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Virgen sedente siglo XIV. Catedral de Sigüenza

Escultura procedente del museo Diocesano de Sigüenza es una representación escultórica de la Virgen María entronizada con el Niño. Es una talla de una única pieza de madera de pino de dimensiones medias, cuenta con una altura máxima de 87 cm por 34 de anchura.
De estilo gótico con marcados rasgos arcaizantes datada en el siglo XIV pero con policromía del siglo XVI. Tiene un estilo rígido y hierático y no presenta atisbo de naturalismo propio de una cronología tan avanzada. Madre e hijo no tienen ninguna relación entre sí, ni siquiera crean un eje compositivo por contacto visual, las dos figuras se presentan ante el espectador con la mirada al frente, sin expresividad y mostrando los atributos característicos de las representaciones de la Virgen en época medieval. 

La escultura anónima, de talleres locales sigue claramente el esquema de Virgen gótica sedente heredado directamente del prototipo románico que se extendió por Europa occidental a partir de los modelos asentados en Bizancio, que a su vez tomaron como referencia las representaciones paleocristianas de la escena de la adoración de los reyes, en la que la Virgen presenta como poder divino a su hijo sobre todos los poderes terrenales. 

El modelo iconográfico es una evolución de la representación de las matronas romanas y las posteriores emperatrices bizantinas que añaden elementos a la representación como el trono, corona y vestidos de amplias mangas habituales en el ceremonial cortesano bizantino y que remiten a los contemporáneos de los reyes medievales.  Bajo la corona suele aparecer el velo de origen romano pero que se relaciona con la cultura hebrea que alude a la virginidad de María.  

Este modelo iconográfico va ir evolucionando desde una representación en exclusiva de la vertiente divina de los personajes, en la que la relación entre madre e hijo es casi inexistente, a un modelo que al final de la edad media se naturaliza creando escenas cotidianas de gran naturalidad. 

Los modelos franceses entraron en la península ibérica siguiendo unos parámetros casi idénticos pero adaptándolos a la tradición y manera de hacer de cada región. En algunos casos los modelos se perpetuaron hasta cronología muy avanzadas. 

En escultura de Sigüenza La Virgen María aparece se representada como una mujer adulta sentada en posición frontal sobre un trono, en sus rodillas se apoya el niño al que asegura con su mano izquierda, mientras que con la mano derecha sostiene una esfera u orbe. Ataviada con túnica blanca en tonos rosáceos que se ciñe a la cintura con un ancho cíngulo dorado acorde con los bordes de cuello y mangas, porta manto azul que le cae desde los hombros cubriéndole las rodillas y un velo blanco que le cubre la cabeza. Las distintas prendas están decoradas con gran profusión el oro sobre el que aparecen los distintos motivos decorativos realizados mediante esgrafiado siendo muy característico el motivo en retícula cuadrada que se repinte en manto y velo. Calza zapatos negros acabados en punta y en origen estaba coronada, elemento que fue eliminado intencionadamente para readaptarla a gustos y modas posteriores. 

El niño tiene una postura que intenta transmitir mayor naturalidad, girando los pies hacia su derecha. Sujeta un libro en su mano izquierda mientras que la derecha, actualmente perdida, estaría en actitud de bendición. Con cabello totalmente dorado y sin corona viste túnica blanca y manto azul con estofados dorados.

El trono es un sencillo paralelepípedo en color rojo con molduras doradas en sentido horizontal, sobre el que se apoya un cojín también de color rojo. 
Todo el conjunto se asienta sobre una sencilla peana rectangular, con las esquinas frontales achaflanadas. Toda ella de color marrón continuo.

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