CASTILLO DE EMBID
El Castillo de Embid se yergue sobre un pequeño promontorio en medio de un páramo, situado al suroeste del municipio del mismo nombre, perteneciente al Señorío de Molina, en la Sexma del Campo, al norte de la provincia de Guadalajara, limítrofe con Teruel.
La primera construcción, considerada como el germen del futuro castillo, se levantaría hacia el año 1120, en tiempos de Alfonso I el Batallador, rey de Aragón y de Pamplona, cuando este monarca anexionó estas tierras a su reino.
En torno al 1331 Alfonso XI de Castilla, una vez que el Señorío de Molina pasó a depender de la Corona Castellana, concede el Señorío de Embid a Diego Ordóñez de Villaquirán, facultándolo para repoblar estas tierras y construir el castillo.
Tras no pocas vicisitudes, la fortaleza pasó a manos del conde de Medinaceli, quién a su vez lo donará a Juan Ruiz de los Quemadales (el Caballero Viejo), siendo éste quién a mediados del siglo XV lo reconstruye casi en su totalidad, dotándolo de su aspecto actual y ordena que se repare y se levante un sobrado en su torre.
A partir de ese momento las noticias sobre el castillo de Embid son cada vez más escasas, aunque se sabe que en 1687 el rey Carlos II concedió al noveno señor de Embid, D. Diego de Molina y Mendoza, el título de marqués de Embid.
Durante la Guerra de Sucesión, en 1710, el castillo fue incendiado por las tropas austriacas en retirada, tras participar en la batalla de Brihuega y Villaviciosa. A partir de este momento pierde su funcionalidad como enclave defensivo, produciéndose a partir de entonces un evidente deterioro, hasta que, en el año 2005, el Ministerio de Cultura acomete su consolidación y restauración, dotándolo de las infraestructuras necesarias para hacer posible su visita (acondicionamiento de accesos, iluminación del interior, señalización con la colocación de paneles explicativos, etc.).
CASTILLO DE EMBID
CASTILLO DE EMBID