En los comienzos de la aerostación, los fines fueron, sobre todo, militares. Había un relativo desconocimiento de las técnicas y métodos de vuelo, lo que obligó a mejorar los procesos de investigación teóricos y prácticos.
Desde el primer momento, el Parque de Guadalajara es un hervidero de actividad experimental, donde abundan los cursos y prácticas de formación.