Iglesia de San Nicolás de Guadalajara

Las obras de la Iglesia de San Nicolás comienzan en 1691, tratándose de un edificio congregacional de estilo barroco destinado a la Compañía de Jesús y cuyo maestro de obras fue el hermano jesuita Francisco Bautista.

Consta de una gran nave con capillas laterales, situadas entre contrafuertes y comunicadas entre si por arcos de medio punto; el crucero lo cubre una cúpula semiesférica o de media naranja, con balconada, alto tambor y linterna. La nave está cubierta con bóveda de medio cañón y cabecera plana.

En su interior el alzado de sus muros es majestuoso, decorándose al más puro estilo barroco; los parámetros dejan de ser planos y se convierten en superficies labradas con elementos de estuco. Los capiteles de las pilastras se duplican, se cajean sus fustes y en el entablamento aparecen ricos modillones pareados de enorme plasticidad. Marcos moldurados y acodados enmarcan los huecos interiores formando tambanillos donde se colocan cartelas muy recortadas. Las cubiertas abovedadas se enriquecen con bandas paralelas y marcos triangulares y rectangulares de contorno movido; las pechinas de la cúpula se decoran con hojarasca y grupos de modillones con cartelas en su anillo.

La fachada exterior está realizada de ladrillo, excepto en los detalles ornamentales que se utiliza la piedra, levantada sobre zócalo de piedra de sillar. Se organiza en tres calles, central y laterales, que se corresponden con su distribución interior del edificio y cuyo cuerpo central se remata con un frontón de movidos perfiles de estilo manierista.

La portada está realizada en piedra de Tamajón en los primeros años del siglo XVIII; ésta se compone de un arco de medio punto flanqueado por un par de columnas con capiteles corintios, entablamento y frontón partidos. Sobre éstos últimos se apoyan dos ángeles genuflexos. En el centro del conjunto aparece una talla de la Santísima Trinidad, presidida por un Sol; remata el conjunto con hornacina en la que aparece la estatua de la Fe.