Cueva Prisión de Medrano

La Cueva Prisión de Medrano en Argamasilla de Alba es una construcción con un relevante valor etnográfico, al tratarse de una construcción típicamente manchega, que también posee un valor histórico ya que está ligada a la figura de Miguel de Cervantes y a la tradición que afirma que el escritor estuvo preso en esta cueva y allí concibió su obra universal.

Se sabe que a comienzos del siglo XVII la casa donde se encuentra la cueva pertenecía a la influyente familia argamaseña de los Medrano y que en 1905 sufre un devastador incendio que la deja casi en ruinas. A finales del siglo pasado es adquirida y rehabilitada por el Ayuntamiento de la localidad para dedicarla a oficina de turismo; ésta comprende varias estancias entre las que se encuentran la Cueva Prisión, una galería del pintor valdepeñero Gregorio Prieto y un auditorio.

La cueva ha permanecido prácticamente intacta hasta nuestros días, manteniendo la tipología original de este tipo de estructuras de las casas manchegas tradicionales. Se trata de una estancia que se adapta muy bien al clima manchego, conservando el calor en las épocas de invierno y el fresco en verano.

A la cueva se accede, atravesando el patio de la casa (porche), por una estrecha escalera que arranca a nivel del suelo, descendiendo hasta la entrada de la misma, por unos escalones toscamente labrados en la roca y paredes encaladas. La cueva en sí posee dos niveles, en el primero se encuentra el espacio que sirvió de prisión a Cervantes y un segundo nivel que hizo las funciones de almacén y bodega.

El primer nivel tiene una estructura muy sencilla; es de planta rectangular en forma de túnel, con una puerta de entrada lateral adintelada con dos escalones para salvar el desnivel del suelo desde la escalera, un techo bajo en forma de bovedilla vaída, paredes encaladas sin enlucir, suelo empedrado en unos tramos y asolado con baldosas de barro cocido en otros, unos pequeños huecos abocinados a modo de ventanas, abiertos en las zonas altas de las paredes buscando la ventilación y la luz solar procedente del patio, un poyal rectangular adosado a una de las esquinas de la estancia, un testero y piecero planos y una escalera de bajada al segundo nivel.

El segundo nivel tiene un grado de elaboración aún menor, tratándose de un espacio horadado en la roca madre, de escasa altura (apenas cabe una persona erguida), articulado por un pasillo central, con suelo empedrado como elemento más elaborado y dividido en varios espacios a ambos lados del pasillo. Las condiciones térmicas en este nivel son muy constantes a lo largo de todo el año -en torno a los 16º – 20 º C-, que lo hacen propicio para la conservación de alimentos y el envejecimiento del vino.