En octubre de 2024 finalizaron los trabajos de la cuarta y, por ahora, última campaña de excavaciones realizadas en la conocida como villa romana del Camino Viejo de las Sepulturas, en Balazote (Albacete), en el marco del proyecto de la JCCM “El Camino Viejo de las Sepulturas: de villa romana a aldea altomedieval”, dirigido por la profesora de la Universidad de Alicante Julia Sarabia-Bautista (IP del proyecto) junto a las investigadoras Raquel Bujalance Silva y Marta Torres Cortés.
El equipo de investigación ha detectado la existencia de nuevas habitaciones de la pars urbana de la villa construida y ampliada entre los siglos I y III d.C. y, sobre todo, han constatado arqueológicamente el proceso de cambio que sufrió este asentamiento rural desde que finalizó su papel como gran hacienda agrícola romana en torno a finales del siglo IV e inicios del siglo V d.C. hasta su total abandono como alquería islámica entre los siglos XI y XII.
INTRODUCCIÓN Y CONTEXTO DE LA INVESTIGACIÓN
Como ya recogimos en un artículo publicado en julio de 2021 en este blog, durante las primeras fases de la investigación del proyecto realizamos una actuación general para reconocer las evidencias arqueológicas en el entorno del Valle del río Balazote, donde no encontrábamos muchas alteraciones urbanísticas. Las áreas seleccionadas fueron objeto de teledetección y prospecciones superficiales intensivas con cobertura total asistidas con tecnologías geoespaciales. Los datos recopilados fueron integrados en un entorno SIG con diversas fuentes cartográficas y añadiendo los lugares arqueológicos conocidos por trabajos previos (Sanz Gamo, 1995, 1997 y 2001-2002; Carrasco Serrano, 1995 y 1999).
Esta primera fase nos permitió obtener una cartografía arqueológica de detalle con una panorámica general a escala macroespacial sobre los patrones de asentamiento entre la prehistoria reciente y época medieval en todo el valle fértil del río Don Juan o Balazote, las áreas preferentes de ocupación humana y las distintas huellas dejadas por estas sociedades en el paisaje (Sarabia-Bautista, 2022) (Fig. 1).
El objetivo siguiente fue la de profundizar en el conocimiento del Camino Viejo de las Sepulturas (CVS) y entender la secuencia completa del sitio. Se llevó a cabo una prospección geofísica con GPR y la sucesiva excavación de un sondeo abierto en un sector no excavado previamente, pues a pesar de que se realizaron excavaciones entre 1970 y 1976, en aquellas campañas no se documentaron las posibles fases postclásicas de la secuencia de ocupación del sitio (Santos Gallego, 1977). Se trataba de comprobar la posible existencia de estructuras arqueológicas, recabar información directa de depósitos soterrados y, en definitiva, caracterizar en detalle todas las fases detectadas a través de la dispersión de materiales en superficie.
Con la campaña recién terminada, el proyecto ha cumplido con los objetivos que nos planteamos desde el inicio del proyecto de excavación en 2021, que era abrir un sondeo al oeste de la zona excavada en los años setenta por Samuel de los Santos Gallego (director del Museo de Albacete entonces) para detectar la existencia de nuevas habitaciones residenciales de la villa romana y, sobre todo, comprobar arqueológicamente el proceso de cambio que sufrió este asentamiento rural desde su abandono como gran hacienda agrícola romana en torno a finales del siglo IV e inicios del siglo V d.C. (Fig. 2).
En esta última campaña hemos completado la secuencia de ocupación del yacimiento, corroborando la continuidad del hábitat en el entorno de la antigua villa romana al menos hasta los siglos XI-XII, aunque la intensidad y fisonomía del mismo cambiará, pues la población instalada a partir del siglo V en el Camino Viejo de las Sepulturas será de carácter campesino por lo que las estructuras que en época romana habían demostrado cierta monumentalidad arquitectónica y alto estatus de sus propietarios, ahora se transformarán y adaptarán a las necesidades de la nueva población que reutiliza estos espacios (Fig. 3).
Es la última campaña porque, si bien es cierto que el proyecto ha tenido como objetivo fundamental la documentación de la secuencia arqueológica (ya completada en esta última intervención) y el comienzo de la puesta en valor in situ, de momento esta última no es posible pues no contamos con la financiación para realizar la consolidación de los restos o generar las infraestructuras necesarias para abrirlo al público, por lo que no es profesional seguir excavando una vez que ya conocemos la historia del enclave, pues eso generaría muchos problemas para la conservación de los restos arqueológicos (Fig. 4). No obstante, la puesta en valor también tiene que ver con la transferencia y la divulgación, por lo que hemos realizado materiales didácticos para grupos de primaria y secundaria, jornadas de puertas abiertas y, en la actualidad, estamos preparando un libro con todos los resultados del proyecto que contribuirá a hacer visible la problemática de la transición de las formas de habitar y explotar el territorio entre época tardorromana y época medieval, intentando evidenciar cómo se transformaron las dinámicas de ocupación y los paisajes rurales a partir del siglo V y tras la caída del Imperio romano de Occidente.
LA ANTIGUA VILLA ROMANA DE EL CAMINO VIEJO DE LAS SEPULTURAS (CVS): UN MODELO DE POBLAMIENTO AGRARIO DE GRAN RESILIENCIA
En general, todos los trabajos realizados en el sondeo 1 durante las cuatro últimas campañas, han permitido que obtengamos una secuencia completa de los procesos de construcción, uso, reutilización y abandono de este sector de la villa, que podría extrapolarse probablemente a todo el conjunto de la pars urbana o zona residencial de la antigua hacienda romana.
En general las fases identificadas hasta el momento, de la más antigua a la más moderna, son:
I) Fase Bajoimperial o de monumentalización de la antigua villa (siglos III-IV d.C.). Entre los espacios excavados en el sondeo 1, destaca una gran aula con cabecera rematada en ábside o aula basilical, a la que se accede desde una habitación contigua por unas escaleras de dos peldaños. No hemos exhumado por completo la superficie de esta aula, pues el ábside se introduce en el perfil este y los pies en el oeste, pero por el momento cuenta con unas dimensiones de unos 15 x 4,5 m. Conserva un arranque de fuste o basamento de columna en la parte suroccidental, lo que podría indicar un acceso monumental en arquería desde algún espacio abierto o peristilo, algo que parece que hemos encontrado parcialmente en esta última campaña, con una posible estancia con estanque al oeste del aula. Lo que sí es evidente, es que se trata de una estancia de representación de la villa tardorromana, pues es en este momento cuando se multiplica la construcción de ambientes absidales como paradigma de espacios de prestigio y representación (Fig. 5).
II) Fase Tardoantigua o de transformación y ruralización de la antigua pars urbana de la villa (siglos V-VIII). Tras la excavación de 2024 hemos confirmado lo detectado en las campañas precedentes en el sector más oriental del sondeo, y es que existe una fase de transformación y reocupación de la villa tras el abandono de la misma como gran explotación agropecuaria. En este proceso de transformación se detectan dos grandes momentos, uno inicial en torno al siglo V d.C. y otro entre los siglos VI y VIII, en el que parece consolidarse un asentamiento de carácter campesino. En el primer momento, siglo V d.C., se compartimenta el aula absidal, construyendo un muro con orientación noreste-suroeste, que genera una estancia al oeste. En esta estancia se instala también en este momento un hogar construido con ladrillos reutilizados de las termas del periodo romano. Toda esta actividad parece relacionarse con la recuperación de herramientas agrícolas (Fig. 6) y posible fundición de objetos metálicos, pues se han encontrado acumulaciones de clavos de hierro en la propia aula en este mismo contexto, por lo que se demuestra el cambio de funcionalidad de la estancia original, que pasa de ser una sala de representación del propietario de la villa romana a un área productiva en la que se están reciclando materiales, quizá por la falta de materia prima en un momento en el que decaen y se regionalizan los procesos productivos (minas, canteras, etc., dejan de explotarse en su mayoría).
Los responsables de este primer momento de transformación de la parte residencial de la villa podrían ser algunos de los antiguos dependientes del propietario de la antigua hacienda romana, que encargaría probablemente a estos grupos de campesinos/trabajadores que se desmontara y recuperara todo el material susceptible de ser reciclado (metales, mármoles, ladrillos, etc.), a la par que se realizaron algunas actividades productivas relacionadas con ese reciclaje. En este momento la propiedad estaría todavía, casi con total seguridad, en las manos de la familia de propietarios que construyó la villa, que seguirán explotando los campos de la antigua hacienda, aunque abandonen la residencia.
El segundo momento o periodo clave para la transformación de la antigua villa se detecta entre los siglos VI y VIII d.C., cuando parece consolidarse un asentamiento rural de carácter campesino y estable, que enterrará a sus muertos en una necrópolis utilizada durante varias generaciones. En ella encontramos algunos enterramientos en fosas excavadas en la tierra, en posición de decúbito supino y orientadas siguiendo el ritual cristiano (pies al este y cabeza al oeste), con algunos ajuares propios del siglo VII d.C. y dataciones radiocarbónicas comprendidas entre el 660-770 d.C. En el sondeo 1, estos contextos tardoantiguos vienen atestiguados materialmente por la construcción de tabiques que compartimentan las estancias originales, la apertura de silos en los pavimentos romanos para almacenar cereal o el desmonte de algunos muros para generar nuevos circuitos de circulación o realizar nuevas estructuras, como hogares o plataformas de trabajo. En este momento también se tapia el vano original del muro que compartimentó el aula en el siglo V. Pensamos que, en este momento, el antiguo espacio basilical se convirtió en un patio o espacio abierto en su parte oriental, y en un corral o establo en su parte occidental, pues sobre el nivel de abandono del hogar de ladrillos del siglo V apareció un paquete de tierra muy negruzco por toda la habitación, lo que podría indicar la acumulación de basura y estiércol animal; algo que esta campaña hemos corroborado con la aparición de restos de équidos y otros animales (Fig. 7).
III) Fase Emiral y Califal islámica o de amortización y expolio de la antigua villa (finales siglos VIII-IX al X d.C.). En esta fase se vuelven a detectar dos momentos. El primero, de finales del siglo VIII y principios del siglo IX, se caracteriza por el uso puntual de estas estancias documentadas en el sondeo 1, en el que parece mantenerse algún tipo de frecuentación doméstico-productiva, aunque en estos momentos la mayoría de las estructuras estarían prácticamente colmatadas. A este momento se atribuye la construcción de algún agujero de poste sobre las estructuras, pero en términos generales, los antiguos espacios tardoantiguos están ya abandonados, tal y como demuestra la tierra que rellena y amortiza uno de los silos, con una datación de radiocarbono del 776-787 d.C. Por tanto, a partir de este momento, la comunidad campesina musulmana debía habitar en una alquería cercana a la antigua vivienda romana, pero no sobre ella como en momentos precedentes, quizá por generar espacios domésticos acordes a las necesidades socioculturales de esta nueva población islámica. Es probable que el hábitat estuviera en la zona del Pinar de Vaciacorreos, donde se concentran densidades importantes de materiales de este periodo. La necrópolis, sin embargo, seguiría estando en este momento junto a la antigua villa, ampliando el cementerio de origen visigodo y convirtiéndolo en una maqbara o cementerio musulmán, pues recientemente han aparecido alrededor de cuarenta tumbas que, aunque comparten morfología y área con los enterramientos cristianos, siguen el ritual musulmán, con cuerpo en posición de decúbito lateral con la cabeza mirando hacia La Meca (Fig. 8). Todos estos datos nos han llevado a pensar que podríamos estar ante las primeras generaciones de musulmanes de la citada por las fuentes árabes como Balāt al-Şūf (topónimo que dio origen a Balazote).
El segundo momento iría desde la segunda mitad del siglo IX a mediados-finales del siglo X, que es cuando se detecta una importante actividad de expolio, con zanjas de robo de los muros que alteran en muchos casos la estratigrafía precedente. En este momento la antigua villa, al menos en este sector, está amortizada, utilizándose como cantera para la ampliación/construcción de la posible arquería y, probablemente, de las estructuras hidráulicas de regadío detectadas en la vega del río.
IV) Fase almorávide-almohade o de abandono definitivo (siglos XI-XII), en la que se amortizan ya completamente las estructuras de la antigua villa. En estos momentos se colmata todo el sector que abarca el sondeo 1, incluidas las fosas de expolio previas, cuyos rellenos ofrecen producciones cerámicas en cuerda seca parcial, propias de la segunda mitad del siglo XI y primera del siglo XII. Es posible que este abandono definitivo se dé también en el asentamiento o alquería del Pinar de Vaciacorreos, en la suave loma ubicada a espaldas de la antigua villa, pues entre los materiales de superficie no se detectaron producciones que vayan más allá del momento de conquista cristiana, por lo que la antigua Balāt al-Şūf de las fuentes califales debió decaer en este periodo de tránsito, pues las cronologías ofrecidas por los restos óseos de la maqbara no van más allá del siglo XI.
Por el momento el equipo de investigación da por concluido este proyecto de investigación y ahora está centrado en la preparación de una monografía que recogerá todos los resultados obtenidos en el mismo y que será publicada a inicios de 2025 (Fig. 9).
El desarrollo del proyecto ha contado desde sus inicios con la financiación de la JCCM, en colaboración con el Ayuntamiento de Balazote y el I.E.A. Don Juan Manuel; entidades a las que agradecemos desde estas líneas su apoyo a la investigación llevada a cabo desde 2019 a 2024.
Referencias Bibliográficas
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Autoras: Julia Sarabia-Bautista, Raquel Bujalance Silva y Marta Torres Cortés
INAPH, Universidad de Alicante