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El alojamiento forzoso de las tropas en Albacete. Documento del mes de diciembre de 2025 en el Archivo Histórico Provincial de Albacete.

EL ALOJAMIENTO FORZOSO DE LAS TROPAS EN ALBACETE

¿Qué pensaríamos si hoy en día nos obligaran a alimentar y alojar en nuestra casa a unos soldados sin posibilidad de negarnos?

Nos parecería un disparate, pero así era. Cuanto más transitada fuera una villa, como era el caso de Albacete en el camino real, que comunica el centro peninsular con Levante, más personas pasarían por ella, y no todas contribuían al desarrollo comercial, algunos pasajeros eran especialmente gravosos, nos referimos a las tropas militares.

Al no disponer de una infraestructura acorde, como podrían ser los cuarteles, el alojamiento se cubría en viviendas particulares, mesones y posadas, aunque había algunas personas exentas por razón de su estado (hidalgos y nobles) o circunstancias concretas. Los gastos corrían por cuenta del concejo y de los capitanes del regimiento. Al avituallamiento había que añadir las indemnizaciones por los daños que causaban.

Los hurtos y destrozos eran frecuentes. En alguna ocasión se llegó a pagar a un capitán de guerra que cruzó Albacete con su tropa para que no robasen a los vecinos. En 1519 el capitán Alvarado fue denunciado porque tras alojar en casas particulares a su tropa, tres de los llamados «suizos» (mercenarios) atacaron e hirieron con sus espadas al vecino que los debía alojar al grito de: «mueran, mueran». Después salieron de la villa organizándose para entrar «en la noche a saco mano». El tumulto fue contenido por las buenas y pacíficas maneras del alcalde mayor.

Las suspicacias ante la llegada de un regimiento eran fundadas. En 1522 el Ayuntamiento indemnizó a un vecino porque «la gente de Su Majestad, que pasó por esta villa le tomó una mula», servicio que se llamaba de bagajes y era absolutamente legal. El 12 de enero de 1542, el concejo pagó a los carreteros, que se alojaban en el mismo mesón que los soldados, debido al robo de «algunos dineros».

El día 22 de mayo de 1760 se instalaron dos compañías de caballería durante un par de meses. En ese trayecto de tiempo, un nuevo regimiento de infantes de Burgos llegó a la villa. ¿Dónde acomodarlos? Las continuas quejas de los arrendadores de los mesones hicieron que el ayuntamiento les franquease una casa en el callejón de las Vigas (hoy, Méndez Núñez), esquina a la plaza pública, muy capaz y suficiente.

Los conflictos eran habituales, sobre todo si se retrasaba la partida de la tropa. El 31 de mayo de 1760, a pesar de la reticencia del concejo, se renovó el permiso de cuartel de caballería en los mesones de la Fruta y de la Plaza, con las exigencias de limpieza, comodidad, aderezar las pesebreras y empedrar el piso. Aunque el reglamento de acuartelamiento prohibía que las tropas se estacionaran más de tres meses, en el año que estamos analizando debieron superar el límite, ya que el «huésped» (así se llamaba el que regía un establecimiento) de la posada Nueva de la plaza Mayor tras haber alojado a dos regimientos de caballería, rescindió el contrato. El propietario, Jaime de Salazar Rodríguez de Vera y Caos, solicitó al ayuntamiento la revisión de daños ocasionados y su correspondiente indemnización.

Aunque siguió en vigor el alojamiento a lo largo del siglo XIX, se crearon algunos cuarteles temporales para tropas que aliviaron la situación, la solución vino de inmuebles incautados o desamortizados.

LA TRANSFORMACIÓN DE LOS ESPACIOS RELIGIOSOS EN CUARTELES

El primer cuartel parece ser el que alojó al provincial de Chinchilla, luego de Albacete, en 1832, en el edificio que fue de la Compañía de Jesús, anexo a la iglesia de la Concepción, en la plaza de Teatinos (hoy, Mateo Víllora).

En el año 1839 se aprobó la rehabilitación de la parte antigua del desamortizado convento de San Francisco para cuartel de caballería, con capacidad para la tropa de caballos de un solo escuadrón. El 5 de agosto de ese mismo año se inauguró. El edificio fue compartido con el Instituto de Segunda Enseñanza, creado en 1840.

En 1845 se reformó el cuartel de la plaza de Teatinos para alojar también a la Guardia Civil. La plaza cambió de nombre por plaza del cuartel. Este se situaba donde hoy en día se encuentra la plaza del mercado de Carretas, con entrada por la plaza actual de Mateo Víllora.

En el año 1918 el cuartel estrenó un nuevo edificio (desaparecido en la actualidad), proyectado por Daniel Rubio, en la Avenida Ramón y Cajal esquina con la Guardia Civil, donde se encuentra el actual. La espalda de este edificio se situaba en la calle de Mariana Pineda (actual) donde tuvo su fachada otro cuartel, el de la Guardia de Asalto, inaugurado en 1934 en lo que fue una antigua fábrica de harinas.

 

 

 

 

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