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La evolución urbanística y los inmuebles de Almadén han sido definidos desde hace siglos por la explotación de la mina de cinabrio que se localiza bajo la población actual. Ejemplo de ello es el inmueble de la Escuela de Minas y su entorno inmediato. Este inmueble constituye el primer ejemplo de Academia de Minas de España y el tercero de Europa. 

Además del innegable valor como institución, la Casa Academia de Minas supone un hito en la edilicia del casco histórico de Almadén, constituyendo hoy en día un unicum, tanto por la conservación de su estructura, como por los acabados exteriores que ennoblecen una fachada de mampostería trabada con tierra, con la utilización de granito, revocos formando casetones, hermosas y sólidas rejerías y coronaciones con escudo flanqueado por florones y roleos, que son testigos de la iniciativa de la corona en la creación de esta institución. 

Como señala la historiadora del arte Mª Fernanda Fernández Gutiérrez, la Academia de Minas de Almadén es equiparable a las residencias nobiliarias de su tiempo (la arquitectura civil culta) que, sin caer en excesos decorativos por la formación y gusto de sus moradores, es de buena factura y regularidad. Se trata de un palacio para ingenieros, cuya huella más nítida, por su valor representativo, se encuentra en la fachada principal.

 

Casa Academia de Minas.
Casa Academia de Minas. Ayuntamiento de Almadén. 

 

Evolución histórica

La evolución urbanística y los inmuebles de Almadén han sido definidos desde hace siglos por la explotación de las minas de cinabrio, cuyo momento de florecimiento se produjo en el siglo XVIII, generando una corriente constructora en relación con los servicios públicos, cuyos ejemplos más destacados son el Real Hospital de mineros de San Rafael, la Real Cárcel de Forzados, o la creación de la Casa Academia de Minas. Este último inmueble constituye el primer ejemplo de Academia de Minas de España y el tercero de Europa.

El descubrimiento del método para la separación de los metales preciosos (oro y plata) de baja ley con la amalgamación con mercurio por Bartolomé de Medina en la ciudad de Pachuca (México) en el año 1555, supuso el traslado de grandes cantidades de mercurio desde las minas de Almadén (Ciudad Real) hasta América convirtiendo a esas minas en lo que más tarde se denominaría la “Joya de la Corona”. Esta dependencia del mercurio obligó a la Corona a poner su manejo bajo el control del Estado, de manera que una cédula real de 4 de marzo de 1559 estipulaba que nadie pudiera exportar azogues (mercurio) de España a ninguna parte de las Indias sin la autorización real, y que por su parte los habitantes de las colonias tuvieran prohibido comprar dicho producto importado ilegalmente de la Península.

A partir de esta gran demanda de mercurio, la mina de Almadén sufrió una de sus mayores transformaciones tecnológicas, pasando de una minería y metalurgia prácticamente medieval, a otra más actualizada. Buena parte de las influencias mineras centroeuropeas llegaron de la mano de los banqueros alemanes Fugger, que tuvieron en arriendo las minas hasta mediados del siglo XVII. Durante este tiempo se aplicaron mejoras en las técnicas del laboreo de minas, como por ejemplo en los sistemas de transporte horizontal con la introducción de los carretones de madera, la fortificación con algo de mampostería y la iluminación con candiles, entre otras. Durante este tiempo la innovación más significativa estuvo en el campo de la metalurgia del mercurio, primero con los Fugger y la introducción de los hornos de reverberación en el año 1573, que aumentaron la producción, aunque fuese a costa del agravamiento de la salud laboral de obreros y trabajadores forzados, y más tarde el horno de aludeles o de Bustamante, que se introdujo en las minas almadenenses en el año 1645 producto de un interesante intercambio tecnológico entre América y Almadén y que supondría una auténtica revolución en el procedimiento metalúrgico del mercurio durante varias centurias.

El interés de la Corona por las minas de Almadén fue constante durante los siglos XVII y XVIII, tanto en los métodos de explotación minera como en las técnicas metalúrgicas, pues la demanda de mercurio para la minería de plata americana iba creciendo con del reconocimiento de nuevas minas, lo que propició reformas y regulaciones en la mina, como las “Reales Ordenanzas para el gobierno de las fábricas y minas de azogue del Almadén” elaboradas por José Cornejo e Ibarra en 1735, entre cuyos objetivos se encontraba el de introducir mejoras para aumentar la producción de mercurio. Sin embargo, estos cambios no eran suficientes para garantizar el suministro constante de mercurio hacia la minería de la plata americana desde Almadén, por lo que fue necesario modificar la tecnología de la explotación minera como pilar básico de la producción de mercurio, ya que su falta provocaría un enorme colapso en la economía del estado.

A mediados del siglo XVIII, la situación de la explotación era complicada, con numerosos conflictos sociolaborales que afectaron a los resultados extractivos y, por lo tanto, al rendimiento económico de esta industria. No obstante, la Corona Española consciente del importante potencial que tenía el recurso minero de mercurio, se propuso mejorar los métodos de explotación, para lo que se recurrió a la ayuda de técnicos extranjeros y a la implantación de nuevas técnicas mineras. Así se nombró directores de la Mina de Almadén a varios ingenieros alemanes, que renovaron no sólo la explotación, sino que propusieron la mejora de la formación.

En este contexto, el 14 de julio de 1777 el rey Carlos III dispuso, por Real Orden, la fundación de la Casa-Academia de Minas de Almadén, con el fin de formar al personal de dicha explotación, bajo la dirección del entonces regidor de la Mina, Enrique Cristóbal Störr. Las obras comenzaron a finales de 1782 siendo director de las mismas el maestro de obras D. Antonio del Villar, aunque participó en las mismas el propio Stör, dejando su impronta de ingeniero en la sobriedad de la fachada y en los contenidos elementos de decoración.

Una vez fundada esta institución, la afluencia de alumnos de diferentes zonas de la Península Ibérica se vio incrementada. Según Ángel Hernández Sobrino, para su admisión los alumnos debían saber leer y escribir, presentar un certificado de buena conducta, ser de complexión sana y robusta y tener 18 años cumplidos. A los estudiantes que no disponían de medios propios se les podía proporcionar trabajo en el establecimiento minero donde ganaban un jornal y, a cambio, se les exigía aplicación y puntualidad en las clases.

La primera época de la Escuela de Minas se caracterizó por la prioridad absoluta de conocimientos encaminados a explotar los yacimientos de mercurio fundamentalmente. A partir de 1800, el sistema de enseñanza era similar al de los ingenieros militares, de ahí que, durante su formación, los alumnos obtuvieran el rango de cadetes de un regimiento de América y fueran uniformados. Con la creación de esta Academia de Minas, Almadén empezó a surtir de técnicos altamente cualificados a las minas españolas y americanas.

La llegada del ejército napoleónico a la Península Ibérica en 1808 trajo consigo momentos difíciles para los estudios de minas en Almadén, llegando incluso en algunos años a su paralización total debido a la irrupción del ejército francés en la propia localidad almadenense. 

La minería española sufrió en la década de 1830 profundos cambios, propiciados por la necesidad del carbón, la producción del acero y la explotación de los yacimientos de la minería metálica, que hicieron aumentar la importancia de los técnicos de minas y llevaron a una nueva reorganización de las enseñanzas mineras. En este contexto, en 1835 la sede de la Academia de Minas fue trasladada a Madrid y se convirtió en la Escuela Especial de Ingenieros de Minas, así que el inmueble de Almadén pasó a tener la función de Escuela Práctica de Minería y a convertirse en la primera Escuela Práctica de Capataces de Minería del país por Real Orden de 23 de abril de 1835, como luego haría en 1854 la asturiana de Mieres, la de Cartagena en 1865, la jienense de Linares en 1892, etc. 

Las exigencias cada vez mayores en este campo de la técnica fueron influyendo decisivamente en incorporaciones y transformaciones no sólo de las enseñanzas, sino también de las denominaciones de las escuelas, de un mayor bagaje de conocimientos para quienes se incorporaban a las mismas y de la transformación de sus estructuras perfeccionándolas sucesivamente. 
La vida de los estudios de ingeniería de Minas en la Casa Academia, a lo largo del siglo XX, fue una adaptación a los cambios propios de la enseñanza de la ingeniería en España, con variaciones en la denominación de los títulos y planes de estudios (Facultativos de Minas, Capataces de Minas. Perito de Minas e Ingeniero Técnico de Minas). Estos cambios, junto al aumento de estudiantes y las necesidades de laboratorios, propiciaron el cambio de ubicación de los estudios de minas durante el curso 1973-74 al edificio actual de la Escuela de Ingeniería Minera e Industrial de Almadén (EIMIA), construido sobre las ruinas demolidas de la Cárcel de Forzados, abandonando la Casa Academia de Minas después de casi 200 años.

 Descripción

Se trata de un inmueble de gran tamaño, que se alza en una de las calles principales de Almadén -calle Mayor de San Juan- en la zona alta de la villa, cerca de otros elementos de importancia histórica y cultural como la Casa del Inquisidor o de los Fúcares o la Casa de la Superintendencia de la Mina.

El edificio, de planta en L, ocupa un espacio aproximado de 550 m2, ubicándose en un solar de 1500 m2, con unos 900 m2 dedicados a patio, jardín y huerta. La estructura se adapta a la pendiente del terreno por medio de sótanos y semisótanos que se abren a la parte trasera del conjunto, zona donde se ubica un gran portón que se abre a los Ejidos de la Avenida del Norte de Almadén, y que se emplea como acceso secundario.

El cuerpo principal, que se abre a la calle Mayor de San Juan, está organizado en tres crujías. La crujía sur, que daría a la fachada principal; la crujía norte, relacionada con la fachada trasera; y la crujía central, que sería el espacio de distribución de las diferentes plantas del edificio. Este espacio central articula todo el inmueble de forma vertical dividido en cinco plantas: sótano, semisótano, planta baja, primera planta y bajocubierta. Dicha distribución espacial, también va a tener diferentes soluciones constructivas que van a definir el edificio. 

Por el contrario, el cuerpo más pequeño tiene dos crujías. La ubicada más al este se corresponde con parte del edificio original, mientras que la situada al oeste se relaciona con las ampliaciones llevadas a cabo en los siglos XIX y XX.

La fachada principal busca la simetría, empleando como eje el acceso central. Se articula en dos campos separados por una moldura, un piso inferior en el que se abren cuatro grandes ventanales enrejados y un segundo piso, prácticamente idéntico, en el que se sustituyen las ventanas por balcones. Balcones, ventanas y esquinas se encuentran decorados con imitación de sillares almohadillados, realizados con ladrillo y mampostería.

El acceso, realizado por completo en piedra caliza, se sitúa en el centro de la fachada principal, diferenciándose tres cuerpos en su estructura. En el piso inferior, la puerta se encuentra flanqueada por dos columnas sobre plinto que se adosan en su parte trasera a sendas pilastras poco marcadas. El fuste termina en un collarino indicado, seguido por el capitel toscano con ábaco curvo y equino de sección cuadrangular. Sobre el dintel se ubica una placa de granito en la que se indica el uso del edificio (Escuela de Ingeniería Técnica Minera). El segundo cuerpo se corresponde con el piso superior. Es muy similar al inferior, con dos diferencias marcadas. La puerta se substituye por un balcón y, sobre columnas y pilastras, se ubican una serie de metopas y triglifos con régula y gola y una marcada cornisa. Sobre este último elemento se sitúa el tercer cuerpo del acceso principal, únicamente decorativo, ya que se trata del frontón del conjunto. Es un frontón de remate curvo, en cuyo tímpano se integra una pequeña ventana con balcón flanqueada por dos pilastras que rematan en sendos jarrones exentos. La zona centro superior se decora con un escudo entre dos roleos, en el que se distinguen levemente dos columnas entre las cuales se distribuyen de manera alterna dos castillo y dos leones rampantes. 

 

Escudo de la Casa Academia de Minas de Almadén.
Escudo de la Casa Academia de Minas de Almadén. 

 

La cubierta se dispone a cuatro aguas con esquema de parhilera e importantes y complicados nudos de conexión en la unión de las tres vertientes, resueltos sin necesidad de emplear aditamentos de metal. El tejado se cubre con teja árabe. 

Cubierta reformada de la Casa Academia de Minas de Almadén
Cubierta reformada de la Casa Academia de Minas de Almadén

 

Hacia el norte, la fachada que se abre al Ejido presenta cuatro alturas, debido al desnivel existente entre ambas calles. En el patio se localizan infraestructuras hidráulicas tales como piscina, pozo y aljibes, tanto exentos y como subterráneos.

La técnica constructiva y los materiales empleado muestran relación con la arquitectura vernácula de la zona, fábrica de muros portantes con aparejo de sillarejo y mampostería trabada con cal y/o barro, para las zonas bajas de los mismos, mientras que en las plantas altas se emplea también ladrillo de tejar, en algunos casos fabricados con escoria de los estériles de la mina. Al exterior se muestran enlucidos dando un aspecto homogéneo a las fachadas.

La tabiquería interior es de panderete. Como elementos singulares que conserva el interior del inmueble se encuentra la decoración, con delicados dibujos  de paisajes urbanos y fluviales del norte de Europa en las paredes, realizados por algún estudiante. El zaguán de entrada conserva dos estilizadas columnas de fundición fechadas a comienzos del siglo XX. 

La Casa Academia ha sufrido una evolución, modificándose a lo largo de la historia su volumetría, distribución interna y disposición de los vanos, dependiendo de las necesidades funcionales de los espacios. Hay que tener presente que el número de cadetes fue en aumento, lo que ocasionó la compartimentación de los grandes espacios racionales diseñados originalmente.

En el inmueble se detectan diferentes fases, tanto constructivas como destructivas, que se pueden dividir en:

- Construcción original (finales del siglo XVIII). Se conserva gran parte del edificio original, a excepción de elementos de tabiquería, parte de los solados y pies derechos. 

- Ampliaciones 1ª mitad siglo XIX. Durante la Guerra de Independencia se fortificó la parte más vulnerable del inmueble (cuerpo en "L"), construyéndose un contrafuerte en talud de  mampostería de cuarcita y ampliándose esta zona del edificio para albergar estancias de servicio.

- Modificaciones 2ª mitad del siglo XIX y principio del siglo XX. Debido al aumento del número de estudiantes, se modificó la distribución interna del edificio, ampliando el número de habitaciones, laboratorios y aulas. Esto supuso la compartimentación y eliminación de tabiquería y vanos. Además, la crujía central del cuerpo principal donde se ubicaban las escaleras sufrió una gran reforma para modificar dicho cuerpo, generando una nueva distribución de las escaleras.

Primera planta de la  Casa Academia de Minas de Almadén. 
Primera planta de la  Casa Academia de Minas de Almadén.

 

- Reformas mediadas del siglo XX. Con la Guerra Civil española, la Casa Academia se conviertió en cuartel del ejército republicano de los frentes de Andalucía y Extremadura y se crearon bunkers en los sótanos. Una vez terminada la contienda, a mediados del siglo XX, el edificio sufrió otra gran reforma, modificándoseó tabiquería, solados, escaleras, forjados, carpintería, etc.

 

Sotano de Cubierta reformada de la Casa Academia de Minas de Almadén
Sótano de la Casa Academia de Minas de Almadén

 

Semisótano de Cubierta reformada de la Casa Academia de Minas de Almadén
Semisótano de la Casa Academia de Minas de Almadén.

 

- Reformas de la 2ª mitad del siglo XX. Se llevaron a cabo pequeñas reformas de sanitarios, calefacción, electricidad y cerramiento de vanos, debido al paulatino abandono del inmueble, sobre todo a partir de 1973 que la sede de la Academia se trasladó a otro edificio.

En resumen, la Academia de Minas de Almadén es equiparable a las residencias nobiliarias de su tiempo (la arquitectura civil culta) que, sin caer en excesos decorativos por la formación y gusto de sus moradores, es de buena factura y regularidad. Se trata de un palacio para ingenieros, cuya huella más nítida, por su valor representativo, se encuentra en la fachada principal. 

El 30 de abril de 2024 se aprueba en Consejo de Gobierno, su declaración como Bien de Interés Cultura en categoría de Monumento. 

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