
Trabajos Agronómicos-Catastrales. Itinerario de Brújula de Socuéllamos (Ciudad Real). Año 1900. Archivo Histórico Provincial de Ciudad Real.
A comienzos del Siglo XX, persiste la necesidad de disponer en España de un registro meramente fiscal, lo que llevaría a realizar el primer Avance Catastral, que a la postre y al tener un objetivo claramente fiscal, resultaría la mejor forma de realizar un Catastro.
La ley de 23 de marzo de 1906 y el Reglamento de 23 de octubre de 1913, establece el Catastro Parcelario. Su punto de partida es la ejecución del llamado AVANCE CATASTRAL, que toma como base gráfica el plano de Instituto Geográfico Nacional a escala 1:25.000, llamado Pañoleta.
Este plano se dividía en polígonos catastrales sobre los cuales, una vez determinada su superficie, se encajaban, coquizándolas a mano alzada, las distintas parcelas que los integraban.
En el año 1945 se produce un nuevo impulso al Catastro en nuestro país, con el denominado Levantamiento Topográfico, que permitió pasar de 26M hectáreas catastrales hasta 45M en 1959.
Estos nuevos trabajos se iban a hacer de forma mucho más rápida al no enviarse personal al terreno y basarse los trabajos en la planimetría existente, en la que se perfilaban los polígonos y parcelas.
En los años 50 comenzaron a utilizarse las Fotografías Aéreas (como el vuelo americano). Estas van a permitir obtener una visión más detallada y precisa de grandes extensiones de terreno. Este avance marcó un antes y un después en la cartografía catastral.
Es en estos años cuando se plantea la necesidad no solo de contar con un levantamiento topográfico de territorio, sino también con un trabajo de valoración de las parcelas existentes, momento en el que se implanta el llamado Catastro de Rústica, llegando a contar en España a finales de los años 50 con la mayor parte del territorio catastrado.