Las Terceras o Tercias Reales son construcciones que se empiezan a realizar en Castilla desde finales del s. XV, cuando el papa Alejandro VI cedió, en 1494, de forma perpetua a los Reyes Católicos, como premio a la Conquista de Granada, el cobro de la tercera parte del diezmo eclesiástico (el 10% de la producción) que originalmente debía ir íntegramente a la Iglesia.
Aunque en épocas posteriores el impuesto pudo pagarse en moneda o en especies, lo usual era que en esos primeros siglos el pago se efectuara mayoritariamente de esta segunda manera, por lo que, a fin de poder almacenar estos productos, se empezaron a construir edificaciones específicas (principalmente graneros y almacenes) que fueron conocidas como Terceras o Casas de Tercia, caracterizadas por ser construcciones de gran tamaño, sólidas y bien ventiladas con huecos pequeños o enrejados, de planta regular, con su interior diáfano o dividido en naves mediante pilares y pudiendo disponer también de un espacio elevado o cámara donde almacenar productos más delicados, con techos altos y cubiertas de teja que, a veces, incluían entre sus enseres balanzas con sus pesas y otros utensilios para el control del volumen y peso de los productos entregados. Al exterior podían tener portones para facilitar el acceso y la descarga desde los mismos carros y, por ello, solían situarse junto a un amplio espacio abierto en el que pudieran llevarse a cabo las mediciones y comprobaciones de los productos entregados.
A partir de esta fecha, en Castilla se empiezan a elevar unos edificios que siguen unos patrones constructivos generales derivados de la adecuación a sus funciones y que, como edificios de nueva planta, para poder cumplirlas con mayor eficiencia, también solían situarse en los límites del núcleo medieval, aprovechando la proximidad de un camino importante y generando en su entorno un espacio abierto que facilitara el tránsito y la descarga de los carros en sus inmediaciones y/o en su interior.
La Casa de la Tercia de Campo de Criptana (Ciudad Real) es uno de los ejemplos mejor conservados de estas Terceras en la provincia de Ciudad Real: edificio enmarcado cronológica y estilísticamente en el periodo renacentista, caracterizado por su sobriedad remarcada en una planta rectangular cuya distribución interior respondía directamente a su destino como almacén de cereales y otros productos agropecuarios, una sencilla composición exterior y una fábrica con gruesos muros de mampostería caliza careada, muy regular, que sólo se rompe mediante el uso de sillares de arenisca roja en las esquinas, jambas y aleros, con un esquema constructivo habitual para estos edificios durante el s. XVI.

Su interior, diáfano, aunque dividido longitudinalmente por un muro de carga, abierto en sus dos plantas mediante una serie de arcos de medio punto, que soporta las grandes vigas de madera que forman el forjado intermedio del edificio y la más liviana estructura de la cubierta, se repite en las dos plantas que conserva, se cubre con un tejado formado con una serie de cerchas que soportan la tablazón sobre la que se colocaba la teja curva.
Aunque desde su construcción ha sufrido numerosas intervenciones de reparación, mantenimiento o reforma (la primera de la que tenemos constancia, en 1657) que han alterado el aspecto original, se reconocen en ella todas sus características originales y sigue ofreciendo una visión unitaria, de conjunto, majestuosa y sólida de una arquitectura relacionada con el pasado agrícola de nuestra comunidad, de la que también forman parte, en la misma localidad el Pósito Real, los molinos de viento y el pozo de nieve de Villajos.
La fachada principal, a la plaza de la Tercia, de aproximadamente 23 metros de longitud, está realizada mayoritariamente en mampostería careada, realizada con piezas de caliza de tamaño medio y abundante enripiado, y con sillares en las jambas de los huecos y en la esquina (de arenisca rojiza en la esquina y en las jambas de algunos de sus huecos), adosándosele en su extremo meridional un contrafuerte realizado también con mampostería caliza.

Sobre ella se dispone un tejado a dos aguas que descansa, en la parte meridional, única en la que se ha conservado, sobre un alero realizado con sillares labrados en sección de pecho de paloma con la particularidad de alternar cromáticamente los rojos de la arenisca y los blancos de la caliza.
Presenta pocos huecos: el del acceso principal, centrado en el eje de la fachada, conformado por un arco de medio punto labrado en sillares calizos, con dos piezas de arenisca roja en sus salmeres, y otro en la zona septentrional, abierto posteriormente, conformado por sendas jambas y un dintel, también de caliza.
Sobre el eje de la puerta se localiza el hueco de una ventana, en el lugar que ocupó con anterioridad el escudo heráldico que presidía el conjunto, y a su izquierda, ligeramente desplazado, otro hueco que conserva en la actualidad un vano rectangular pero que ocupa, al menos parcialmente, un hueco anterior cerrado por un arco de medio punto.
Otros cuatro huecos de pequeñas dimensiones se disponen, en eje, a ambos lados de la fachada: los de la planta inferior son apaisados y los de la superior verticales.
La fachada septentrional, de unos 9’50 metros de longitud, conserva la alineación y altura originales como testero de la construcción, se encuentra mucho más modificada, habiéndose abierto en ella cuatro vanos que no se corresponden con la configuración original: dos grandes portones en planta baja (cegado parcialmente el más cercano a la esquina noroccidental) y dos huecos de ventana, con rejas, en la planta superior. Fruto de estas remodelaciones es la heterogeneidad aparente de su fábrica que, sin embargo, conserva aún los sillares de arenisca rojiza en su esquina noroccidental.
El edifico está compartimentado en dos inmuebles en la actualidad, habiéndose separado ambos mediante un muro interior trasversal al eje mayor de la construcción.
Entre la abundante información y documentación existente en el Archivo Municipal de Campo de Criptana (AMCC) relativa a los cereales, a sus precios, diezmos de cereales, expedientes de registro de grano, etc., destacan siete documentos específicamente relacionados con la Casa de la Tercia que han ayudado a tener un mejor conocimiento del edificio y de su devenir histórico. Estos documentos, fechados en 1657, 1708, 1710, 1815, 1818, 1832 y 1848 aportan numerosos datos, desde contratos para la reparación del edificio en 1657 hasta el expediente para su venta en 1848.
El más antiguo de ellos (1657) nos informa de cómo D. Pedro Fernández de la Rada, contador de la Mesa Maestral del Partido de Quintanar de la Orden, a instancias del licenciado D. Bayllo de la Beldad, tercero de la Tercia de pan, ordena la revisión del edificio y solicita un presupuesto para dar cuentas de él a D. Tomás de Aguilar, tesorero de los maestrazgos, para que asigne el dinero necesario. En la segunda, Ambrosio Díaz, tras visitar la Casa de la Tercia con el alarife Bartolomé López, declaró que era necesario volver el tejado de la segunda nave (la situada más al este) y retejar la primera (oeste), dándonos así noticias de la existencia del edificio desde tiempo anterior, puesto que se habían producido desperfectos importantes, y de los personajes que tenían relación con él.
El documento denominado 1708/26/318, recoge un expediente que cita el sumario de los diezmos de cereales entrados en la Casa de la Tercia que aporta datos importantes para conocer la realidad y el montante de los diezmos recogidos, así como los nombres de numerosas personas que hacían la entrega de los diezmos. Gracias a él podemos saber que en 1708 se recogieron algo más de 298 fanegas de trigo, 312 fanegas de cebada, 69 de centeno y 5 fanegas de avena, lo que atestigua la importancia del trigo y de la cebada en la sociedad criptanense del siglo XVIII.
El tercero, fechado en 1710, se refiere a un expediente para la cobranza al valimiento de la Tercia sin que aporte otros datos de interés al presente estudio.
También nos aportan noticias de la Tercia las Respuestas Generales del Catastro de Ensenada, realizado en 1752, con referencias claras y específicas a este edificio de las que se deduce la continuidad en su funcionamiento en la primera mitad del s. XVIII.
Hoy el DOCM publica el incio de expediente para declarar Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, la Casa de la Tercia, en Campo de Criptana (Ciudad Real)