Castilla-La Mancha, gran plató natural y patrimonial
La variedad de sus paisajes, sus enclaves históricos con dos ciudades declaradas patrimonio de la humanidad y su excelente red de comunicaciones hacen de Castilla-La Mancha destino preferente para toda clase de rodajes. Es en ese terreno donde actúa la Film Commission de cara a fomentar esta industria cultural mediante diferentes estrategias de apoyo.
Fruto de las ayudas a largometraje inauguradas en 2004, se ha colaborado en títulos tan emblemáticos como Camino de Javier Fesser, distinguida con numerosos Goya, el total de la obra del cineasta Javier Rebollo (muy vinculado personalmente con Castilla-La Mancha) con películas tan galardonadas como Lo que sé de Lola, La mujer sin piano o El muerto y ser feliz. Itzíar Bollaín ha elegido localizaciones en Toledo y Guadalajara para, respectivamente, sus películas Te doy mis ojos y Mataharis. La primera supuso todo un aldabonazo para concienciar sobre la triste lacra de los malos tratos, además de una película de excepcional calidad.
De las conmemoraciones cervantinas se han derivado numerosos títulos, tales como Miguel y William, Donkey Chote, La conjura de El Escorial, siendo quizá los más perdurables Don Quijote cabalgando por el cine, documental de Javier Rioyo sobre todas las versiones cinematográficas del personaje, y El hombre que mató a don Quijote, la tan esperada versión del cineasta Terry Gilliam.
Desde la Junta de Comunidades se ha facilitado el rodaje de títulos como La rosa de nadie, de Ignacio Oliva, película íntegramente rodada en Cuenca o la road movie Huídas, de Mercedes Gaspar.
Merece mención especial la colaboración con El Deseo, la productora de los hermanos Almodóvar, que impulsó un reencuentro del universal cineasta de Calzada de Calatrava con sus raíces en Volver (2006), La piel que habito (2011) y Los amantes pasajeros (2013), respectivamente localizadas en La Mancha, Toledo y el aeropuerto de Ciudad Real.