Introducción
Este año 2024 se conmemora el centenario de la declaración como Monumento histórico artístico de cuatro estaciones de pinturas rupestres prehistóricas en Castilla-La Mancha: Peña Escrita y La Batanera situadas en Fuencaliente (Ciudad Real), Cueva de la Vieja en Alpera (Albacete) y Peña del Escrito en Villar del Humo (Cuenca). Actualmente todas ellas son yacimientos visitables.
La declaración se llevó a cabo mediante Real Decreto el 24 de abril de 1924 y fue publicada en el número 127 de la Gaceta de Madrid (antecedente del BOE) el 7 de mayo de ese mismo año, en un contexto histórico marcado por el reinado de Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera. Acompañando a estos cuatro yacimientos, también fueron reconocidos otros 25 sitios en España, entre los que se incluía la Cueva de Altamira.
La medida no solo garantizó la protección legal de los sitios frente a potenciales daños, sino que también significó un reconocimiento del arte rupestre como patrimonio cultural, marcando un hito en la valoración de las expresiones artísticas de los primeros grupos humanos en la actual Castilla-La Mancha. Así mismo facilitó la realización de futuras investigaciones, consolidando la relevancia de estos sitios en el ámbito de la arqueología mundial.
En 1985, con la publicación de la Ley 16/85 de Patrimonio Histórico Español, estos yacimientos fueron catalogados como Bienes de Interés Cultural, denominación que conservan en la actualidad.
En 1998, la Cueva de la Vieja y la Peña del Escrito fueron incluidas en la lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO bajo el título "Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica".
Desde 2010, estos lugares forman parte del Itinerario Europeo del Arte Rupestre, red cultural que acentúa su importancia tanto a nivel nacional como internacional.
Peña Escrita, La Batanera, Cueva de la Vieja y Peña del Escrito fueron las primeras estaciones de arte rupestre descubiertas en sus respectivas provincias, las dos primeras a finales del s. XVIII y las dos últimas a principios del s. XX.
Las pinturas que contienen pertenecen a dos estilos artísticos postpaleolíticos diferentes: por un lado el arte levantino, perteneciente a grupos de cazadores-recolectores del Mesolítico que poblaron las sierras orientales de Castilla-La Mancha, y por otro, el arte esquemático, desarrollado por comunidades neolíticas-calcolíticas que habitaron gran parte de esta región (Fig. 1).
Los yacimientos
1.-Peña Escrita (Fuencaliente, Ciudad Real)
Peña Escrita fue descubierta en 1783 por Fernando José López de Cárdenas, cura párroco de Montoro, mientras recogía minerales y otras antigüedades para el Conde de Floridablanca que iban destinados al Real Gabinete de Historia Natural creado por Carlos III en Madrid.
Este erudito y Académico honorario de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla supo valorar la importancia histórica y cultural de su descubrimiento, aunque creyó, erróneamente, que las pinturas eran símbolos y caracteres de los pueblos fenicios y egipcios y definió los lugares como lucus o recintos sagrados donde “los gentiles practicaban sus asambleas y sus cultos dirigidos al sol y la luna”.
A él le debemos las primeras copias de pinturas rupestres de las que se tiene noticia en España y probablemente en el mundo. Son dibujos sencillos realizados a mano alzada, que permiten identificar los motivos representados en la roca (Figs. 2 y 3).
Con el paso del tiempo, el recuerdo de estas pinturas se desvaneció, y aunque a mediados del s. XIX aparecen mencionadas en varios artículos, sería en 1868 cuando se dieran a conocer en el ámbito científico gracias a la obra de Manuel de Góngora "Antigüedades Prehistóricas de Andalucía".
Sin embargo, el verdadero interés por estas pinturas no surgió hasta principios del s. XX, cuando se produjeron otros importantes descubrimientos y los investigadores comenzaron a interesarse por estas manifestaciones artísticas prehistóricas, tratando de conocer su origen y cronología y así comprender su significado. En 1908 Manuel Gómez Moreno las calificaría como “la principal serie entre las pictografías de Sierra Morena”.
Los investigadores Henri Breuil, Hugo Obermaier y Juan Cabré realizaron un exhaustivo estudio de Peña Escrita y La Batanera y guiados por Tomás Pareja, vecino de Fuencaliente, llegaron a descubrir numerosos yacimientos en su término municipal. Sus trabajos se vieron reflejados en varias publicaciones, entre las que destacamos la publicada por el abate Breuil en 1924 “Les peintures schématiques d´Espagne: les anciennes découvertes. La Piedra Escrita et La Batanera à Fuencaliente (Ciudad Real)”.
Peña Escrita, situada en la ladera sur de la Sierra de Hornilleros, destaca por la visibilidad de su entorno y la disposición de sus pinturas en ocho paneles a lo largo de las paredes quebradas de un abrigo cuarcítico (Fig. 4)..
Las 104 figuras representadas muestran principalmente a parejas humanas, en las que los hombres aparecen de pie con el sexo indicado y la mujer con las piernas flexionadas (Fig. 5); junto a ellos encontramos también diversos tipos de animales como ciervos y cabras, soles, pectiformes o peines, ramiformes, etc. Motivos todos ellos que parecen estar relacionados con algún tipo de ritual de fertilidad (Figs. 6, 7, 8).
La abundancia de representaciones y su buen estado de conservación ha llevado a conocerla como la “Capilla Sixtina“ del arte rupestre esquemático.
1.1.La Batanera (Fuencaliente, Ciudad Real)
Fue descubierta por Fernando José López de Cárdenas en 1783, al mismo tiempo que Peña Escrita.
Se localiza sobre un gran banco cuarcítico de paredes verticales en el fondo de una hondonada, en la margen izquierda del río Cereceda y junto a la chorrera que lleva su nombre (Figs. 8 y 9).
Consta de tres conjuntos próximos entre sí, en los que aparecen representados unos 40 motivos, predominando en el panel I las figuras humanas de tipo “ancoriforme” (Fig. 10), en el panel II las líneas onduladas y en el panel III los círculos concéntricos, motivos éstos últimos de difícil interpretación Fig. 11).
1.2.Cueva de la Vieja (Alpera, Albacete)
Conocida también como Cueva del Venado, es una de las estaciones de arte rupestre más importantes del Levante peninsular. Se localiza en las estribaciones del Cerro del Bosque, en la parte oriental de la provincia de Albacete, a 5 km de la localidad de Alpera (Fig. 12).
Aunque los lugareños sabían de su existencia, oficialmente fue descubierta el 15 de diciembre de 1910 por el maestro Pascual Serrano Gómez, que publicó la noticia del descubrimiento en el Defensor de Albacete el 29 de mayo de 1911, siendo éste el primer testimonio escrito sobre la existencia de arte rupestre prehistórico del que se tiene noticia en la provincia de Albacete.
Poco tiempo después, el yacimiento fue estudiado y publicado por el propio descubridor junto a los investigadores Henry Breuil y Juan Cabré. El descubrimiento produjo un fuerte impacto y supuso un incentivo para pastores y guardas, que rivalizaban a la hora de encontrar nuevos yacimientos en la zona.
Los primeros calcos en color realizados por Juan Cabré confirmaban la presencia de figuras humanas en la pintura rupestre prehistórica lo que, tras el hallazgo de la Cueva de Altamira, constituyó un novedoso y trascendental acontecimiento para la Arqueología y la Historia del Arte. Fue publicada por la Comisión de Investigaciones Paleontológicas y Prehistóricas en 1915. Posteriormente fue estudiada y publicada por Ana Alonso Tejada y Alejandro Grimal.
De esta forma Alpera se convirtió en un punto de encuentro para investigadores extranjeros y a partir de entonces se descubrieron numerosas pinturas en Albacete, Valencia y Murcia, que contribuirían a conformar las características básicas del arte levantino, al tiempo que actuaron como dinamizadores de los hallazgos de arte esquemático.
Consta de 170 motivos pintados, de entre 5 y 40cm, distribuidos en un solo panel, que incorporan los elementos esenciales de la iconografía del arte levantino, en los que el ser humano adquiere verdadero protagonismo: arqueros, figuras humanas indeterminadas y, en menor proporción, mujeres. Junto a ellos, ciervos, cabras, toros, caballo, carnívoros, y varios cuadrúpedos de especie indeterminada (Figs 13, 14, 15).
Este abrigo destaca no solo por la calidad y cantidad de sus pinturas, sino también por la riqueza simbólica y mitológica que subyace en sus representaciones, muchas de las cuales parecen estar relacionadas con rituales chamánicos y ceremoniales.
Las figuras forman escenas, tradicionalmente interpretadas como de caza y lucha, pero que autores como Juan Francisco Jordán consideran verdaderos mitogramas o representaciones simbólicas.
Para este autor en La Cueva de la Vieja existe una macroescena con diferentes sucesos o secuencias. En la parte central del panel detecta una escena de recolección de miel formada por una línea vertical o escala, por la que trepa el recolector. Aparentemente está asociada a tres arqueros itifálicos (con falo erecto) que ni cazan ni combaten, a pesar de portar arcos y flechas. Su actitud es pacífica y su intencionalidad tiene carácter ceremonial y espiritual (Fig. 16 ).
Del conjunto destaca un arquero de mayor tamaño que, en posición de danza eleva sus armas. Lleva un tocado de plumas en la cabeza, brazaletes en los brazos y jarreteras en las piernas.
Bajo él, y a ambos lados, se disponen cuatro bóvidos, reconvertidos en ciervos y enfrentados a un toro no mutado, que actuarían como vehículo espiritual para acceder a otras dimensiones. En este contexto el falo erecto no indicaría sólo vigor físico, sino potencia espiritual.
Estos personajes podrían interpretarse, según el mismo autor, como divinidades de caza, señores del bosque, o como chamanes que han iniciado sus éxtasis y vuelos iniciáticos o de aproximación a las divinidades.
A la derecha del panel, y en entre dos escenas de lucha entre arqueros, aparecen dos mujeres con falda larga acampanada unidas por la mano, un rasgo muy característico del arte levantino.
En esta cueva también se han documentado 37 motivos esquemáticos (antropomorfos, zoomorfos, barras, zig-zag,, manchas…) que, dispuestos en los laterales y en el centro, a veces se superponen a los levantinos.
1.3.Peña del Escrito (Villar del Humo, Cuenca)
Estas pinturas fueron descubiertas el 25 de marzo de 1917 por Enrique O’Kelly, un ayudante de ingeniero de montes descendiente de irlandeses, que trabajaba en el distrito forestal de Cañete junto con otras gentes del lugar. Tras su descubrimiento, se puso en contacto con el cronista Juan Jiménez de Aguilar para que lo trasladara a las autoridades competentes.
Localizado en la Sierra de las Cuerdas, a 8km de Villar del Humo, comprende tres abrigos de arenisca (Peña del Escrito I, II y III.), estando los dos primeros al sur de la formación rocosa mientras que el tercero se encuentra en la parte superior de la misma (Fig. 18).
Contienen unos 170 motivos que combinan los estilos levantino y esquemático. Las escenas tienen carácter simbólico y en ellas predominan, en tonos rojos, las representaciones de toros, ciervos, caprinos y bóvidos, así como algunas figuras humanas.
En Peña del Escrito I los motivos levantinos se ubican en la parte izquierda y central de la pared, donde aparecen representados ciervos, cabras, toros y jabalíes (Figs. 19 y 20).
A la derecha se sitúan los motivos esquemáticos formados por barras verticales, digitaciones y algunos zoomorfos.
La Peña del Escrito II se sitúa a unos 20 m a la derecha del anterior. En él se representan gran número de pinturas de estilo levantino y esquemático.
Las figuras de estilo levantino se disponen sobre una pátina oscura en la parte izquierda del abrigo. Están agrupadas en cuatro conjuntos integrados por figuras humanas y animales, principalmente toros, jabalíes y cabras monteses con cuernos muy alargados.
A la derecha, sobre una coloración más clara de la roca, se disponen diversos motivos esquemáticos, entre los que destacan dos alineaciones de puntos gruesos y un gran círculo relleno de puntos, de tonalidad anaranjada y difícil interpretación.
Conclusión
El centenario de la declaración de Peña Escrita, La Batanera, Cueva de la Vieja y Peña del Escrito primero como Monumento histórico-artístico, y posteriormente como BIC, no solo nos invita a celebrar la preservación de un patrimonio cultural de valor incalculable, sino también a reflexionar sobre la importancia de estas expresiones pictóricas con las que las sociedades prehistóricas plasmaron su presencia en el entorno, marcando las rocas y haciendo suyo el territorio,
Miles de años después, estas pinturas constituyen un testimonio directo de las creencias, rituales y formas de vida de los primeros habitantes de CLM y su estudio sigue siendo clave para comprender la evolución del pensamiento. humano. Su protección y difusión forman parte de nuestra responsabilidad para asegurar que futuras generaciones puedan seguir disfrutando con su legado.
Bibliografía:
Nieto Gallo, G. y Caballero Klink, A. (1983): Bicentenario de la pintura esquemática. Peña Escrita 1783-1983- Museo de Ciudad Real. Ciudad Real.
Grimal Navarro, G. y Alonso Tejada, A. (2010) “Centenario de la Cueva de la Vieja (Alpera) y el primer descubrimiento en ayora del arte prehistórico de la comunidad Valenciana”. Ponencias de los Seminarios de Arte Prehistórico desde 2003-2009. Real Academia de Cultura Velenciana. Valencia, pp.17-45.
Jordán Montes, J.F. (2019): “Arte rupestre levantino: mitogramas y territorio. Minateda como encrucijada”. I Jornades Internacionals dÁrt Rupestre de lÁrc Mediterrani de la Peninsula Iberica. Montblanc.
Portal de Cultura Castilla La-Mancha
Autores: Macarena Fernández Rodríguez y Francisco Javier López Fernández