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Acta de Toma de Posesión de la Villa de Albacete en nombre de la emperatriz Isabel de Portugal. Documento del mes de julio de 2025 en el Archivo Histórico Provincial de Albacete.

El documento que hemos elegido en esta ocasión es el Acta de toma de posesión de la villa de Albacete por parte el doctor Garcés en nombre de la emperatriz Isabel . Esta tuvo lugar el día 7 de junio de 1526, cuando Isabel todavía se encontraba en Granada disfrutando de su luna de miel junto al emperador. El acto ceremonial y protocolario está cargado de simbolismo , de signos visibles del poder como vehículos de propaganda y representación que merecen la pena comentar porque tienen la función de resaltar el poder real.  

La boda entre Carlos V e Isabel de Portugal se había celebrado el día 10 de marzo en Sevilla. En concepto de arras, el emperador la dotó con 300.000 doblas, más otras 40.000 respaldadas por las rentas de varias ciudades y villas (Soria y Alcaraz, y las villas de Molina, Aranda, Sepúlveda, Carrión, San Clemente, Albacete y Villanueva de la Jara) para sustentación de su casa. En dichos lugares ella dispondría de los derechos inherentes a tal señorío: jurisdicción civil y criminal, alcabalas, tercias y otras rentas, las alcaldías, alguacilazgo, escribanías públicas y de rentas y otros oficios públicos

El 30 de abril se comunicó que el doctor Garcés tomaría posesión de la villa para separarla de la jurisdicción del marquesado de Villena y adscribirla a la emperatriz, a su Consejo y a las personas que la administrarían, con nombramiento de los oficios de justicia .

La toma de posesión o entrega de la villa a la emperatriz es un acto ceremonial en el que participan, reunidos en concejo general o abierto, los integrantes del concejo, del marquesado de Villena y los vecinos del pueblo. Por parte de la emperatriz asisten el comendador de Lopera, Rodrigo Enríquez, gentilhombre de la casa real, y el doctor Lorenzo Garcés, caballero de la Orden de Cristo, del Consejo de la emperatriz. Rodrigo Enríquez, por parte de la emperatriz, y Miguel Garijo, escribano del concejo albacetense leyeron las dos cartas misivas y la provisión firmadas y selladas sobre toma de posesión del señorío. 

El ritual se componía de tres partes: presentación de los documentos, lectura pública y acatamiento. La lectura pública tenía el mismo valor que el pregón porque una vez leídos y escuchados esos documentos por el público numeroso, congregado en el ayuntamiento, estos desplegaron sus efectos. Tras la lectura comenzó el acto de acatamiento y obediencia quitándose los componentes del concejo los bonetes y gorros, besando las cartas reales y poniéndolas sobre sus cabezas; por último, expresando que las obedecían con la mayor reverencia y acatamiento que podían.

Quitarse el sombrero se explica como acción política y urbana de hacer cortesía a otro.  También el gesto de destocar la cabeza ante una real carta es señal de vasallaje y obediencia. El beso al documento real, con su sello, simboliza el beso a las manos de la reina como si estuviera presente. En tiempos de la conquista y colonización de las Indias la mano fue considerada como la garante y ministra de la razón y la sabiduría. El otro rito de la lectura, el de poner sobre la cabeza la carta real tenía el significado de obedecer porque humillaba el órgano por antonomasia del hombre, guarda y contenedor de los más nobles atributos que son la memoria, la inteligencia y la libertad . 
Los representantes del gobernador del marquesado de Villena entregaron sus varas, que significaba que la villa era apartada de su jurisdicción y cedida a la emperatriz. El resto de cargos del concejo, alcalde mayor, alguacil mayor, alcaldes ordinarios, alguaciles,  alcaldes de la santa hermandad, regidores y jurados, todos entregaron las varas de justicia, que eran ocho. 

Siguió la ceremonia con la entrega de las tres llaves del arca que guardaban los privilegios, leyeron el de villazgo y algo del libro de privilegios. Una vez cerrada, se quedó el doctor Garcés con las tres llaves en señal de posesión. 

A continuación, el escribano entregó la llave de la sala y ordenó salir a todos los reunidos, cerrando y abriéndola después en nombre de doña Isabel. Abrió dos ventanas desde las que se veía parte de la villa y su término, dando a entender que toda la extensión que se abría a sus ojos pertenecía a la señora. 

Se recabaron también las llaves de las puertas de la villa, contestándole que en aquel momento las puertas estaban quitadas y que sólo eran cuatro que se ponían y quitaban cuando era necesario. Abrió el arca y tomó las cuatro llaves, luego las dejó y se llevó la llave del arca. Si algún elemento urbano destacaba en el protocolo de recibimiento de las personas reales, lo constituía el paso por la puerta de entrada a la villa, cargada de simbolismo, pues en el Estado absolutista de los Austrias las entradas tenían el sentido de una toma de posesión simbólica por parte del monarca de la ciudad.

El siguiente acto del doctor Garcés fue bajar a la cárcel pública con la vara de justicia en la mano pidiéndole al alguacil las llaves y soltando al preso, Juan Rodríguez Montañés. Acto seguido le devolvió las llaves en nombre de la reina. 

Después recabó información sobre las rentas de la villa; se le informó de que las alcabalas estaban encabezadas y ordenó a los recaudadores la entrega del dinero. Otro tanto hicieron en la casa de la Tercia, tomando lana y cebada que eran los productos que había en aquel momento. 

Dos días después, el doctor Garcés devolvió las varas a los alcaldes ordinarios, alguacil, tenientes de este y alcaldes de la Hermandad, dejando claro que desde ese momento llevarían a cabo su cometido en nombre de la emperatriz. En este punto termina el acta, que está incompleta pues faltan las firmas, pero sin duda que todos los pasos descritos tienen como fin -y lo logran- despertar en los súbditos el sentimiento de obediencia y sumisión ante una persona que, aunque ausente, se percibe presente.

 

 1  AHPAB, signatura 4.653, 31.
 2  Símbolo es una palabra griega que proviene del verbo “symbalein” que hay que traducir en latín por religare o religar a alguien o algo. En este caso al vasallo con su Rey. El documento es un foro o espacio desde donde se provoca ese religar a través de la oralidad (énfasis en la lectura de determinadas palabras con pausas bien señaladas en el escrito, reiteraciones, verbos de mandato en enclisis), de la textualidad o contenido del texto, de la visión de márgenes, membretes, hipérboles escriturarias o letras aumentadas…) y hasta del tacto de los soportes (satinado, carteo...). En “Retórica y comunicación en la recepción y lectura de los documentos del Rey (siglos XV a XX)”. Manuel Romero Tallafigo.
3  AHPAB, signatura 551, 73.
4  Romero Tallafigo, Manuel, op. Cit., pp. 135-136
 

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