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03 Diciembre 2021


En el 2021 se celebran en Torija (Guadalajara) dos aniversarios, el de la declaración como Bien de Interés Cultural del templo parroquial (30-04-1991 / 30-04-2021) y el de la instalación del retablo (7-09-1971 / 7-09-2021). 

Hace treinta años que la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en Torija fue declarada Bien de Interés Cultural. Esta iglesia se levantó en el S. XVI, siendo restaurada en los S. XVIII y XX. Es de estilo tardogótico o prerrenacentista en sus inicios, continuada en estilo plateresco hasta llegar al renacimiento clásico en su portada principal. Fue costeada por el primer vizconde de Torija y conde de Coruña, D. Lorenzo Suárez de Figueroa, pero fue su hijo D. Bernardino Suárez de Mendoza, quien la erigió.

El templo es de planta basilical, de tres naves con crucero que no sobresale en planta y ábside rectangular elevado. En la cabecera de la nave del Evangelio se halla la Sacristía. En la misma nave hay una capilla adosada a la construcción que data del s. XVII. En el último tramo de la nave se encuentra el coro, de estilo barroco, situado a los pies del templo. Posee una torre de planta cuadrada, de cuatro cuerpos y bajo ella se encuentra el Baptisterio.

 

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Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, Torija (Guadalajara)

 

En el interior, las naves se dividen en cuatro tramos por arco de medio punto sobre columnas achaflanadas, la nave central es más alta que las laterales. El arco triunfal de acceso al Presbiterio es una estupenda muestra del plateresco covarrubiesco en su primera etapa, tallado en piedra. 

La influencia de Covarrubias se manifiesta también en la cubierta de las tres capillas de crucero y en la del ábside.

La cubierta de las tres naves es de bóveda rebajada con lunetos.

Al exterior se emplea el sillar labrado en las zonas más importantes (portada, torre...etc.) y mampostería en el resto de la construcción. Se cubre con teja curva, árabe, y a dos aguas, sostenida en el alero por cornisa sobre canecillos lisos de tradición mudéjar.

La portada principal, elevada sobre una escalerilla de cuatro peldaños, se estructura en base a un arco de medio punto moldurado, con la clave en relieve, enmarcado por dos columnas de orden dórico sobre grandes cubos rectangulares labrados. 

 

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 Portada de la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, Torija (Guadalajara)

 

Entre los bienes muebles con que cuenta la Iglesia se encuentran elementos pictóricos, rejería, campanas, y el retablo, cuya llegada a Torija hace 50 años también se conmemora en estos días.

El segundo aniversario gira en torno al retablo que preside el altar mayor del templo y que contiene una curiosa historia, que nos habla de dos versiones del mismo, en distinto tiempo y en diferente espacio. Para ello seguiremos el rastro de su construcción, incluso antes de su llegada a Torija. 

Su primera ubicación fue en la iglesia de Santa María del Rey de Atienza, y posteriormente se trasladaron su estructura y la talla de la Virgen de la Asunción con sus angelotes, titular de ambas parroquias, a Torija. De ahí el título del artículo con “dos versiones”, ya que cuadros pintados y el resto de esculturas quedaron en Atienza y se lucen en sus Museos de Arte Religioso, mientras que en Torija hubo que realizar otros cuadros pintados para cubrir los huecos de la estructura del retablo.

La “peña muy fuert” que describe la posición de la fortaleza de Atienza en el Cantar de Mío Cid, es antiquísima, y a diversas generaciones les sirvió de refugio y defensa, incluso a los árabes, con su alcazaba. Cuando el rey castellano Alfonso VI se hizo con todo el reino taifa de Toledo, Atienza pasó a manos cristianas, y la antigua mezquita se convirtió en la primera iglesia de Atienza tras la reconquista. Vendría después el crecimiento de la población y el tiempo más propicio para derrumbar la mezquita, ya cristiana, y construir en su lugar una iglesia según el modo románico, dedicada a “Santa María”, algo muy normal en la Edad Media, y además “de Barrio Rey”, que luego quedó sólo en “del Rey”. Si nos preguntamos de qué rey, la respuesta no es tan evidente como podría parecer: no es de los que tanto favorecieron a Atienza, Alfonso VII y VIII, sino de otro rey, Alfonso I de Aragón, “el Batallador”, que por unos años fue rey de Castilla al casarse con Urraca I de León, y en la puerta norte de esta iglesia hay una inscripción que incluso señala la fecha de construcción: 1112.  

    Al contrario de muchas iglesias que se ampliaron por su ábside hacia el siglo XVI, en esta iglesia se conserva el muro de ábside rectangular, tan ancho que su retablo no cabía bien en la nueva iglesia de los Mendoza de Torija. Esto da idea de su importancia desde el principio. En Atienza fueron creciendo la población y las iglesias parroquiales. La abundancia de patrimonio de la villa también influyó en que los retablos mayores de dos de sus iglesias, de San Gil y de Santa María, fueran posteriormente trasladados a sendos lugares alcarreños, de Almadrones y Torija.

    Hay abundantes datos de la construcción del retablo, tomados del libro de fábrica de la iglesia atencina, y los señalan casi por igual tanto Layna Serrano en su “Historia de la villa de Atienza”, como Juan Antonio Marco Martínez, en su trabajado y premiado libro “El retablo barroco en el antiguo Obispado de Sigüenza”. Se describen los pagos entre 1628 y 1658 y los profesionales que intervinieron. De manera que Layna Serrano estima un coste que podría parecer exacto: 39.339 Reales, 24 maravedíes, 319 fanegas de trigo y 14 de cebada. Juan Antonio Marco añade: “se le pasan en quenta 11.553 rs y 7 mrs por otros tantos que se le están deviendo al dicho Dn Lorenzo Serantes de 83.601 rs en que se tasó el dorado pintado y estofado de el Retablo de la Capilla Mayor”. Si a Juan Antonio Marco ya le llamaba la atención que el retablo no es de tipo casillero como los venían haciendo, y ahora ve que el dorado y estofado de este retablo es notoriamente superior al mayor de la misma catedral de Sigüenza (57.200 rs), se entiende bien que llegue a esta conclusión primera: ¡el retablo que está en Torija no puede ser el mismo que reflejan las cuentas! Como una posible solución a la dificultad sugiere una hipótesis: pudieron quemar el retablo de esta iglesia de Atienza, como consta lo hicieron en alguna otra, las tropas napoleónicas a principios del XIX, sin dejar constancia en el libro parroquial, sin datos ya desde 1800. Posteriormente, con la Desamortización, trasladarían alguno de la zona de Sigüenza a la iglesia de Atienza, y este sería el que movieron posteriormente a Torija.

    No obstante, existe otra hipótesis apuntada por Juan Antonio Marco: que en la cantidad de “dorado, pintado y estofado” entraran más pagos. En todo caso, las esculturas son de Francisco Mendo, las pinturas de Matías Jimeno, y las de profetas y sibilas, de Juan Soreda, anteriores como un siglo. 

    En lo referente al contenido del retablo, las esculturas tres del Calvario y la Virgen de la Asunción con sus angelotes, son de Francisco Mendo. Es más dudosa la Cena tallada para la hornacina superior al sagrario. Las pinturas, parece definitivo que son todas, excepto las de Juan Soreda, de Matías Jimeno. Las de Soreda, que antes fueron atribuidas a Pedro Berruguete, se podría entender que son “la estrella del retablo”, pintor renacentista en la catedral de Sigüenza y que creó escuela. La predela del retablo era rica: 12 apóstoles como fundamento, intercalados a ambos lados del sagrario por 4 cuadros de profetas y sibilas, también 12.

 

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Retablo original de Santa María del Rey, Atienza (Guadalajara)

 

 

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Retablo actual en la iglesia parroquial de la Asunción, Torija (Guadalajara)

    

Lo que llama mucho más la atención es el cuadro de “las sibilas”, profetisas del mundo pagano. El cuadro de las sibilas, en el Museo de san Gil de Atienza, está en relación muy cercana con el Renacimiento italiano de Rafael y Miguel Ángel. Sus nombres son “Samia”, “Frigia” y “Cumana”. La segunda y tercera parecen copiadas de “estampas”, pero en la primera, “Samia”, se puede intuir un retrato con modelo “al vivo”. De aquí surgió una hermosa hipótesis: ¿será un retrato de la atencina Luisa Medrano (1484-1527 (¿), que pudo ser catedrática en aquel tiempo en Salamanca? Hay quien afirma, con documentos y con interpretación tal vez algo rigurosa, que no está atestiguado suficientemente este hecho. Podrían haber pertenecido estos cuadros a retablos que la familia de Medrano tenía en capillas funerarias del Convento de franciscanos, y luego colocarlas en la predela del retablo de Santa María del Rey. La fecha exacta de la muerte de Luisa Medrano se desconoce, y queda la duda de que sea ella misma. 

    El hundimiento de la bóveda sobre el retablo en la iglesia de Santa María del Rey forzó a tomar la decisión de poner en venta el retablo. En Torija se enteraron y vieron una solución ante “el vacío” del presbiterio, hubo acuerdos entre los dos párrocos y juntas parroquiales, el Obispo siempre por medio. Se compró, se desmontó con gran peligro y la solución “salomónica” fue: para Torija la estructura y la imagen de La Asunción; todo lo demás se quedaba en Atienza y en sus Museos. En el cuadro donde se supone estaban las sibilas está ahora, en Torija, el arcángel san Rafael: hubo que hacer, para darle vida a la estructura del retablo, otros cuadros. 

También, en la celebración del 30 Aniversario de la iglesia de Torija como Bien de Interés Cultural, hay que apreciar que el “antiguo y nuevo” retablo está convenientemente acompañado: sepulcros y escudos de los condes de Coruña, hermosísimo arco plateresco tallado en piedra, y más elementos artísticos bien restaurados por el pintor alcarreño afincado en Torija Jesús Campoamor.


(Artículo en colaboración con D. Jesús Sánchez López, párroco de Torija y licenciado en Historia por la Universidad de Alcalá).

    

        
 

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