Iglesia de Santa Cruz de Cuenca

La iglesia de la Santa Cruz en Cuenca fue una de las primeras parroquias que tuvo la ciudad. Era una modesta construcción, de una nave, que estaba fabricada con mampostería y cubierta de madera.

A mediados del siglo XVI, Juanes de Mendizábal el Viejo inició la reforma del templo. No obstante, cuando se dio un fuerte impulso a aquella fue bajo el episcopado del Obispo Fresneda, quien en 1568 encargó a Francisco de Goycoa la remodelación del viejo edificio medieval. A Goycoa, siguieron los arquitectos, Pedro de la Vaca que introdujo algunas modificaciones en el proyecto de aquel, siendo la más significativa la de dar mayor anchura a la nave, Mendizábal el Mozo, que alzó los muros perimetrales y volteó unos arcos entre los contrafuertes a los que adosó unas columnas de orden dórico, y los maestros de carpintería Damián Saravia de Oropesa, Francisco Pinarejo y Jerónimo Vadello, que realizaron el artesonado de madera de la cubierta.

Hacia mediados del siglo XVIII (1756) se hizo otra importante remodelación, realizada por José Martín de Aldehuela y el maestro de albañilería y cantería Manuel de Santa María. Fue entonces cuando la iglesia se cubrió con una bóveda de medio cañón con lunetos, desapareciendo el viejo artesonado de madera y se sustituyeron las viejas columnas por pilastras para soportar el peso de la nueva cubierta. Pese a ello ésta también se derrumbaría posteriormente debido a la escasa solidez de sus muros construidos en el siglo XVI.

La iglesia es de una nave, en forma de salón, que está dividida en seis tramos por medio de contrafuertes con pilastras adosadas, y tiene ábside poligonal. La falta de espacio -la iglesia se asoma a la hoz del Huécar- obligó a colocar la sacristía debajo de la capilla mayor. Posee la capilla sepulcral de Luís Valle de la Cerda y un campanario que es obra de Sebastián de Arnani, situado a los pies en el lado del evangelio.

La portada de la iglesia es obra del siglo XVI de estilo renacentista. De traza muy sencilla, se compone de un arco de medio punto, entre pilastras cajeadas jónicas. El cuerpo alto, que tiene una hornacina entre dos «ces», tan características del arquitecto Rodrigo Gil de Hontañón, debió de ser alterado en su disposición y decoración.

Del templo solamente quedan la fachada y los muros perimetrales habiendo sido rehabilitado su interior totalmente. Hoy este edificio se ha convertido en un museo que acoge la colección privada Roberto Polo, de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha, inaugurada en el año 2020.