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Conoce la Historia del Archivo Histórico Provincial de Toledo

El Archivo Histórico Provincial de Toledo se creó en 1931 y abrió sus puertas dos años después ocupando parte del Museo de Santa Cruz. En 1966 se trasladaría a la Casa de la Cultura, junto con la Biblioteca Provincial, para pasar a instalarse definitivamente en 1992 en el antiguo Convento dominico de Jesús y María, en pleno casco histórico de la ciudad de Toledo.

En el lugar donde hoy está el AHPTO estuvieron las casas solariegas de las familias Niño y Ribera, de gran importancia en el Toledo medieval. De esta época todavía podemos contemplar unas estupendas yeserías mudéjares del siglo XIV, aún en proceso de restauración. En 1601 se fundó en estas casas el convento de Jesús y María, de monjas dominicas, y la remodelación subsiguiente cambió por completo la fisonomía del edificio. En 1984 el Estado lo adquirió para su adaptación como Archivo. Las obras se prolongaron hasta 1992, y el actual edificio, a la vez que cumple con todas las condiciones para realizar las funciones de un archivo moderno, mantiene la estructura y el ambiente de un convento del siglo XVII.

En la actualidad, el AHPTO custodia más de 100 fondos documentales diferentes, que en total ocupan más de 8,5 kilómetros lineales de documentación, fechada entre 1207 y 2016. De entre todos esos fondos, podemos destacar los siguientes: 

- Protocolos de los notarios de la provincia, desde 1469 a 1945. Es, sin duda, el fondo documental más utilizado por los historiadores y es difícil elegir en él un documento representativo. Señalemos, por ejemplo, la carta dotal de Miguel de Cervantes o el contrato del Greco para pintar “El entierro del señor de Orgaz”. Pero en sus más de 20.000 volúmenes podemos encontrar documentos firmados por algunos de los más ilustres personajes del Siglo de Oro español: Santa Teresa de Jesús, Lope de Vega, Tirso de Molina, Juanelo Turriano, Garcilaso de la Vega y los ya citados Cervantes y El Greco.

- Universidad de Toledo. Unas 450 cajas con documentos desde 1456 hasta 1892 que testimonian la actividad de la Universidad toledana y sus colegios asociados durante toda la Edad Moderna.

- Intendencia de Toledo (1207-1858), que era el antecedente de la actual provincia pero con mucha mayor extensión. Dentro de sus aproximadamente 1.800 cajas y carpetas hay que destacar algunos grupos de documentos. Así, el famoso Catastro de Ensenada, una impresionante y pormenorizada descripción de todas las propiedades de los toledanos de mediados del siglo XVIII, que incluye el espectacular plano a todo color de Olías del Rey. Además, los documentos incautados a las instituciones eclesiásticas durante las desamortizaciones del siglo XIX, entre ellos el documento más antiguo del archivo, un privilegio concedido por Alfonso VIII al convento de San Clemente de 1207.

- Gerencia Territorial del Catastro. 6.300 cajas y legajos, 2.000 libros y 1.300 carpetas de planos que configuran la memoria de los cambios en la propiedad inmueble desde finales del siglo XIX hasta entrado el siglo actual. Su interés histórico es evidente, pero, sobre todo, este fondo es el más utilizado por ciudadanos que acuden al archivo no para investigar el pasado, sino para resolver sus problemas administrativos. De este fondo podemos destacar los detallados planos del entorno urbano de Toledo y de Talavera de la Reina pocas semanas antes del estallido de la guerra civil de 1936.

- Reformatorio de Adultos de Ocaña, antecedente del actual Centro Penitenciario Ocaña I. en sus 777 cajas se encuentran los expedientes de los presos que pasaron por este establecimiento penitenciario. Aunque sus documentos están fechados 1867 y 1969, la parte más importante la forman los expedientes de los presos encarcelados por motivos políticos durante la dictadura franquista, muchos de ellos condenados a trabajos forzados en diversos campos de concentración dependientes de esta cárcel. 

- Como complemento, el pequeño fondo de la Comisaría de Policía de Toledo (31 cajas, entre 1916 y 1987) incluye los expedientes de seguimiento de la libertad vigilada de los presos que obtuvieron este beneficio durante la posguerra. Pero además, aparecen aquí multitud de expedientes de todo tipo de actuaciones: no solo investigación de delitos sino control de actividades más o menos sospechosas, algunas tan sorprendentes para nosotros como el damasquinado o el circo ambulante.

- Jefatura Provincial de Obras Públicas (1861-1982, 383 cajas), con los expedientes y planos de construcción de la mayoría de las carreteras de la provincia. Destaquemos el voluminoso expediente con los sucesivos proyectos del “Puente de Hierro” de Talavera de la Reina.

- Hospital del Rey, la más antigua y una de las más importantes instituciones de asistencia social de Toledo, en funcionamiento ininterrumpido durante más de siete siglos. Entre sus más de 700 cajas y legajos, de 1285 a 2005 encontramos, por ejemplo, el testimonio detallado de lo que comían los pobres de Toledo en el siglo XVII. 

- Correspondencia de Rafael Altamira, uno de los más ilustres políticos y pensadores del primer tercio del siglo XX. La pequeña pero interesantísima colección de 68 cartas, datadas entre 1889 y 1921, incluye autógrafos de Miguel de Unamuno, Joaquín Costa o Francisco Giner de los Ríos

- Fondos fotográficos. En el AHPTO conservamos dos fondos fotográficos, el de Luis Escobar (unas 2.900 fotografías entre 1918 y 1957), centrado sobre todo en Albacete y su provincia, y el de la familia Rodríguez (160.000 fotografías entre 1860 y 1979), fundamental para conocer la ciudad de Toledo durante el siglo XX, en especial tras la guerra civil. Precisamente de esta época son algunas de sus fotos más conocidas, como la lectura de la declaración de guerra o las operaciones para la protección de “El entierro del señor de Orgaz”.

El Archivo Histórico Provincial de Toledo es, desde luego, el depositario de la memoria de nuestra provincia, pero de una memoria activa, muy viva y permanentemente al servicio de todos los ciudadanos.

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DOCUMENTOS SELECCIONADOS

Inventario de bienes post mortem de Dominico Theotocópuli, realizado por su hijo Jorge Manuel. 1614, abril, 12 – 1614, julio, 7. Toledo.5 fol. Papel. AHPTO, 23041/12

Dominico Theotocópuli, el Greco, murió en Toledo el siete de abril de 1614. Cinco días después su hijo Jorge Manuel se presentó ante uno de los alcaldes ordinarios de la ciudad y pidió permiso para hacer inventario de los bienes dejados por su padre. Tardó tres meses en hacerlo, y el siete de julio la presentó ante el notario Juan Sánchez de Soria, quien la incorporó a su protocolo de ese año. Este protocolo ingresó en el AHPTO en la remesa inaugural de protocolos notariales, recibida el 6 de octubre de 1933.

 

 

 

Lo primero que llama la atención es la diferencia de letra. La del notario o su oficial es una letra procesal, propia de los documentos jurídicos de la época, mientras que la de Jorge Manuel es una letra humanística, mucho más legible y clara. Se enumeran, como es lógico, los enseres domésticos, pero los estudiosos se han centrado sobre todo en dos aspectos de este inventario. Por un lado, los cuadros, que aparecen destacados. En algún caso podría tratarse de una obra inacabada, pero la mayoría probablemente sean modelos a pequeña escala de otros cuadros, a modo de muestrario para enseñar a posibles clientes. Por ejemplo, hay “Un San Juan Ebanjelista que be los misterios del Apocalipsi pequeño”, “Un despojo pequeño” o “Un Toledo”.

 

 

El segundo aspecto que ha llamado la atención es la biblioteca, no demasiado amplia pero en la que destacan tanto los libros griegos como los italianos. De hecho, Jorge manuel dedica a cada uno de ellos un apartado específico. Así, en la “Memoria de libros griegos” aparecen, desde luego, libros religiosos, incluyendo los Evangelios, pero también autores clásicos: “Omero”, “Xenofonte” o las “Fábulas de Isopo”, además de varias obras de Aristóteles. En el apartado de “libros italianos” encontramos una buena muestra de autores del renacimiento cisalpino, desde Petrarca a Ludovico Ariosto, junto con algunos libros profesionales. Desgraciadamente, el final parece que Jorge manuel decidió no especificar los libros uno a uno, y termina su relación mencionando “otros cincuenta libros italianos, otros diecisiete libros de romance, diecinueve libros de arquitectura”.

 

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