puestos que son designados normalmente por cuestiones de veteranía dentro de la cofradía, aunque en el caso de los dos últimos este orden no siempre se sigue de forma estricta.
Lo más relevante de esta celebración son las danzas singulares que realizan los dos grupos de Pecados y Danzantes por separado. Se puede afirmar que los rituales llevados a cabo este día son únicos y muy especiales. Los Pecados no cesarán de echar las “carreras” durante el transcurso de la procesión y en momentos puntuales. Por el contrario, los Danzantes se limitan a bailar la danza del cordón delante de la custodia, en el interior del templo y al inicio de la procesión.
Corpus Christi de Lagartera (Toledo)
EL Corpus Christi de Lagartera aúna la tradición artesanal de sus bordados, las costumbres ancestrales y la devoción religiosa.
En esta localidad toledana se produce una transformación del espacio inigualable y diferente a cualquier otro lugar. El arte efímero se manifiesta en la transformación de los espacios públicos, en las calles ricamente ornamentadas y en los altares instalados en diversos puntos del recorrido procesional, tanto en espacios abiertos como cerrados.
El despliegue de bordados hace que se configuren unos altares inigualables por su riqueza y barroquismo; hasta podríamos afirmar que en torno a ellos gira toda la fiesta. Hay que señalar la diferenciación de los espacios: los altares de las casas y los altares de los barrios que invaden terrenos públicos como son las bocacalles. Todos ellos conviven en torno al recorrido de la procesión.
Por otra parte, las fachadas suelen transformarse en narraciones de los Evangelios por medio de las imágenes bordadas en las colchas. La estructura tradicional de la disposición de la fachada consiste en colocar un bordado denominado “delantera”, que es el mismo frontal de la cama típica lagarterana, en el dintel de la puerta de la casa y, a ambos lados un par de colchas por lo general bordadas a deshilado o sobre malla, forma distintiva en que se hace el bordado lagarterano. La mayor riqueza de la decoración de las fachadas está en las colchas específicas del Corpus, porque son herencias que han pasado de generación en generación y se siguen conservando para el mismo fin.
Para ello, los preparativos comienzan la tarde anterior, cuando los hombres acuden al arroyo a recoger las hierbas con las que van a cubrir las calles la mañana siguiente. En esta transformación espacial reside precisamente la importancia de esta fiesta. Se construye una arquitectura efímera que transforma el pueblo por completo.
Cobran gran importancia las Cofradías del Santísimo, cuyos miembros tradicionalmente se ocupaban no solo de la preparación sino de participar de forma directa en el recorrido. En Lagartera, una de las primeras noticias de su existencia data del siglo XVI, siendo una de las competencias de sus hermanos llevar el palio bajo el que la Custodia recorría las calles del pueblo durante la procesión.
Junto a los miembros de la cofradía, hay que destacar el protagonismo que alcanzan todos los hombres, mujeres y niños que, vestidos a la usanza lagarterana. Año tras año son más las personas que van vestidas con el traje típico.
Por tanto, la descripción de este Corpus quedaría incompleta si no se hace al menos un somero repaso de las distintas prendas que componen estos trajes. Tal es su importancia, que se puede hablar del carácter identitario que tienen, pues no hay que olvidar que a inicios del siglo XX era vestido de forma común y aún después, en fechas recientes, ha pervivido entre la población anciana su uso.
En la procesión el traje que visten suele ser el de gala o fiesta, indumentaria que no aparece únicamente con motivo de la celebración del Corpus, sino que también se puede contemplar en la fiesta del Salvador o de la Transfiguración del Señor, o el día de la Virgen del Rosario, patrona de la villa, al igual que en las bodas o con motivo de la Confirmación donde, tanto confirmados como padrinos, pueden acudir a los actos religiosos así vestidos.
Lo cierto es que el traje lagarterano es muy antiguo y de ello da testimonio la riqueza de vocabulario que se utiliza para hacer referencia a sus prendas: “ruedo”, “vistas”, “cuendas”, ”crucetas”, ”andilgue”, “senojil”, “alforda”, “jugón” y un largo etcétera que, en muchos casos proceden de la época medieval.
Corpus Christi de Porzuna (Ciudad Real)
Dos elementos son particularmente significativos del Corpus de Porzuna, además del engalanado de sus calles: las alfombras de sal y serrín teñidos y los danzantes.
Alfombras de sal y serrín
La elaboración de las alfombras de serrín tintado comienza a las cinco y media de la mañana. Unas 150 personas preparan estas auténticas obras de arte que llenan de colorido las calles por donde pasará la procesión, transformando a Porzuna en un museo al aire libre. Junto a ellas se montan también altares adornados con plantas aromáticas, mantos y cojines bordados, al tiempo que se engalanan profusamente calles y balcones.
Los danzantes
También hay que destacar el protagonismo que adquiere la danza, que es ejecutada durante toda la procesión por un grupo de doce danzantes, o “danzarines", mozos del lugar que ejecutarán la danza durante toda la procesión, sin descansar un solo momento. Han de ser capaces de aguantar el ritmo de una danza que dura casi dos horas y que les obliga a bailar de espaldas, para dar la cara a la custodia.
El origen de la danza es incierto, aunque los habitantes y algunos estudiosos la sitúan en la Edad Media. Existen unos estatutos de la Hermandad del Cristo de la Vera Cruz de mediados del siglo XVIII donde figuran, entre otras obligaciones, que los cofrades deben ir con hachas encendidas en la procesión del Corpus y que los danzantes también deben ser cofrades. Los danzantes son doce porque doce eran los Apóstoles y doce eran las tribus de Israel.
Esta simbología está presente entre los danzantes pero queda oculta porque no se diferencian unos de otros en su indumentaria o atributos. Antaño, el ser danzante era fruto del cumplimiento de una promesa. El ofrecimiento obligaba a la familia a encargarse de buscar a los hombres que iban a interpretar la danza y a la vez participar en la festividad de ese año. Hacia la década de los cuarenta del pasado siglo esta tradición se fue perdiendo hasta desaparecer completamente.
En la actualidad los danzantes no se encuentran vinculados a la cofradía, ni obligados por cumplimiento de promesas, simplemente se ofrecen de forma voluntaria para mantener el ritual que desde su infancia han vivido y presenciado como espectadores.
Dado que la procesión tiene lugar a media tarde para terminar antes de que se ponga el sol, se aprovecha la mañana para instalar los altares en medio de plazas y calles públicas, no en espacios privados. Los elementos vegetales empleados suelen ser plantas aromáticas como tomillo, romero y ajedrea. Pero a diferencia de otros lugares, en este no se esparcen por todo el recorrido procesional, sino que las sitúan a ambos lados de los altares, formando guirnaldas y haciendo un pasillo en el suelo por el que pueda pasar el sacerdote con la custodia, que a su vez queda delimitado por numerosas macetas con plantas. El ambiente festivo también se respira por los adornos que el propio Ayuntamiento coloca para adentrar al espectador en la fiesta.
La Octava del Corpus Christi de Valverde de los Arroyos (Guadalajara)
La Fiesta de la Octava del Corpus es la fiesta principal de Valverde de los Arroyos y se celebra diez días después del jueves del Corpus, en domingo. Sin duda lo que hace a esta fiesta singular son sus ancestrales danzas rituales.
Los danzantes de Valverde de los Arroyos son uno de los escasísimos ejemplos de mantenimiento de tradiciones ancestrales en estado puro. La singular belleza de esta población de Guadalajara, en la que destacan las viviendas de pizarra, es un potente escenario por el que transcurre la procesión del Corpus. Esto supone que sean necesarios pocos elementos de arte efímero: solamente se construyen dos altares, uno en la plaza y otro en las eras. Su ornamentación se manifiesta en la pequeña plaza de la localidad mediante algunas colgaduras de mantones y colchas en sus balcones.
Si algo caracteriza esta fiesta es la vistosa vestimenta de los danzantes, en la que destaca su alto gorro adornado con flores. Tampoco se queda atrás la botarga, figura tradicional en Guadalajara, vestida de vivos colores. Las danzas que ejecutan, de origen pagano, no estuvieron ligadas a la celebración cristiana hasta el s. XVII, cuando por bula del papa León XI se les permitía “bailar cubiertos ante el Santísimo”.
Los danzantes realizan su primera danza, la de la Cruz, en las eras, tras la misa. De vuelta en la plaza, interpretan la danza de los Molinos, de paloteo, en que parecen luchar blandiendo sus palos al son de la música. Le sigue la danza del Cordón, en que trenzan ocho cintas de distintos colores, alrededor de un palo que sostiene el botarga. Y así, hasta completar las seis danzas que permanecen de esta antigua tradición, que, según los vecinos, llegó a tener hasta doce variantes.
Algunos bailes, como el de Las Cintas, giran en torno a la figura de La Botarga, que actúa como guía de danza. Es un cargo vinculado a una persona durante varios años, lo que garantiza la continuidad.
A éste, le acompañan un grupo de ocho danzantes que siguen los bailes con castañuelas, palos y cintas. Estos danzantes no se descubren para bailar ante la imagen y de hecho hay documentos en que se destaca ese privilegio, concretamente el papa Paulo V, en 1606, permite a los danzantes bailar cubiertos ante el Santísimo.
Los danzantes que bailan ante el Santísimo el día del Corpus, son los protagonistas de las danzas, de la preparación del ramo de rosquillas que sale en la procesión, de la subasta de esas rosquillas; de la petición de danzas y del rezo por los danzantes difuntos.
Desde hace ya algunos años han delegado la representación del Auto Sacramental (representación teatral de origen medieval), que desde siempre había sido representado por ellos, en un grupo de teatro integrado por jóvenes del pueblo.
El engalanamiento del pueblo, por donde va a pasar la procesión, y de la era donde tiene lugar la danza de la Cruz ante el Santísimo sigue siendo responsabilidad de los jóvenes valverdeños, como marca la tradición.
Corpus Christi de Elche de la Sierra (Albacete)
La fiesta del Corpus Christi, de carácter religioso, les a más representativa de Elche de la Sierra. Se celebra desde la Edad Media, sesenta días después del Domingo de Resurrección.
Consiste en un desfile procesional acompañando a la Custodia. En torno al desfile surgió en Elche de la Sierra, un arte efímero de relevancia especial consistente en la elaboración de "alfombras de serrín", con motivos figurativos policromados de vivos colores, que cubrían las calles por las que transcurre el cortejo procesional y que tiene mucho que ver con la riqueza maderera y la industria derivada (aserraderos) que existe en la zona.
Las Alfombras de Serrín es una fiesta que se celebra en Elche de la Sierra (Albacete) la noche precedente al Corpus Christi. Consiste en la realización, por parte de los vecinos, de alfombras de serrín y viruta a lo largo de calles y plazas de la localidad, creando mosaicos y escenas religiosas.
Durante esa noche, tres plazas y veintisiete tramos de calle se convierten en verdaderos lienzos sobre los que aparecen treinta alfombras, coloristas composiciones que alternan escenas religiosas y figuras geométricas. Apenas durarán tres horas, y serán destruidas al paso de la procesión del corpus, pero su espectacularidad ha sido preparada durante meses por las treinta peñas alfombristas. Compitiendo por la elaboración de la alfombra más espectacular, sus diseños ganan espectacularidad cada año.
La idea surge en 1963, cuando Francisco Carcelén, un vecino de Elche de la Sierra se encuentra visitando a unos familiares en Tarrasa (Barcelona). Allí observa las alfombras de flores que se realizaban durante la festividad de “La Octava del Señor”. De vuelta a Elche, piensa en la posibilidad de realizar unas alfombras similares aprovechando el excedente de viruta de los numerosos aserraderos de la localidad, teñida con los tintes que él mismo usaba en su negocio de ropa.
La madrugada del 28 de mayo de 1964, Carcelén, junto a diez jóvenes de Elche de la Sierra, salieron a escondidas de sus casas, a oscuras y sin que nadie en la localidad supiera nada, realizaron una alfombra de viruta de colores a lo largo del recorrido de la procesión del Corpus, sorprendiendo enormemente a todos sus vecinos.
Aquella noche nació una nueva forma de vivir el Corpus para los elcheños y una tradición que ha ido creciendo y arraigándose en la localidad hasta el punto de convertirse en uno de los principales referentes turísticos de la provincia de Albacete.