Cueva de Montesinos
La Cueva de Montesinos se encuentra dentro del término municipal de Ossa de Montiel (Albacete), en la conocida como finca “San Pedro”, dentro del Parque Natural de las Lagunas de Ruidera. Dista de la población de Ossa de Montiel 6 kms. y del municipio de Ruidera 14 kms. En los alrededores de la cueva se encuentran encinas y sabinas típicas de la vegetación mediterránea, junto con diversos matorrales de romero y jaras.
La historia de la cueva se remonta al menos al III milenio a. d. C., periodo del Neolítico Final y comienzo de la Edad de los Metales (Calcolítico), ya que se han encontrado restos de útiles que así lo atestiguan, como son cuchillos y puntas de flechas de sílex (microlitos) y trozos de hachas pulimentadas (denominados por las gentes como "piedras de rayo"). Del mismo periodo se ha encontrado una fusayola en la sala de entrada de la cueva.
Se trata de una cavidad kárstica de 18 mts. de profundidad, con un fondo por el que circula el agua, originada por la disolución de la roca caliza que predomina en el Parque de las Lagunas de Ruidera. Sus dimensiones son 45 metros de fondo máximo, 59 mts. de anchura máxima y unos 18 mts. de profundidad máxima. La máxima altura en el interior es de unos 5 mts. El orificio de entrada se sitúa completamente en el plano horizontal. Se accede a la cueva entre grandes bloques de piedra desplomados hasta el “Portal”, en otro tiempo llamado de “Los Arrieros” por ser guarida de éstos frente a las inclemencias meteorológicas. La entrada desciende por un vestíbulo rodeado de bloques de piedra que dan paso hacia la mitad de la cavidad a la zona más amplia conocida como “La Gran Sala”. Cerca de la entrada hay una galería lateral.
La Cueva de Montesinos es especialmente conocida por ser el escenario en el que Miguel de Cervantes situó la acción de los capítulos XXII y XXIII de la segunda parte del Quijote: “En estas y otras gustosas pláticas se les pasó aquel día, y a la noche se albergaron en una pequeña aldea, adonde el primo dijo a Don Quijote que desde allí a la cueva de Montesinos no había más de dos leguas, y que si llevaba determinado de entrar en ella, era menester proveerse de sogas para atarse y descolgarse en su profundidad. Don Quijote dijo que, aunque llegase al abismo había de ver dónde paraba, y, así, compraron casi cien brazas de soga, y otro día, a las dos de la tarde, llegaron a la cueva, cuya boca es espaciosa y ancha, pero llena de cambroneras y cabrahígos, de zarzas y malezas, tan espesas y intrincadas, que de todo en todo la ciegan y encubren (...)".
Cervantes tuvo que conocer personalmente esta cueva, inspirándose en ella, incorporándola a su inmortal obra. Posteriormente otros autores ilustres como Charles Bogue Luffman (1895) o Arozín (1905) han hablado de ella al estudiar "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha". Posee por tanto un indudable valor cultural, que la ha hecho merecedora de la declaración como Bien de Interés Cultural, con la categoría de Sitio Histórico, realizado por el Gobierno de esta Región.
Cueva de Montesinos
Cueva de Montesinos