Las bibliotecas móviles fue una aspiración bibliotecaria muy temprana en lo que hoy es Castilla-La Mancha. Gracias a la visión de personas concretas, que vieron en este modelo de servicio una solución rápida a la falta de acceso al libro en las zonas rurales, hubo provincias, como la de Toledo, que llegaron a contar con hasta 7 vehículos en funcionamiento a finales de los años setenta.
Los Patronatos Provinciales para el Fomento de Archivos, Bibliotecas y Museos Arqueológicos, fueron los primeros órganos puestos en marcha en época franquista para coordinar e impulsar de alguna manera, las bibliotecas en el país. Los Patronatos sirvieron para que los bibliotecarios pudieran visitar y explicar sus problemas a los poderosos gobernadores civiles, canalizar las raras subvenciones destinadas principalmente a la organización de la Fiesta del Libro, y, en algunos casos para que intervinieran en la gestación de los Centros Provinciales Coordinadores de Bibliotecas que poco a poco, fueron asumiendo la casi totalidad de las competencias en bibliotecas pese a que aquellos siguieron existiendo largo tiempo.
En estas condiciones se crea el primer Centro Coordinador de Bibliotecas de Toledo y es en este marco donde se empieza a gestar y poner en marcha la implantación de los servicios móviles en las provincias que hoy son Castilla-La Mancha, en dónde podemos distinguir desde 1973 y hasta la fecha actual, los siguientes tres periodos en lo que se refiere a la evolución de su gestión:
1973-1997: Periodo preautonómico y centros provinciales coordinadores
La puesta en marcha de servicios bibliotecarios móviles en las actuales provincias de Castilla-La Mancha se debió al ímpetu de un puñado de bibliotecarias, al efecto contagio ante la dotación de vehículos en provincias aledañas, y al fracaso de programas como las Maletas Viajeras (basados en el voluntarismo de quienes se encargaban de su prestación) y de las llamadas Agencias de Lectura (finales de los 50 y mediados de los 60).
En aquella época, la dotación de vehículos por parte del Ministerio se conseguía (a veces), tras insistentes peticiones de responsables concretos; y a nivel local era necesario buscar personal y medios para que los vehículos pudieran iniciar sus servicios. Durante los primeros años las bibliotecas públicas del Estado solían impulsar y responsabilizarse de estos servicios móviles como parte de sus propias funciones como centros provinciales coordinadores a nivel provincial.
Con el inicio del Estado de las Autonomías a principios de los años ochenta, las competencias de bibliobuses fueron siendo transferidas progresivamente a los centros coordinadores que a su vez y dependiendo de la provincia, fueron liderados por la respectiva Diputación provincial primero y la Junta de Comunidades después. De este modo, alrededor de mediados de los años ochenta, se dan casos en los que tanto el Ministerio, como la Diputación y la Comunidad Autónoma, asumen cada una de ellas una parte de los gastos del servicio.
1997-2011: Secciones del libro, archivos y bibliotecas. Planificación y extensión del servicio
Desde principios de la década de los noventa, la Junta de Castilla-La Mancha inicia una política decidida de impulso de los servicios bibliotecarios en general tras la creación del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas. Desde entonces, Juan Sánchez Sanchez, visionario y activista del acceso a los servicios bibliotecarios y responsable hasta 2005 de este servicio, defendió un modelo basado en la planificación e inversión conjunta de todas las administraciones públicas con el objetivo de que todo/a castellano-manchego/a contara con servicios bibliotecarios sin importar su lugar de residencia.
El esfuerzo planificador es una de las señas de identidad de este periodo, y la reorganización de las estructuras técnicas fue una de las primeras medidas incluidas en el “Plan Director de bibliotecas (1997-2000)” que desarrollaba el Plan estratégico de cultura que se aprobó para el periodo 1997-2006. Así, en sustitución de los fallidos centros provinciales coordinadores, se crearon secciones provinciales dependientes del Servicio Regional del Libro, Archivos y Bibliotecas de la Comunidad Autónoma y que, entre otras cuestiones, pasaron a gestionar las bibliotecas móviles existentes en aquel momento y que habían quedado reducidas a 4 bibliobuses (dos en la provincia de Toledo y uno en Albacete y Cuenca respectivamente) de los 12 vehículos que llegaron a circular en 1984.
A partir de ese momento se inicia un periodo dorado de las bibliotecas públicas en Castilla-La Mancha, y que en los primeros momentos se centra especialmente en planificar y financiar la creación de bibliotecas públicas municipales y la consecuente dotación de medios personales y materiales. El periodo 2008-2011 supuso en Castilla-La Mancha alcanzar el cumplimiento teórico de sus aspiraciones de cobertura universal de servicios bibliotecarios para todos los municipios de la región gracias a la adquisición de 3 nuevos bibliobuses que esta vez suponían los primeros vehículos de tipo compacto que existían en España en el marco de servicios no urbanos. También el apoyo a los servicios bibliotecarios móviles de todas las diputaciones provinciales llegó a su cenit en aquellos años.
El impulso inversor planificado parecía haber esquivado con suficiencia la crisis económica de 2008 aunque el modelo de gestión de los nuevos servicios con personal externo a la Administración pública contratado a través de una fundación pública y con un perfil de conductor/a-bibliotecario/a carecía de la estabilidad y garantía jurídica suficiente.
2011-2022: Consolidación
La nueva Ley 3/2011, de la Lectura y de las Bibliotecas de Castilla-La Mancha era el elemento llamado a garantizar la estabilidad jurídica del nuevo modelo universalizador de los servicios bibliotecarios en la región. Se trata de un ambicioso texto legal que sitúa los servicios bibliotecarios móviles en pie de igualdad con las bibliotecas fijas y determina de forma clara su ámbito legal de actuación y de financiación por parte de las administraciones públicas. Sin duda la Ley supuso la consolidación, reconocimiento y garantía definitiva de los servicios bibliotecarios móviles en Castilla-La Mancha. Así, el artículo 16.4 establece que “todos los municipios de Castilla-La Mancha que tengan entre 300 y 1000 habitantes y no dispongan de biblioteca pública de uso general, dispondrán de servicio bibliotecarios de carácter móvil”.
Sin embargo, 2011 trajo consigo nuevas fórmulas de gestión de los servicios públicos en general y una concepción distinta del acceso a la cultura que hizo que los servicios puestos en marcha en la región en los últimos años y que aún no se habían consolidado, especialmente los nuevos servicios móviles compactos, fueran suspendidos. Pese a ello y gracias a la excelente cota de desarrollo conseguido, los resultados y grado de cobertura acreditados por la Red de bibliotecas móviles de Castilla-La Mancha sigue siendo destacable.
Los vehículos
Los primeros bibliobuses circularon por las provincias que actualmente forman Castilla-La Mancha a comienzos de los años setenta, fueron proporcionados por la Dirección General de Archivos y Bibliotecas. El valor de cada uno de estos vehículos, incluida su carga de libros, unos 2.000 volúmenes, era de un millón de pesetas.
En Cuenca el servicio de bibliobús se comienza a prestar en 1972 con 1 vehículo carente de calefacción, como deja patente Fidel Cardete en la Memoria del Centro Provincial Coordinador de los años 1972-73:
“En el mes de diciembre, aprovechando las vacaciones de Navidad se dotó al vehículo de calefacción, la cual era tan necesaria que llegamos a pensar en suspender el servicio por lo inhóspito que lo hacía el frio, pero la Dirección General atendió nuestra petición y no fue preciso llegar a ese extremo”.
En Guadalajara el servicio se comenzó a prestar con un autobús “de tipo medio” en julio de 1973 a través del Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas con sede en el Palacio del Infantado, y sostenido conjuntamente por la Dirección General de Archivos y Bibliotecas y la Diputación Provincial. Cubría seis rutas visitando pueblos situados relativamente cerca de la capital de provincia. La capacidad de la biblioteca móvil, así se rotuló en el vehículo, era de 1.700 libros.
En Toledo, el Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas con el apoyo de la Diputación Provincial, pone en marcha el servicio en 1973 con dos bibliobuses, cifra que se duplica a partir del segundo semestre de 1974.
Los años setenta trajeron un avance significativo en lo que se refiere al vehículo y es el cambio hacia un modelo de vehículo autopropulsado para su extensión por el medio rural.
Desde el año 1976 al 1979 desde el Centro Provincial Coordinador de Toledo se realizaron una serie de gestiones con la Diputación Provincial de esta provincia encaminadas a incrementar el servicio con tres nuevos vehículos ante la imposibilidad de atender a la creciente demanda lectora con cuatro bibliobuses. La ampliación venía impuesta por el número de personas inscritas en constante aumento y la obligatoriedad de reducir el horario laboral de las personas encargadas, que estaban realizando una jornada media de 12 horas diarias.
El elevado número de municipios recorridos por cada uno de los bibliobuses, así como a la excelente acogida del servicio, requería renovar y ampliar la flota de vehículos, que se va consiguiendo tras mucho esfuerzo de los directores de los centros provinciales coordinadores. Así en Cuenca se adquiere un bibliobús que en 1983 sustituye a la furgoneta antes mencionada, y en el caso de Toledo, el Ministerio de Cultura compra un vehículo, y la Diputación Provincial de Toledo otros dos en1984. En este momento, y hasta 1987, la estructura de servicio de bibliobús en la provincia de Toledo alcanza su máxima extensión, llegando a los 7 vehículos (6 en activo y uno en reserva).
Estos últimos vehículos son mucho mayores, 12 metros de longitud, y más modernos, con capacidad para 2.500 a 3.000 volúmenes y un coste cercano a los 7 millones de pesetas.
A lo largo de los años ochenta, los primeros vehículos comienzan a dar problemas, como se desprende del informe del director técnico del Centro Provincial de Cuenca, José Ramón Rodríguez Clavel, de 1985: “A mediados de 1978 el vehículo se averió y se solicitó un nuevo vehículo a la Dirección General de Archivos y Bibliotecas, pero ésta comunicó que a partir de entonces los gastos del servicio correrían a cargo del Centro Coordinador (más de dos millones de pesetas). El Centro Coordinador no lo asumió y el servicio en Cuenca quedó paralizado durante 6 años.”
En cuanto a la titularidad del servicio, en 1984 los bibliobuses de Toledo y Albacete son transferidos a la Junta de Comunidades de Castilla- La Mancha, compartiendo los gastos de servicio con las respectivas Diputaciones Provinciales, de tal manera que la Diputación corre con el mantenimiento y gastos de combustible y la Junta con la retribución de dietas y horas extraordinarias del conductor. En Cuenca, se solicita dicha transferencia en 1985, pero no es hasta 1997, con la creación de las Secciones Provinciales del Libro, Archivos y Bibliotecas, cuando se hace efectiva.
En Toledo, en de noviembre de 1987, los cinco bibliobuses propiedad del Ministerio dejaron de prestar servicio. Ante esta situación la Diputación Provincial acordó reestructurar las rutas y poner en servicio los dos bibliobuses nuevos, vehículos de su propiedad.
Durante los años noventa se produjo una reducción de la flota a nivel regional la cual llegó a ser de 4 vehículos: Toledo pasó a tener 2, en Guadalajara los 4 bibliobuses dejaron de funcionar, y en las provincias de Cuenca y Albacete solo funcionaba un bibliobús. Ciudad Real por su parte, nunca contó con este servicio.
En parte, esto también se debió a la progresiva creación de nuevas bibliotecas públicas que hizo innecesario en esos municipios la presencia de la biblioteca móvil.
Sin embargo, 1997 supuso el inicio de un periodo de planificación que acabó fructificando en un nuevo resurgir del servicio bibliotecario móvil en Castilla-La Mancha, y ello pudo realizarse de la mano de la renovación y ampliación de las flotas como eje de una renovación integral del servicio y entre 2002 y 2011, tras realizar un gran esfuerzo inversor, se adquirieron y equiparon 11 nuevos bibliobuses, que se distribuyeron de la siguiente forma: 1 en Albacete, 3 en Cuenca (2002, 2005 y 2010), 4 para Guadalajara (2002, 2005 y 2010), 2 en Toledo (2004 y 2005) y uno para Ciudad Real (2011).
Cada uno de los bibliobuses contaba con sistema de acceso a Internet, que en sus comienzos se diseñó vía satélite, y que actualmente se ofrece a través de líneas inalámbricas de datos. Los primeros vehículos contaban además con ordenadores de uso público. Además, todos ellos se equiparon con rampas de distinto tipo para el acceso para personas con movilidad reducida.
Los servicios de los bibliobuses y su evolución
La misión de los primeros bibliobuses era esencialmente, prestar un servicio de apoyo educativo. En la práctica, esta misión se concretaba en acercar la lectura a aquellos municipios que carecían de biblioteca pública fija, fundamentalmente a través del servicio de préstamo a domicilio.
La política de préstamo en estos primeros tiempos de servicio venía marcada por la frecuencia de las visitas y por el número de fondos que podía transportar cada bibliobús, 2.000 volúmenes, lo que tuvo como consecuencia que solo se autorizase el préstamo de una obra por persona, excepto casos excepcionales. Sí se permitía, el intercambio de documentos prestados, siempre que cada persona devolviera el libro que hubiera solicitado y no el del vecino.
Los resultados obtenidos por los bibliobuses, en los primeros años de funcionamiento fueron, extraordinariamente satisfactorios. Pongamos como ejemplo, los bibliobuses de Toledo, que proporcionaban lectura a una población potencial de 220.551 habitantes, y que pasaron de prestar 23.825 libros el primer año a 129.376 el segundo y a 183.089, el tercero. Estos resultados no pueden por menos que impresionar si pensamos en la España rural de los años setenta, preferentemente agrícola, con un bajo nivel educativo y que hasta ese momento no había disfrutado de ningún servicio bibliotecario.
A partir de los años ochenta, la planificación de actividades culturales en los bibliobuses empieza a cobrar una mayor importancia. Algunas Diputaciones, como la de Toledo, crea en 1983 un "Departamento de actividades culturales" en el Centro Provincial Coordinador, que pronto empieza a programar actividades en torno al "Día del Libro". Posteriormente, se comienzan a coordinar algunas actividades a nivel regional, culminando con la propuesta del Plan de lectura 2005-2010, donde se establecía la creación del programa “Biblioteca en marcha” para la realización de actividades de animación lectora a través de los bibliobuses, que en la práctica supuso la existencia de un crédito anual para cada vehículo de cara a la programación de las actividades que se diseñaran por parte de cada Sección provincial.
En la actualidad, la red de bibliobuses de Castilla-La Mancha funciona en la práctica con una amplia autonomía a nivel provincial en lo que respecta a la organización de sus servicios y rutas más allá de los servicios y proyectos de Red impulsados desde el Servicio del libro archivos y bibliotecas.
Un gran éxito para el reconocimiento de los servicios móviles en Castilla-La Mancha es su aparición explicita en la vigente Ley 3/2011 de la lectura y de las bibliotecas de Castilla-La Mancha. Así, el artículo 16.4 establece que “todos los municipios de Castilla-La Mancha que tengan entre 300 y 1000 habitantes y no dispongan de biblioteca pública de uso general, dispondrán de servicio bibliotecarios de carácter móvil”.
La misma Ley detalla qué se espera de cada Administración pública en relación con la prestación del servicio bibliotecario móvil: a la administración autonómica le corresponde “crear, planificar financiar y gestionar los servicios bibliotecarios móviles (…)” (art. 21.i)), a las Diputaciones provinciales “colaborar en la prestación de los servicios bibliotecarios de carácter móvil (…)” (art. 20 a)), y a los municipios “facilitar la prestación de los servicios bibliotecarios móviles (…)” (art. 19 b)).
Desde 2019 los bibliobuses de la región están integrados formalmente en la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha, y por tanto se rigen por su Reglamento básico que regula, entre otros, la prestación obligatoria de los siguientes servicios: consulta en sala, préstamo, información y orientación, servicio de acceso a internet y a aplicaciones informáticas, promoción de la lectura y actividades culturales. También los deberes y derechos de las personas usuarias.
La red de bibliobuses de Castilla-La Mancha, cuenta actualmente con 16.414 personas inscritas que durante 2021 realizaron 34.807 visitas y 42.278 préstamos. Sus redes sociales recibieron 2.510 accesos y a las actividades programadas por los mismos asistieron 2.416 personas infantiles y adultas.
Todos lo bibliobuses elaboran boletines de novedades, guías de lectura y centros de interés para la población a la que se atiende. También facilitan acceso a Internet, según el vehículo, mediante equipamiento propio del bibliobús, o a través de su red WiFi.
Los bibliobuses también están incluidos en el proyecto La estantería violeta, iniciativa de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha enmarcada en las acciones del Pacto de Estado contra la violencia de género y desarrollada en la mayor parte de los centros de la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha. El proyecto ha supuesto una aportación de fondos documentales a lo largo de varios años (entre 2019 y 2021) relacionados con la perspectiva de género.
Dado que la red de bibliotecas móviles forma parte de la Red de Bibliotecas Públicas de Castilla-La Mancha y comparte por tanto todos los recursos que ésta pone a disposición de cualquier biblioteca integrante de la misma, las personas usuarias de los bibliobuses, también cuentan entre los servicios ofertados con eBiblio Castilla-La Mancha y eFilm Castilla-La Mancha.
También es habitual el apoyo del servicio de biblioteca móvil a los centros escolares en aquellos municipios sin biblioteca fija, donde suelen parar de una a dos horas dentro de sus rutas. Estas visitas que se coordinan con el personal docente, suelen ofrecer además del habitual servicio de préstamo e información de referencia, alguna actividad de fomento de la lectura a menudo coincidiendo con fechas señaladas. También es común el préstamo de lotes, en Guadalajara, por ejemplo, se han formado lotes con destino a los Colegio Rurales Agrupados de la provincia, que rotan por todos ellos a petición de los mismos.
Los clubes de lectura que se ofrecen desde los bibliobuses están orientados a consolidar y ampliar los servicios de fomento de la lectura. Tras la primera experiencia en Cuenca en 2010/12, en 2015 el Bibliobús de Albacete inicia sus “Clubes de lectura en ruta”, proyecto de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha con la colaboración de la Diputación Provincial de Albacete y que sigue funcionando con éxito. Le siguieron los bibliobuses de Toledo, entre 2015 y 2016, y más recientemente el Bibliobús B2 de Guadalajara y el II de Cuenca.
De cara al futuro, desde hace algunos años existe una corriente social y política en favor de medidas para revertir el despoblamiento de amplias zonas de España y en ese marco, el servicio bibliotecario móvil está llamado, sin duda, a desempeñar un papel fundamental acercando la cultura escrita a cualquier persona allá donde viva por muy remoto que sea ese sitio.
Autores:
Servicio del Libro, Archivos y Bibliotecas de Castilla-La Mancha.