Luisa Ignacia Roldán Villavicencio (Sevilla, 1652-Madrid, 1706), escultora sevillana del siglo XVII debería estar considerada, sin ninguna duda, como una de las grandes escultoras de todos los tiempos y más aún, porque en el suyo, en la España del Siglo de Oro, no era común que las mujeres artistas pudieran ejercer libremente su profesión y ella lo hizo; rompiendo así todos los esquemas del mundo del Arte y de la sociedad española de su época.
Luisa, formada en el taller de su padre, Pedro Roldán, y compartiendo espacio e intereses con los aprendices y colaboradores de este, pronto sintió la necesidad de dar voz a su vena artística; aquella que estaba ensombrecida por la autoría paternal del taller familiar. De hecho, sigue siendo muy significativo, a este respecto, que sigamos refiriéndonos a ella como la Roldana.
Esta escultora barroca, mujer con nombre propio, fue valiente, se emancipó en lo personal y lo artístico, se casó el 25 de diciembre de 1671, porque así lo quiso, con un compañero escultor, Luis Antonio de los Arcos y, además, abrió junto a él su propio taller. Todo ello sin el beneplácito de su progenitor. Trabajó mucho y con esfuerzo, tanto en su tierra natal como en otros lugares, donde se demandaba su estilo y buen hacer. En su carrera se codeó con lo más granado de la sociedad del momento, entre nobles y artistas, entre los que destacan Bartolomé Esteban Murillo, Martínez Montañés o Valdés Leal, entre otros.
Escultora de cámara de los reyes de España
Recibió Luisa encargos para conventos, monasterios, pequeñas y grandes iglesias, familias nobles y familias reales. Tanto es así, que fue nombrada en 1692 escultora de cámara del último representante de los Austrias, Carlos II y en 1701 fue renovada en dicho puesto por el primero de los Borbones, Felipe V. Fue la única mujer en ostentar el título de escultora de cámara, lo que para ella suponía una mayor cercanía a los monarcas y acceso a los aposentos palaciegos, algo a lo que sólo podían optar unos cuantos privilegiados.
Una sensibilidad especial: entre terracotas e imaginería
Podemos decir, sin tapujos, que Luisa Roldán fue sensible en el tratamiento de sus esculturas y lo fue como otros artistas de su época, no solo por ser mujer, sino por plasmar en sus personajes una ternura y sensibilidad cercana, que se dejaban traslucir en las actitudes y los gestos de sus personajes. Todas las representaciones respondían, además, estilísticamente, a lo buscado por el movimiento católico de la Contrarreforma, que pretendía acercar los personajes bíblicos a los fieles y que, estos últimos, se conmovieran en su contemplación.
Realizó obras para muchos clientes, de tierras andaluzas o castellanas, despertando admiración no solo entre los entendidos, como así lo demuestran los escritos del tratadista Antonio Palomino, sino también entre aquellos que con menos formación tenían un gran ojo para el reconocimiento de la emoción.
Se atrevió tanto con la madera, como con la llamada terracota, es decir, la tierra cocida, dando un acabado vibrante a muchos de sus grupos escultóricos; aunque a esto debemos hacer alguna matización ya que, actualmente, se tiene conocimiento que algunas obras de la década de los 80, del siglo XVII, fueron policromadas por el que fuera su cuñado, Tomás de los Arcos. Esto es muy aclarador de cómo realizaban Luisa, y muchos de sus contemporáneos, el proceso escultórico: tallado, estofado, dorado y policromado, que podía ser realizado por un mismo artista o por la colaboración de varios.
Entre sus obras más renombradas podemos destacar el famoso Ecche Homo, San Servando y San Germán, todos en la Catedral de Cádiz, San Miguel Arcángel venciendo al demonio, del Monasterio de El Escorial y otras tantas obras dedicadas a la Virgen que pedían, con insistencia, muchas cofradías para mostrarlas en Semana Santa.
En la obra del San Miguel Arcángel venciendo al demonio, Luisa usó el retrato de su marido, el modelo que tenía más a mano, algo que denota la imposibilidad de las mujeres para poder usar de forma natural modelos desnudos, una prohibición que se alargó hasta finales del siglo XIX. Un hecho muy significativo que muestra las limitaciones por la condición de ser mujer y más aún, por ser mujer artista.
El vínculo de Luisa Roldán con tierras alcarreñas
En 1710 el rey Felipe V, regaló al monasterio de Sopetrán (Hita), en Guadalajara, dos fantásticas terracotas que hoy se pueden contemplar en el Museo de Guadalajara, el que fuera, en origen, el Museo Provincial más antiguo de España (1838). Unos presentes que hizo con motivo de la victoria en la batalla de Villaviciosa, en el contexto histórico de la Guerra de Sucesión Española y que acabaron, por las famosas desamortizaciones -en las que las obras de monasterios y conventos pasaron a ser propiedad del Estado- en los fondos del museo.
Los dos bellos grupos escultóricos salidos de la mano de Luisa, corresponden a escenas de la vida de las Virgen y de la vida de Jesús, más concretamente de sus respectivas infancias. En ellas destaca el rico colorido, la equilibrada composición y una cercana ternura, reflejada en los protagonistas (Santa Ana, San Joaquín, la Virgen María, San José y el Niño Jesús).
El final de su vida
El 10 de enero de 1706 moría Luisa Roldán pobre de solemnidad, sin enterarse de que había recibido un premio de una prestigiosa academia de Arte de Roma, la Academia de San Lucas. Esta academia supo reconocer su gran valía como artista, algo que desgraciadamente no podía compensar la crónica y precaria situación económica que había sufrido a lo largo de toda su carrera. Debemos reconocer que, en esto, tuvo que ver bastante con su mayor cliente, ya que por mucha Corona que fuese, casi siempre pagaba, mal y tarde.
Sus obras por el mundo
Son muchos los museos e instituciones que se muestran orgullosos en poseer una obra de nuestra ilustre escultora hispalense. Entre ellos podemos destacar el ya nombrado, Museo de Guadalajara (Primeros pasos de Jesús y San Joaquín, Santa Ana y la Virgen Niña), el Museo Nacional de Escultura de Valladolid (Grupo de la Virgen, con el Niño y San Juan Bautista, la Virgen de Atocha…), el Museo de Bellas Artes de Sevilla (la Virgen de la leche), e incluso, la Hispanic Society of América, en New York (el Éxtasis de María Magdalena, los Desposorios místicos de Santa Catalina…) y el Victoria and Albert Museum de Londres (Virgen con el Niño ante San Diego de Alcalá).
Sin duda, este es un momento idóneo para conocer y querer saber más de Luisa Roldán. Una gran artista, que rompió los cánones sociales establecidos en la España del siglo XVII y, que no se conformó sólo con ser musa o modelo.
Webgrafía
- De Urbina, José Antonio (22 de octubre de 2019). Conferencia: "La Roldana, escultora en la Corte". (IV CICLO "ESPAÑOLAS POR DESCUBRIR"). El Círculo de Orellana en colaboración con el Instituto Cervantes.
- Gómez de Zamora, Alba (19 de noviembre de 2019). Las mujeres en los talleres de arte españoles del Siglo de Oro: Artífices y Administradoras. Investigart.com.
- Gutiérrez Pulido, David (25 de enero de 2013). Los últimos días de la Roldana en Madrid.
- Huguet Pané, Guiomar (1 de diciembre de 2020). Mujeres pioneras. La Roldana, primera mujer escultora de la Corte española. Nationalgeographic.com.
Laura Quiles Cerdera
Profesora de Geografía e Historia y actualmente, responsable del Área de Didáctica del Museo de Guadalajara.