Grietas en los muros, horizontes que toman la palabra.

Hay lugares que permanecen ocultados, pero que son visibles para las mujeres. Esa ceguera social y parcial desaparece cuando se señalan las grietas. Las fisuras comienzan siendo delgadas líneas, pero con el paso del tiempo se convierten en los puntos de anclaje desde donde los muros ceden- y finalmente caen- dejándonos ver ese horizonte que toma la palabra y habla desde nuevos lenguajes diversos.

“Nos enfrentamos a un sistema todavía activo que produce continuamente un canon masculinizado, permite brillar a unas pocas excepciones y deja que la gran mayoría de las artistas trabajen en un olvido relativo o con una inseguridad económica limitada. Peor aún, nos privan del mundo tal como se ve con la compleja diversidad que los artistas nos revelan”.

Griselda Pollock, plantea cuestionarnos los puntos ciegos del sistema. Aquello que no vemos pero que conforma los relatos de la creación artística. Ya en los años ochenta, junto con Rozsika Parker, visibilizó que los cambios en el arte y en la(s) historia(s) tenían que darse desde los lugares más profundos y estructurales apuntando la causa originaria de la exclusión de las

mujeres de los grandes relatos. Se proponía como solución una reforma que abarcaba el lenguaje, los términos y las jerarquías para lograr una inclusión definitiva de las artistas que pudiera perdurar en el tiempo y no fuera pasajera.

Hoy en día, los puntos ciegos continúan imperceptibles gracias a los muros que parcelan el arte. Las artistas van abriendo grietas en esos muros y nos muestran a través de su mirada cómo es su percepción del mundo. Y entonces, localizamos los puntos ciegos que no distinguíamos y que revelan vínculos con la memoria, la identidad, la fragmentación y las realidades que atraviesan los cuerpos de las mujeres artistas. Encontramos obras que no encajan con el imaginario que ya conocemos, nos descolocan, nos transportan y nos abren un campo de visión completamente disruptivo con los estándares a los que nos han acostumbrado. Nuestro trabajo sería analizar desde otra perspectiva, en palabras de Pollock:

“El trabajo feminista es interrogar la diferencia, ser sensible a sus significados y valores, leer las obras de arte buscando en ellas el proceso de diferenciación de las normas dadas, las iconografías heredadas, las formas socialmente sancionadas de ser una persona dentro de la diversidad de clase, raza, género y capacidad”.

La mirada hacia esos puntos ciegos es la que articula el recorrido por las obras de esta exposición. “Grietas en los muros, horizontes que toman la palabra” reúne un total de veinte obras de artistas en cuatro itinerarios: Al otro lado del muro; Desde el interior; Atravesando el jardín y El cuerpo como territorio.

Tania Castellano, María Camisón, Elvira Poxon y Clara López dan comienzo al tránsito que materializa esas visiones en “Al otro lado del muro”. Nuevas formas de percibir nuestro alrededor que inciden en la inversión de las derivas convencionales y que nos proponen ver “tocando”, observar las palabras “a pie de página” y reflexionar sobre otras vidas posibles más allá de la visión convencional que interroga y diagnostica los cuerpos. Marina Martín, María de Lucas, Adela Camacho y Marta Díaz ponen luz en el trayecto “Desde el interior”. Sus obras nos muestran los residuos de la memoria y aquello que queda de los cuerpos parcelados en el interior de la casa,

atravesando el hogar y todos sus significados que siguen pesando hoy en día. Belén Carretero, Pilar Prieto, Asunción Caballero, Laura Pérez, Ana López y Alba Gusano rompen ese muro “Atravesando el jardín”. Desde un nuevo lugar abierto al exterior se interrogan sobre la fragilidad y la vulnerabilidad de los cuerpos, sobre los mapas y territorios, sobre la violencia que esconden las imágenes y sobre la desaparición de lugares de encuentro en la esfera pública. Finalizando el recorrido en “El cuerpo como territorio”, las obras de Estela Miguel, Paula Valero, Concha Vidal, Gloria Santacruz e Irene Burgos se articulan alrededor de los cuerpos que, desde el otro lado del espejo, ponen sobre el tablero todo el imaginario que abarca la cultura visual contemporánea y que extiende sus raíces desde la memoria oral. Desde ese lugar por explorar, nos interpelan y hacen visibles los muros que todavía quedan por derribar.

El público que disfrute de las obras en directo podrá también realizar cruces entre los itinerarios, localizando las conexiones entre artistas que traspasan los puntos comunes de todas ellas. Lugares de reflexión y de cuestionamiento que nos redirigen y sondean sin un filtro previo. Al término de esta muestra podremos preguntarnos acerca de los prejuicios y estereotipos que todavía interfieren en nuestro día a día, dudar sobre las inercias que nos arrastran a veces hacia retrocesos en los derechos de las mujeres y observar desde la práctica artística herramientas para combatir las desigualdades.

Las artistas siguen creando a pesar de la adversidad y compartiendo nuevos modos de agudizar los sentidos hacia la realidad, interviniendo hasta que finalmente la igualdad forme parte de nuestras vidas.

“[…] Porque cuesta tanto que nos escuchen y, probablemente, la insistencia sea nuestra compañera de vida. Así que aquí estamos, insistiendo, repitiendo, subrayando, defendiendo, resistiendo”.

Isis Saz

Comisaria de la muestra