Convento de la Merced de Cuenca

Los Mercedarios Descalzos llevaron a Cuenca a principios del siglo XVI, estableciéndose extramuros de la ciudad. Posteriormente se trasladaron al barrio céntrico del Alcázar, donde algunas de las familias más ricas de Cuenca tenían su morada, a un palacio del siglo XVI que tenía planta cuadrada con patio central y torres con chapitel en sus ángulos. En la construcción actual aún se puede apreciar una de estas torres.

El Convento cuenta con una iglesia y la casa conventual con su claustro.

La iglesia, construida posteriormente, aún no estaba acabada en el siglo XVII. Ésta se levantaba sobre una cripta, es de una sola nave con crucero poco señalado en planta y nichos poco profundos entre los contrafuertes. Se cubre con bóveda de medio cañón con lunetos, que está reforzada por arcos fajones. El coro se sitúa a los pies del templo. El crucero se cierra con una cúpula elíptica, con decoración de tipo geométrico. Los tramos son muy altos, hay un claro predominio de los ritmos verticales provocando una sensación de gran altura.

La fachada de la iglesia es conceptualmente de estilo manierista compuesta por dos cuerpos. En el primer cuerpo, aparece dos pares de pilastras cajeadas y unas hornacinas en los entrepaños flanqueando la puerta, que es de arco de medio punto. El cuerpo superior consta de tres nichos volados entre los que aparece el escudo de los marqueses de Cañete, patronos del Convento. Se cree que el autor de esta composición es el religioso mercedario fray Domingo Ruiz, maestro mayor del obispado de Cuenca.

En 1739 se acometió la ampliación del convento con la compra de un edificio anexo, propiedad de los marqueses de Cañete. Esta casa conventual consta de tres pisos, con fachada abierta a la Plaza Mayor y se ordena en torno al claustro que es cerrado, de planta cuadrada levemente irregular y de dos alturas. Éste último fue erigido en el siglo XVII en el lugar que en otro tiempo ocupaba el patio del palacio.