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Solicitud de Manuel Fernández Cuevas, de Ciudad Real para instalar un cinematógrafo durante la Feria de Albacete en 1899. Documentos del mes de septiembre de 2020.

La primera proyección de cine tuvo lugar en Paris en el año 1895 gracias al cinematógrafo de los hermanos Lumière. Dos años más tarde llegó a Albacete. La historia en nuestra ciudad comenzó el domingo 5 de diciembre de 1897 con una película exhibida en el Casino Artístico, según refieren Jesús García Rodrigo y José Fidel López Zornoza en su obra La aventura del cine (Albacete, en el centenario del séptimo arte). En los años siguientes fueron los feriantes los que ofrecían sesiones en improvisados barracones durante la Feria de Albacete. El cine ampliaba la variedad de espectáculos, y, frente a otras atracciones, permitía exhibiciones nocturnas gracias a la electricidad. Toda una novedad. 

Fuera de estas contadas ocasiones, habrá que esperar hasta el 7 de julio de 1900 para que se constituya la primera sociedad, de nombre La Unión, dedicada ex profeso a la adquisición y explotación de un cinematógrafo dentro y fuera de Albacete. El expediente que nos proporciona estos datos inéditos procede el fondo judicial del Archivo Histórico Provincial de Albacete (caja número 18.946, 2).

La sociedad cinematográfica La Unión estaba compuesta por nueve socios, que aportaron cada uno 250 pesetas para su constitución. La suma total no alcanzó para cubrir los costes de puesta en funcionamiento del negocio. El cinematógrafo, modelo Vitascope Edison nº 89, tuvieron que financiarlo con el proveedor, el comerciante albacetense don Agustín Orovitg Rosich, firmando una escritura en la que los socios reconocían la deuda de 1.500 pesetas con este y se comprometían a reintegrar la cantidad en dos letras, giradas una en septiembre y otra en diciembre. Como garantía del pago quedó hipotecado el aparato. Pero no era el proyector lo más caro, las películas tenían precios verdaderamente prohibitivos. Sirva como ejemplo el caso de una gran producción de la época: Juana de Arco, rodada en 1900, su precio era de 1.000 pesetas en blanco y negro, o de 1.700 coloreada. La tarifa eléctrica diaria era de 25 pesetas por función, alimentar las trece lámparas de diez bujías 3,25 pesetas, las 8 luces de la horchatería, 10 pesetas semanales. Para comparar con el nivel de vida, diremos que un alquiler de casa oscilaba entre las 9 y 10 pesetas mensuales, y el sueldo de uno de los socios, Miguel Sánchez Aroca como escribiente del casino, ascendía a diez reales diarios (2,5 pesetas). 
Por ello no es de extrañar que una de las letras no llegara a pagarse en los plazos convenidos y Agustín Orovitg interpusiera un juicio en reclamación de 750 pesetas. El acto de conciliación se celebró el 22 de enero de 1901, los demandados no acudieron, por lo que fueron condenados en costas y el demandante autorizado a retener el cinematógrafo. 
    

El local donde se proyectaban las sesiones de cine fue una barraca de madera, instalada frente a la estación de tren, delante del Gobierno Civil, inmediato al Paseo de la Libertad actual. Junto a la barraca se colocó una horchatería para mayor deleite del público. Durante la Feria el cinematógrafo se trasladaba al Paseo de esta con objeto de dar funciones del 7 al 15 de septiembre. A través del inventario de bienes que se presenta en el Juzgado sabemos los títulos de las dieciséis películas que por aquel tiempo se proyectaban en Albacete: Salida de un vapor, Llegada de un tren, Conducción de maderas, Puente giratorio, Napoleón en el puente de Alcolea, Pirámide de Tribulet, Danza del fuego (en colores)...

Algunas de ellas se pueden visualizar en internet, lo que nos acerca más a las vivencias cotidianas de los albacetenses de principios del siglo XX y nos proporcionan además una visión entrañable, una sonrisa condescendiente con aquellos inicios, provistos de más ingenio que medios, con aquellas cintas que en escasos minutos resolvían toda una historia, como es el caso de Cenicienta o “Cendrillon”, una de las primeras películas con argumento, muda y coloreada, que superaba en calidad y fantasía los primeros documentales y que disfrutaron lo espectadores albacetenses gracias a la malparada sociedad La Unión.  

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