El yacimiento arqueológico de Alarcos se encuentra situado en el centro de la provincia de Ciudad Real, a ocho kilómetros de la capital y a tres del municipio de Poblete. El cerro se eleva unos 100 m sobre el Guardiana controlando el único vado que presenta el río en esta zona. Esta posición le permite por un lado el control de las rutas que cruzan la región de este a oeste y de norte a sur y por otro tener un poblamiento continuado.
Los trabajos de excavación que se realizan desde 1984 han constatado una importante ocupación en época ibérica, presentando un grado de urbanismo muy avanzado, que permite situar su momento de mayor esplendor en los siglos IV-III a. C. En época medieval jugó un papel fundamental al encontrarse en el camino que unía Córdoba con Toledo, en una posición intermedia entre las poblaciones de Caracuel y Calatrava.
Este hábitat continuado ha dejado constancia, hasta el momento, en sus restos funerarios en forma de tres necrópolis relacionadas con su pasado ibérico y un cementerio relacionado con los diecisiete años de ocupación almohade (1195-1212).
La necrópolis ibérica
Los rituales y las prácticas funerarias de las comunidades ibéricas que habitaron el oppidum de Alarcos se han podido reconstruir gracias al estudio del registro arqueológico documentado en las tres necrópolis localizadas hasta la fecha (García Huerta et al., 2023). En la Necrópolis Ibérica I —situada en la parte suroriental del cerro o sector IV-E— se exhumaron 6 tumbas del Ibérico Antiguo, salvo dos que parecen corresponder con fases más antiguas. Por su parte, la Necrópolis Ibérica II se ubica en la ladera norte del cerro, muy cerca del río Guadiana, donde se documentaron 25 tumbas, datadas entre los siglos III-I a.C. (García Huerta et al., 2018): 14 de hoyo simple y 11 en túmulos cuadrangulares de distinto tamaño realizados en mampostería. Entre los enterramientos en túmulo destaca uno monumental, escalonado y realizado con sillares calizos, posiblemente destinado a albergar los restos de un miembro de la élite social. También es destacable la presencia de dos individuos infantiles inhumados enterrados juntos.
Frente a la ladera sur del cerro, en una zona de suave pendiente, se localizó la Necrópolis Ibérica III (en adelante, NIA III) dentro de una plantación de pistachos. Tras un seguimiento arqueológico en 2019, en 2021 se le encomendó a la empresa Baraka la realización de sondeos entre las filas de pistachos con el fin de delimitar las dimensiones de la necrópolis. Desde 2022 y hasta la actualidad los trabajos arqueológicos han sido realizados por el equipo firmante de este artículo, del área de Prehistoria del Departamento de Historia de la Universidad de Castilla-La Mancha.
Hasta el momento, en la NIA III hemos documentado más de un centenar de tumbas con una cronología que abarca desde el siglo IV hasta el siglo II-I a.C. De la fase más antigua se ha registrado una sepultura excepcional, sobre todo en relación al ritual desarrollado. La tumba —denominada Tumba 80— perteneció a una mujer con una edad de entre los 40-50 años, cuyos restos fueron depositados en una crátera de campana ática adscrita al taller del Retorted Painter que fue utilizada como urna cineraria (García Huerta et al., 2024; Miguel-Naranjo et al., 2024). La cara A de la crátera estaba decorada con una escena dionisíaca en la que Ariadna es protagonista, por lo que se abre la posibilidad de que la identidad de la difunta se viera identificada a través de la figura de Ariadna. Al lado de la crátera se depositó una falcata con su vaina que, junto con aquella, se introdujeron en una fosa excavada en la tierra. La excepcionalidad de este contexto tiene que ver con el ritual asociado: sobre la crátera reposaban los restos inhumados de 20 individuos. Aunque había algunos huesos largos, predominaban los cráneos, muchos en conexión anatómica con respecto a las mandíbulas, lo cual indica que fueron depositados cuando aún tenían tejidos blandos. En la actualidad, los restos de estas inhumaciones están siendo sometidos a varios estudios de ADN ( en la Universidad de Harvard), isótopos (en la Universidad de Santiago de Compostela, estudio antropológico (Universidad Complutense) y C-14 (Beta Analytic, Universidad de Edimburgo) con el fin de obtener la mayor información posible para poder reconstruir este ritual tan inusual y único dentro del contexto de la cultura ibérica. La tumba 80 estaba rodeada por otras sepulturas de cronología posterior que, al retirarlas durante la campaña de 2024, nos ha permitido comprobar que la fosa en la que se depositó la crátera estaba dentro de una estructura, por lo que no se trataba de un enterramiento en fosa simple.
Del siglo IV a.C. también data el hallazgo de un silicernium formado por 49 vasos áticos entre los que se encuentran copas de pie alto, copas de pie bajo, copas-escifo, cráteras de campana o glaucas entre otras formas. Este hallazgo deja constancia de la existencia de rituales de comensalidad o banquetes rituales en honor al difunto por parte de la comunidad que lo acompañó en su tránsito al Más Allá. En este caso particular, se empleó una vajilla importada que fue considerada de lujo por parte de las poblaciones íberas, aunque desconocemos si dicho banquete se desarrolló mientras el cuerpo del difunto estaba en la pira o como clausura de la tumba cuando los restos cremados se depositaron en la misma. En este contexto arqueológico también se localizó un número mínimo de 8 ungüentarios de pasta vítrea, deformados por la acción del fuego. Estos ungüentarios —también importados— plantean la existencia de rituales relacionados con la combustión de perfumes durante el desarrollo del funeral o del banquete ritual, probablemente para crear un espacio purificado y un ambiente multisensorial que enfatizó la sacralidad del acto ritual. Estos rituales relacionados con la combustión de perfumes o las libaciones de sustancias aromáticas perduraron en el tiempo, como se observa en tumbas posteriores en las que se han recuperado quemaperfumes y ungüentarios cerámicos (Rodríguez-Rabadán y Miguel-Naranjo, 2024).
Durante la campaña de 2023 enfocamos los esfuerzos en la excavación de 7 túmulos de planta cuadrangular, construidos con sillares calizos que traban con cuarcitas. Estas construcciones son típicas del Ibérico Pleno, aunque todos ellos fueron saqueados en la Antigüedad. Estos hallazgos señalan la posible existencia de revueltas sociales o diferentes bandos de poder entre las jefaturas ibéricas de Alarcos.
En esta campaña de 2024, que acabamos de terminar hemos identificado y excavado fundamentalmente tumbas de la fase mejor documentada de la NIA III hasta la actualidad es aquella de época iberorromana, en la que se observa una hibridación cultural que se materializa en casos muy significativos como una urna ibérica con inscripción latina. Las tumbas de esta fase suelen ser fosas simples que a veces se delimitan por piedras o incluso se marcan al exterior con algunas piedras. Son también muy habituales los casos en los que se realizaron dos fosas separadas por una laja de caliza: una destinada para la urna y otra para depositar el ajuar, aunque en ocasiones aparece sólo sedimento oscuro y restos de carbón. La urna —de variada tipología— fue generalmente cubierta con un plato invertido que funcionó de tapadera. La urna contenía los restos cremados del difunto, aunque en varias ocasiones se han hallado elementos de ajuar como fíbulas, fusayolas e incluso algún ungüentario. Junto a la urna, también fue habitual colocar un vaso de ofrendas de pequeño tamaño y paredes finas, muchos analizados con el fin de conocer su contenido. Como ofrenda, también se depositaron restos animales, sobre todo tabas o astrágalos de ovicápridos que en ocasiones aparecen perforados. Muchas de estas ofrendas probablemente se depositaron en los cuencos o platos que a veces se incluyeron en las tumbas.
Como ajuar funerario fueron habituales las armas de hierro, como espadas de tipo La Tène, falcatas, puñales con sus vainas, puntas de lanza, regatones, etc. Las armas suelen aparecer dobladas, seguramente con el objetivo de amortizarlas ya que constituyeron una parte importante de la identidad del difunto. Aunque escasos, también se han documentados dos casos de bronce de tipo Montefortino, uno de ellos en un excepcional estado de conservación. Los elementos de adorno los componen las fíbulas, las cuentas de collar de cuarzo y de pasta vítrea y algún que otro pendiente de oro, aunque la proporción de estos es escasísima en relación al número de tumbas documentadas. Como elemento de adorno destaca el hallazgo de un escarabeo de esteatita púnico con la iconografía de Isis amamantando al niño Horus (Miguel-Naranjo et al., 2023), una imagen que se repite en otras necrópolis ibéricas a través de otros soportes y que revela la existencia de unas concepciones funerarias en torno a la lactancia. También aparecen elementos relacionados con el tejido, como las fusayolas y, de forma excepcional, objetos particulares como platos de balanza de bronce, alguna terracota, etc.
Aunque se ha registrado en esta campaña una inhumación, cuya cronología está pendiente de confirmar, rito predominante fue la cremación de los cadáveres, cuyos restos han sido sometidos a análisis antropológicos. Los resultados están confirmando —como ocurría en la NIA II— que no existió una diferenciación de género con respecto a la elección del ajuar, de tal forma que aparecen indistintamente armas y joyas en tumbas de hombres y mujeres. Este aspecto reflejaría que la elección de los ajuares tuvo relación con la posición social que ocuparon los individuos en su comunidad.
El cementerio almohade de Alarcos.
En el siglo XII, conquistada la región y creada la orden de Calatrava, Alfonso VIII, planteó un ambicioso proyecto constructivo en Alarcos, mediante la reedificación del castillo y dotando a la ciudad de un gran recinto amurallado.
El 19 de Julio de 1195, en pleno proceso constructivo, es el escenario de la famosa batalla que lleva su nombre y que supuso una derrota para el ejército cristiano y la total paralización del proyecto urbanístico de Alfonso VIII. Durante diecisiete años, desde la batalla hasta la recuperación el 4 de julio de 1212, Alarcos fue ocupado por los almohades, que reducen su hábitat al castillo, redistribuyendo el mismo y adaptándolo a la nueva realidad.
Asociada a la ocupación del castillo en esta época y a los pies del mismo, se encuentra la maqbara o cementerio. Este, ocupa un pequeño espacio de planta triangular adosado al sur del castillo, al este se encuentra delimitado por un gran muro de tapial recientemente descubierto. El cementerio está dividido por una calle que conserva un pavimento de cal que permitiría el acceso al castillo por la ladera sur; hacia el sur y oeste se encuentra, así mismo, delimitado por un muro de tapial reutilizado de época anterior y que serviría de muro de contención para salvar la fuerte pendiente. El interior se encuentra densamente ocupado por diversas tumbas orientadas sureste-noroeste, con la ausencia de calles internas definidas a excepción de la mencionada.
Hasta el momento se han contabilizado 44 enterramientos de adultos e infantiles que conservan una gran diversidad tipológica de sus cubiertas. Es factible que, en los primeros momentos, tras la batalla, se realizaran varias tumbas, todas de buena fábrica, aprovechando los materiales cristianos, que vienen a definir el grupo nuclear del cementerio. Con el tiempo se irían ocupando los huecos dejados entre las tumbas, pero, siempre respetando estrictamente la integridad de aquella, hasta llegar a ocupar gran parte de su espacio interior.
Casi todas las tumbas de la maqbara aparecen individualizadas en superficie destacando dos tipos de cubiertas:
- Maqabriyas. – De cubiertas tumulares, de planta rectangular y sección escalonada, cuyo número de gradas varía de tres a cinco. Alguna conservaba “in situ” restos de enlucido de cal, de tono blanquecino y con restos de pintura a la almagra y otras, presentan una base de sillería y el resto de las gradas o basas están construidas con mampostería irregular.
- Junto a éstas, aparece otro tipo que hemos denominado cubiertas con cipo. Estas cubiertas están realizadas con acumulación de piedras irregulares, de mediano y gran tamaño. Suelen presentar, o bien en la cabecera, o tanto en la cabecera como a los pies, una gran piedra irregular hincada en vertical, que vendría a señalizar el lugar del enterramiento.
Se han estudiado catorce individuos, todos ellos depositados en decúbito lateral derecho: ocho adultos (seis masculinos y dos femeninos) y seis subadultos. Estamos, por lo tanto, ante un cementerio que incluye a toda la población, con presencia de individuos de ambos sexos y de todas las edades.
El hecho de que algunas de las tumbas sean infantiles nos indica que la población establecida en el castillo de Alarcos, en época almohade, estaba formada no solo por hombres de armas, sino también por grupos familiares.
Durante la última campaña, realizada en agosto de 2024, se han localizado nuevas tumbas y se ha terminado de clarificar el límite este del cementerio, enmarcado por un gran muro de tapial. Además, se han documentado al este del muro, cuatro nuevos enterramientos sin cubierta que aparecen fuera de los límites del cementerio y que están claramente relacionados con la ocupación almohade del yacimiento.
A partir del 6 de julio de 1212 y después de la definitiva conquista cristiana originada con motivo de la cruzada organizada por Alfonso VIII y que concluirá con la victoria cristiana de las Navas de Tolosa, la ciudad de Alarcos se encontró en franco retroceso. Los datos aportados por la arqueología y apuntados en la Carta Puebla de Villa Real, nos confirman que a lo largo de los años se produjo un paulatino abandono. Finalmente, tras los intentos de repoblar Alarcos el rey Alfonso X en 1255 decide fundar una nueva ciudad, Villa Real, en un lugar próximo a Alarcos y perteneciente a su término, Pozuelo de Don Gil. La población de Alarcos fue trasladada a la nueva ciudad, que se convertiría de esta manera en la continuación del proyecto de Alfonso VIII.
Bibliografía
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- GARCÍA HUERTA, Mª del R., MORALES HERVÁS, F.J., RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, D., MIGUEL-NARANJO, P. y RODRÍGUEZ-RABADÁN DÍAZ-CANO, M.A. (2023): “Las necrópolis ibéricas en la provincia de Ciudad Real”. En Atempora. Ciudad Real 2023. Un legado de 350.000 años. Ciudad Real: 147-157
- GARCÍA HUERTA, Mª del R., MORALES HERVÁS, F.J., RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, D., MIGUEL-NARANJO, P. y RODRÍGUEZ-RABADÁN DÍAZ-CANO, M.A. (2024): “Un hallazgo inusual en la meseta meridional: la crátera griega de la necrópolis ibérica III de Alarcos (Poblete, Ciudad Real)”. En Rísquez, C., Rueda, C., Molinos, M. Bellón J. P. y Hornos, F. (coords.): Arturo C. Ruíz Rodríguez y la arqueología íbera en Jaén. Homenaje a 50 años de trayectoria. Vol I. Jaén: 215-225.
- JUAN GARCÍA, A. DE Y LUCENDO DÍAZ, D. (2022): “Alarcos medieval. El escenario de una batalla. Últimos resultados”. Actualidad de la investigación arqueológica en España IV (2021-2022). Museo Arqueológico Nacional, Madrid:299-318.
- JUAN GARCÍA, A. DE Y LUCENDO DÍAZ, D. (2023): “De Alarcos a las Navas (1195-1212)”, en ATempora Ciudad Real 2023. Un legado de 350.000 años. Coord. José Ignacio de la Torre Echávarri y Esther Arias Sánchez, Fundación Impulsa Castilla-La Mancha. Ciudad Real: 216-227.
- MIGUEL-NARANJO, P., GARCÍA HUERTA, Mª del R., RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, D. y MORALES HERVÁS, F.J. (2023): “Un escarabeo púnico con la iconografía de Isis Kourotropha en la Necrópolis Ibérica III de Alarcos (Poblete, Ciudad Real)”, Zephyrus, 91: 57-77.
- MIGUEL-NARANJO, P., GARCÍA HUERTA, Mª del R., RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, D., MORALES HERVÁS, F.J. y RODRÍGUEZ-RABADÁN DÍAZ-CANO, M.A. (2024): “Un nuevo ejemplo del Retorted Painter: la crátera de campana de la necrópolis ibérica de Alarcos III (Poblete, Ciudad Real)”, Pyrenae, 55.2: 65-89.
- RODRÍGUEZ-RABADÁN DÍAZ-CANO, M.A. y MIGUEL-NARANJO, P. (2024): “Un thymiaterion cerámico de la necrópolis ibérica de Alarcos III (Poblete, Ciudad Real): el perfume y su uso ritual en el ámbito oretano”, Lucentum, 43: 73-88.
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Autoría:
- Mª del Rosario García Huerta. Universidad de Castilla-La Mancha.
- Antonio de Juan García. Universidad de Castilla-La Mancha.
- Pedro Miguel Naranjo. Instituto de Arqueología de Mérida (CSIC- Junta de Extremadura)
- Javier Morales. Universidad de Castilla-La Mancha.
- David Rodríguez. Universidad de Castilla-La Mancha.
- Miguel Angel Ródríguez-Rabadán. Universidad de Castilla-La Mancha.
- Diego Lucendo. Baraka Arqueólogos.
Nota: Un avance del estudio de la maqbara de Alarcos y su recreación virtual ha sido presentado en abril de 2023 en el VII Congreso de Arqueología Medieval por Antonio de Juan, Diego Lucendo, Lucia Muñoz y Juan Torrejón.