El Festival de Almagro, Premio Talía por el Cambio Social y la Inclusión en las Artes Escénicas
El Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro ha sido galardonado por la Academia de las Artes Escénicas de España, con el Premio Talía por el Cambio Social y la Inclusión en las Artes Escénicas patrocinado por la ONCE, un reconocimiento que se suma a la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y a la distinción como mejor evento cultural de Castilla-La Mancha, obtenidos el pasado enero, y que pone en valor el esfuerzo y el compromiso de la cita dedicada al Siglo de Oro por convertirse en un Festival donde la acción social, la inclusión y la accesibilidad se han constituido como ejes vertebradores de la última edición.
«Estamos muy emocionadas con este premio que nos concede la Academia de las Artes Escénicas porque supone poner en valor el potencial de la cultura y las artes como motor de transformación social y el reconocimiento de la cultura como un derecho universal», ha señalado la directora del Festival, Irene Pardo, para referirse al Premio Talía, un galardón que nació el pasado año para reconocer la excelencia del sector y el valor de todas y cada una de las profesiones y manifestaciones creativas que contribuyen a hacer del hecho escénico una expresión esencial.
«Desde que comenzamos nuestra andadura al frente de este proyecto, nos hemos esforzado en crear una comunidad comprometida con la cultura y con las artes escénicas a través del patrimonio clásico. Y para llevar a cabo esta tarea debemos promover la inclusión, la diversidad y la empatía, elementos clave para construir una sociedad más justa y equitativa», ha explicado Pardo, para quien la cultura «es un derecho fundamental de toda la sociedad y no un privilegio», una voluntad que se ha materializado a través de distintas iniciativas y que espera «poder incrementar» en las próximas convocatorias.
Desde «la apuesta por seguir siendo un agente de cambio positivo que promueva la escucha, el diálogo y la diversidad a través de la cultura y el trabajo en comunidad», tal y como ha definido Pardo, el Festival ha fomentado la experiencia colectiva del teatro y la colaboración entre instituciones con la vista puesta tanto en los públicos como en las compañías. Como parte de los objetivos del Festival, se ha buscado también sensibilizar a las compañías sobre la importancia de generar contenidos que involucren a los públicos más allá de la representación, propiciando encuentros, coloquios, charlas o materiales pedagógicos.
Para conseguir que las personas con discapacidad puedan asistir y disfrutar de los espectáculos de la forma más completa posible, el Festival propició, en su pasada edición, sistemas como la audiodescripción, el bucle magnético, el sonido amplificado y el sobretitulado para personas sordas, que se sumaron a otras iniciativas como los paseos escénicos ‘táctiles’ para personas con discapacidad visual que se llevaron a cabo en las obras de la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Una de las novedades fue la dotación en todos los espacios escénicos de sistemas de apoyo para personas con discapacidad auditiva. Además, en colaboración con el Museo Nacional del Teatro, se llevaron a cabo talleres dirigidos específicamente a personas con discapacidad intelectual. Destacando entre ellos el taller realizado en conjunto con asociaciones locales como AMFISA.
Este compromiso se ha visibilizado también en la programación de la 46ª edición, con obras como El avaro, a cargo de la compañía La Porciúncula, uno de los grupos de teatro de la ONCE e integrado por personas con distritos grados de discapacidad visual, e Hijas de la comedia, propuesta de Teatro Yeses, conformado por mujeres internas en la prisión de Carabanchel.
Conscientes de la importancia de la educación, el enfoque social del Festival también se ha orientado hacia los jóvenes, con una comunicación y unas actividades especialmente dirigida a ellos; mientras que también se ha impulsado la contratación de jóvenes para la cita dedicada al Siglo de Oro. Desde la perspectiva de las propias compañías, el Festival ha promovido la profesionalización a través de Encaje Almagro, que ha ofrecido oportunidades de crecimiento y asesoramiento a compañías emergentes en encuentros como el desarrollado con aquellas que componían el certamen Almagro Off.
La perspectiva de género ha recorrido un Festival en el que se ha fomentado la producción y visibilidad de dramaturgias y direcciones femeninas, no sólo desde la propia programación, sino, desde talleres que, partiendo de los propios textos clásicos, han indagado en la condición femenina en el Siglo de Oro y sus vínculos con la actualidad, como el taller «La voluntad de un cuerpo», dirigido por la dramaturga Vanessa Espín o el laboratorio escénico «El placer», bajo la batuta de la directora de escena Marta Pazos. Además, para facilitar la conciliación familiar, Almagro ofreció un servicio de ludoteca para impulsar el acceso a la cultura de las familias.
Este 2024, se ha puesto en marcha un Proyecto de Mediación Cultural dirigido a centros educativos en colaboración con la Universidad de Castilla-La Mancha y La Red Española de Teatros, a través del Proyecto Ornitorrinco, y se han establecido diferentes reuniones con instituciones tanto públicas como privadas para el desarrollo de un Plan Transversal de Accesibilidad del Festival que esperamos que vea sus frutos en próximas ediciones.