Convento de Santa Úrsula de Toledo
El convento de Santa Úrsula tuvo su origen en un beaterio acogido a la regla de San Agustín fundado en 1259.
De la época medieval se conserva el ábside mudéjar, construido en mampostería encintada; en la parte alta de este ábside se abren tres ventanas que mantienen la tradicional combinación de arco de herradura apuntado, cobijado por otro lobulado. En las paredes exteriores del mísmo aparecen los escudos heráldicos de D. Antonio de Ulloa y Dª Inés de Bazán, quienes entre 1603 y 1625, contribuyeron en la financiación de la remodelación de la Capilla Mayor de la iglesia para acoger su enterramiento.
La iglesia es de una sola nave a la que se añadieron dos cuerpos laterales, con la misma fábrica de mampostería encintada. A la derecha del ábside se encuentra una sala llamada «coro viejo»; conserva restos de una techumbre de madera, con un friso alrededor. El testero de la izquierda corresponde a un espacio irregular que ha sido incorporado a la iglesia como nave de la epístola. En el muro que delimita el atrio se conserva la primitiva puerta de entrada —que sirve ahora de acceso directo a la iglesia, al transformar el atrio en nave de la epístola—.
Queda todavía el cuerpo alto de la antigua fachada de ladrillo: un friso de arcos lobulados entrelazados, con un círculo o nudo sobre las claves, que se prolonga para formar el alfiz.
En las dependencias utilizadas como convento, varias reformas han alterado la primitiva disposición derivada del agrupamiento de varios núcleos de vivienda. En 1623, Pedro Sánchez, carpintero, y Antonio Mexía, albañil, se encargan de remodelar el «claustro grande», dos de cuyos lienzos habían de ser derribados y rehechos de nuevo; claustro que fue casi eliminado al incorporar la mayor parte del espacio a la iglesia, para coro de las monjas, mediante una obra realizada en 1758 por José Sierra, entonces arquitecto de la catedral.
Convento de Santa Úrsula de Toledo
Convento de Santa Úrsula de Toledo