Tabla Predela, Catedral de Sigüenza
Objeto: Escultura. Talla en madera, dorada y policromada.
Título: Predela con dos apóstoles
Autor/ Atribución: Anónimo
Datación: cerca s. XVI.
Estilo: Gótico
Soporte: Madera de conífera
Técnica: Sustractiva
Dimensiones: 73 x 82,5 x 13 cm
Titularidad: Iglesia
Adscripción: Catedral de Sigüenza
Localización: Catedral de Sigüenza
Descripción de la obra
El fragmento restaurado formaría parte de un retablo de estilo gótico que ha sido atribuido por Ana Ávila al pintor Juan de Soreda basándose en la documentación que se recoge en la catedral de Sigüenza sobre la existencia de un bancal con apóstoles que Soreda cobró en 1521.
Se trata de una obra que consta de dos partes: por un lado, la estructura arquitectónica tallada en madera y dorada, por otro, la pintura sobre tabla con los dos apóstoles, que se ajusta a dicha arquitectura.
Antecedentes históricos
El retablo gótico, frecuentemente, tenía este espacio reservado para apóstoles o santos relacionados con las escenas del evangelio representadas en los cuerpos superiores en espacios de mayor tamaño, incluso alternando pinturas y esculturas.
Comúnmente, el banco o predela sobre el que apoyaba un retablo estaba separado del resto de cuerpos y calles que se disponían de forma bastante geométrica, con los encasamentos linealmente dispuestos y ocupados por pinturas o esculturas que solían narrar los ciclos de la vida de Cristo, la Virgen o el santo al que se le dedicaba.
Descripción estilística
En los retablos góticos se utilizaron muchos elementos decorativos copiados de la arquitectura gótica como doseletes, chambranas, pináculos, cresterías, florones, etc. En este fragmento podemos ver que los retratos se encuentran insertados en una arquitectura dorada, tallada en madera, que contiene chambranas y pináculos decorativos que seguramente decorarían todo el retablo.
En este caso concreto se ha podido recuperar esta parte del retablo que ya presenta una extraordinaria calidad estilística y técnica. Esto nos da pistas sobre cómo sería la riqueza, tanto arquitectónica como pictórica, del retablo completo.
En cuanto a las características estilísticas de las pinturas sobre tabla debemos resaltar la extraordinaria calidad del paño dorado que sirve de fondo, mediante el cual se aportaba luz y atemporalidad con un recurso que en esa época era realmente costoso.
Sobre este fondo y de forma recortada vemos los retratos, de técnica minuciosa y realizados mediante pintura al óleo, lo cual nos lleva a un estilo más bien prerrenacentista, ya que predomina el naturalismo y la humanización en los rasgos de los apóstoles por encima del sentido simbólico que representan. Hay una influencia visible en algunos personajes de grandes maestros como Miguel Ángel, algo muy característico de la obra de Juan de Soreda, por ejemplo el escorzo de la mano de San Judas Tadeo. Son importantes también los coloridos ropajes realizados mediante pliegues y un minucioso trabajo también de luces y sombras que aporta una mayor escenografía al conjunto.
Nos encontramos pues con un retablo de características constructivas y arquitectónicas típicamente góticas pero con una ejecución pictórica más avanzada con rasgos prerrenacentistas o de transición al renacimiento.
Descripción iconográfica
Observando algunos elementos hemos concluido que los dos apóstoles representados son Jaime Menor y Judas Tadeo, por un lado, por sus atributos (ambos portan los objetos con los que fueron ejecutados) y por otro porque fueron hermanos y pudieron ser pintados uno junto a otro.
SAN JAIME MENOR
Jaime o Santiago Alfeo era natural de Caná de Galilea, además de ser hermano de San Judas Tadeo también era primo hermano de Jesús. “En la Leyenda Dorada se afirma que fue el primer obispo de Jerusalén, donde murió apedreado y golpeado con una maza de batanero hacia el año 62, que se convirtió en su atributo”.1
SAN JUDAS TADEO
En este retrato se representa con una alabarda que es el atributo más característico dado que tras predicar por Persia fue sorprendido por los sacerdotes paganos que lo sentenciaron a muerte y, según la tradición, le aplastaron la cabeza con una maza y se la seccionaron con un hacha, de allí que se lo represente con una alabarda.