Alhóndiga de Toledo
Las alhóndigas, también llamadas alholíes, que en su origen islámico eran al tiempo mesones y lugares de venta, pasan a ser, a partir del siglo XVI, locales para el almacenamiento y comercio de trigo, terminando por convertirse en centros oficiales, casi siempre municipales, donde se guardaba y vendía el citado cereal, con el objeto de impedir especulaciones en su precio.
La alhóndiga de Toledo se comenzó a construir en 1575 de nueva planta, tras adquirir el corregidor Gutiérrez Tello los terrenos de la antigua mancebía o Casa de Venus, según trazas de Antonio Gracián. Se ubica bajo el Miradero, en la actual calle de Gerardo Lobo. Tardó muchos años en concluirse las obras, no finalizando definitivamente hasta 1636, habiendo una inscripción en piedra, situada en el frontispicio de una de las puertas de la fachada, que lo indica.
Ha tenido a lo largo de su historia distintos fines como fueron: almacén militar francés durante la Guerra de la Independencia, matadero municipal en 1869, almacén de enseres del Ayuntamiento, archivo notarial y en los años 60 del siglo pasado, estación de autobuses de la ciudad.
Se trata de una construcción de planta rectangular, sencilla, pero a la vez funcional, cerrada hacia el exterior. Posee recios pilares, de sección cruciforme, compuestos de pilares de piedra en sus bases, que dividen el interior en naves de alzados enjalbegados.
Al exterior, los muros se levantan sobre zócalo de piedra con aparejo mixto de ladrillo y mampostería. Las dos portadas del edificio, procedentes del convento toledano de los trinitarios descalzos, son de estilo plateresco, adinteladas, una de ellas con tímpano sobre el dintel y ambas con la cruz de la Orden Trinitaria.
Alhóndiga de Toledo
Alhóndiga de Toledo