Testamento de Garcilaso de la Vega. Documento del mes en el Archivo Histórico Provincial de Toledo. Diciembre de 2019
Durante los siglos XVI y XVII la ciudad de Toledo fue quizá el principal centro cultural de España, muchas veces por los artistas y literatos que acudían desde otras tierras, pero en ocasiones por los propios naturales toledanos. Es el caso de Garcilaso de la Vega.
Garcilaso nació en Toledo entre 1498 y 1503. De familia noble, entró al servicio de la corte de Carlos I, donde combinaría las funciones cortesanas con las militares, y donde trabó amistad con Juan Boscán, quien le introduciría en las nuevas formas poéticas que venían de Italia. Participó en varias acciones bélicas, entre ellas el cerco a Toledo durante la guerra de las Comunidades. En 1525 casó con Elena de Zúñiga, también noble toledana, dama de la hermana del emperador.
No entraremos en detalles sobre su apasionante vida, mezcla de guerras, intrigas cortesanas, amoríos y, por supuesto, poesía. Sus poemas solo se publicarán tras su muerte, como apéndice a los de Boscán, pero rápidamente su fama y su influencia superarían en mucho las de su amigo. Lo cierto es que Garcilaso asimiló enseguida las nuevas formas que venían de Italia y supo adaptarlas al español con una inspiración y delicadeza aún no superadas.
En año 1529 el emperador Carlos V le ordenó marchar a Roma como parte de su ejército. Nuestro escritor se puso en marcha pero, previsoramente, antes de embarcarse en Barcelona hizo su testamento ante el notario Fernando de Barreda. Era el 25 de julio.
El documento, bastante breve, incorpora un anexo con una serie de mandas adicionales escritas de su propia mano. Por supuesto, todo ello firmado por él mismo. El conjunto, cerrado y sellado allí mismo, quedó bajo la custodia del notario barcelonés con el encargo de hacérselos llegar a su esposa, que quedaba en Toledo, en caso de que él muriese.
En los pliegues y los sellos están las firmas de los testigos, entre los que reconocemos al mismísimo Juan Boscán.
Garcilaso moriría en Niza, a consecuencia de una acción militar, en octubre de 1536. En cumplimiento de su voluntad, el testamento cerrado fue entregado a su viuda a finales del mismo año, y ante ella y en presencia del notario toledano Payo Rodríguez Sotelo, se procedió a su apertura y lectura. Enseguida Payo Rodríguez lo incorporó a su protocolo de ese año, y por eso conservamos en Toledo este interesantísimo documento.
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