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Molinos de viento | Cerro Calderico

Símbolo de Consuegra y de La Mancha, los molinos de viento coronan el cerro Calderico dibujando una estampa absolutamente única, inmortalizada gracias a Cervantes en su obra de El Quijote.

Hay pocas imágenes tan asombrosas y gráficas como contemplar uno de los conjuntos molineros más grandes y mejor conservados de España. Enclavados en lo alto del cerro para aprovechar mejor las corrientes de aire que otorgan las elevaciones, estos doce gigantes han vigilado desde lo alto el devenir de Consuegra y sus gentes.

Algunos con una antigüedad que se remonta al siglo XVI, han sido absolutamente vitales e imprescindibles para el desarrollo de la comarca, pues la ausencia de corrientes constantes de agua (La Mancha proviene del árabe y puede tener una traducción similar a “tierra seca”) impedían el establecimiento de molinos fluviales. Esto, unido a la gran producción cerealística de la zona desembocó en la necesidad de instalar ingenios industriales que pudiesen facilitar la transformación del trigo u otros cereales en harinas y piensos.

Pese a que el principio de funcionamiento es relativamente sencillo, no lo es la maquinaria ni la estructura que lo hace posible. Años y años de uso han ido perfeccionando su mecanismo hasta darle el aspecto que hoy podemos admirar; aspas de álamo, rueda catalina y linterna de encina y telar de vigas y cubierta de pino rematada con techo de metal componen el corazón de estas grandes máquinas que han alimentado con el fruto de la tierra a las gentes de Consuegra y sus alrededores. 

De los trece molinos que había originalmente, se han recuperado 12, que son los que se puede disfrutar hoy en la localidad. Cada uno con nombre propio, (de norte a sur: Bolero, Mambrino, Sancho, Mochilas, Vista Alegre, Cardeño, Alcancia, Chispas, Caballero del verde Gabán, Rucio, Espartero y Clavileño), muchos están dedicados a temática manchega, otros en cambio evocan capítulos del Quijote. Su historia es también el empeño de un pueblo volcado en la recuperación de su pasado a través del patrimonio, patrimonio que ha dejado de ser exclusivamente consaburense para formar parte de todos.