El Greco una vez más, el famoso pintor cretense afincado en Toledo dejó muchas huellas y no sólo a través de su impresionante obra pictórica. Más de 170 documentos relacionados con su vida y su obra se conservan en el Archivo Histórico Provincial [i], amén de otros muchos que se guardan en los archivos toledanos.
Buena parte de su vida ha podido ser reconstruida gracias a estos documentos desde que los empezó a recuperar Francisco de Borja San Román en 1910, después se fueron descubriendo otros por varios investigadores y por los propios archiveros.
Los contratos de sus obras, sus pagos y fianzas, sus pleitos, el alquiler de sus casas o su testamento constituyen un enriquecedor conjunto documental ilustrativo de su trayectoria vital y profesional.
Como cualquier ciudadano y habitante de la ciudad, pasó ante el escribano público en numerosas ocasiones para contratar sus pinturas concertando las obras con los clientes, el precio y el plazo en que debían terminarse. Todos estos testimonios han quedado en las escrituras que recogen los protocolos notariales.
Doménico Theotocópuli nació en la ciudad de Candía en la isla de Creta, los historiadores que le han biografiado establecen el año de su nacimiento en el arco cronológico entre 1537 a 1541, no obstante, él declaró en 1606 tener sesenta y cinco años, con motivo de los interrogatorios habidos en el pleito con la cofradía de Nuestra Señora de la Caridad de Illescas, aunque hay que tener en consideración que tal afirmación sobre la edad en esta época, no se puede considerar un dato preciso[ii]. Tras una etapa inicial en su Creta natal, se trasladó a Venecia en 1566 y luego a Roma en 1570 para completar su formación. Llegó a España y se afincó en Toledo a partir de 1577 pasando a desarrollar aquí toda su carrera artística. Los primeros cuadros que pintó en la ciudad fueron para el monasterio de Santo Domingo el Antiguo, conservamos el contrato y las condiciones que firma Juan Bautista Monegro con el deán don Diego de Castilla para realizar los retablos de la iglesia monacal por 900 ducados, según las trazas y diseños del Greco.
Dos años más tarde en 1579, El Greco recibe el encargo por parte de la catedral de Toledo de la que será una de sus obras más emblemáticas, El Expolio, dicha obra tras ser realizada fue sometida a tasación por parte de la catedral por Luis de Velasco y Nicolás de Vergara. Esta tasación originó el primer desencuentro que el pintor tuvo con la Catedral Primada por el pago, porque estaba siendo tasada por debajo de su valor. El documento que conservamos es el del nombramiento de los tasadores que incluye su firma.
Además de los documentos sobre sus obras, contamos con otros relativos a su vida privada, como son los diversos contratos de alquiler de las casas donde vivió y que nos permiten descubrir en qué lugares de la ciudad residió, así como conocer cuáles fueron los costes del alquiler, porque El Greco nunca tuvo casa propia en la ciudad. De 1585 conservamos el contrato firmado con Juan Antonio de Cetina por el alquiler de diversas estancias dentro de las casas del Marqués de Villena, que estarían situadas donde actualmente se encuentra el paseo del Tránsito en plena judería toledana.
La mayoría de los especialistas han señalado como obra cumbre a El entierro del señor de Orgaz, lienzo de gran tamaño pintado para la iglesia de Santo Tomé de Toledo. El cuadro representa el milagro del señor de Orgaz, acaecido tres siglos antes de ser pintada la escena por el cretense. Don Gonzalo Ruíz de Toledo fue un noble piadoso que murió hacia 1323 y fue enterrado en esta iglesia que él había reconstruido y del que fue benefactor. En el momento de su enterramiento se produjo un milagro, bajaron del cielo San Agustín y San Esteban a enterrarle en la capilla de Nuestra Señora de la Concepción[iii]. El milagro fue reconocido canónicamente en 1583 y el párroco don Andrés Núñez de Madrid, quiso que se representase en una pintura. La obra se le encargó a El Greco en marzo de 1586 a través del contrato firmado con el cura párroco, y en él se estipulaba cómo debía ser la escena representada: “lo primero que se ha de pintar… una procesión de como el cura y los demás clérigos que estaba haciendo oficios para enterrar a don Gonzalo Ruíz de Toledo, señor de la villa de Orgaz, y bajaron Santo Agustín y San Esteban a enterrar el cuerpo de este caballero el uno teniéndole de la cabeza y el otro de los pies, echándole en la sepultura y fingiendo alrededor mucha gente que estaba mirando y encima de todo esto se ha de hacer un cielo abierto de gloria…”[iv]. De tal modo se resume la escena pintada. Como le sucedió con otras obras, entabló un pleito por el pago de dicha pintura que se conserva en el Archivo Diocesano[v].
En los años sucesivos, El Greco fue dejando testimonio ante escribano de otros hechos de su quehacer profesional, cartas de poder a distintas personas para que lo representase en algún que otro pleito, otras para que su fiel criado Francisco Preboste dispusiera en relación al contrato del retablo para el colegio de doña María de Aragón en Madrid (1596-1598). Así como también contamos con el contrato con el carretero que debían transportar a Madrid el retablo, realizado en su taller de Toledo. Son numerosos los documentos sobre esta obra y entre ellos aparece una de las firmas más curiosas de Doménico. Bien es sabido que en la ciudad era conocido por su gentilicio, greco o griego, pero no deja de resultar sorprendente que suscriba con este apodo en uno de los documentos notariales, que como podemos ver se muestra incluso tachado y repetido.
Poco después, entre 1597-1599, firmaba los contratos para la capilla de San José en Toledo. Y ya traspasado el siglo, fue llamado por el Colegio de San Bernardino entre los años 1602-1603, para la elaboración del retablo de su capilla, del que tenemos acuerdos, cuentas, cartas de pago y libranzas.
Ese mismo año, de 1603 se embarca en la obra del retablo del Hospital de la Caridad de Illescas conservándose la licencia arzobispal y las condiciones del contrato entre otros documentos. La realización de esta obra le acarreó otro pleito también conservado en el Archivo Diocesano, que finalizó en 1607 y que supuso una gran decepción para él, a la par que grandes pérdidas económicas. Del mismo modo tuvo que sufrir graves acusaciones por parte de los patronos de la cofradía, aunque finalmente la Chancillería de Valladolid reconoció el dudoso proceder de los contratantes. De este conjunto realizado por El Greco actualmente se conservan las pinturas sueltas, pues el retablo fue desfigurado y una parte de él destruida.
Aunque ya con anterioridad, contábamos con la presencia de su hijo Jorge Manuel en los documentos y por tanto en la intervención en sus obras, desde ahora se hace más patente en distintas cartas de poder para actuar y decidir en su nombre frente a los clientes, así como para cobrar. Sin duda, el paso y el peso de los años en la persona del pintor, le hizo apoyarse en su hijo con mayor intensidad.
Los últimos años de su vida estuvieron marcados por sus obras de última madurez, desde 1608 adquirió el compromiso de realizar los retablos para el Hospital de San Juan Bautista extramuros con su administrador Pedro Salazar de Mendoza, que finalmente quedaron inacabados y que su hijo no supo concluir.
Pensando en el fin de sus días adquirió una capilla en el monasterio de Santo Domingo el Antiguo donde construir un monumento funerario para ser enterrado posteriormente, en la que se colocaría un retablo. Ahora bien, sus restos fueron trasladados unos años después, hacia 1620 al monasterio de San Torcuato, por las desavenencias que tuvo Jorge Manuel con la priora del primero.
Por último, conservamos su testamento a título póstumo realizado por Jorge Manuel en su nombre. Fue su único heredero, cuya madre fue Jerónima de las Cuevas, de la que ignoramos prácticamente todo, posiblemente fallecida prematuramente y con la que Doménico nunca se casó. Pudo ser la causa por la que no pareció preocuparse de redactar sus últimas voluntades en vida, sino que dejó un poder a su hijo para testar en su nombre, en el que podemos observar su última firma, realizada los últimos días antes de morir y ya muy deformada, producto de su estado de deterioro físico a una avanzada edad. El Greco fallecía el 7 de abril de 1614.
[i] El número existente es superior, un total de 170 se han catalogado en: ALGUACIL MARTÍN, M.E., y MAS GONZÁLEZ, C. “El Greco y su entorno en el Archivo Histórico Provincial de Toledo: Una revisión actualizada de sus documentos”, pp. 352 – 377. Archivo Secreto. Revista Cultural Toledo, nº 6, 2015. Ayuntamiento de Toledo. https://www.toledo.es/toledo-siempre/publicaciones-del-archivo-municipal/revista-archivo-secreto/revista-archivo-secreto-no-6/
[ii] MARÍAS FRANCO, F. El Greco. Nerea, 1997.
ÁLVAREZ LOPERA, J. El Greco. Estudio y catálogo. Fundación Arte Hispánico, 2005. Tomo I, P. 73.
[iii] VVAA. MAS GONZÁLEZ, C. (coord.) El Greco. Su vida, su obra. Documentos en el Archivo Histórico Provincial de Toledo. Millenium Liber, 2014. P. 229.
[iv] AHPTO 31178, f. 108v. - 109r.
[v] ALGUACIL MARTÍN, M.E. y DOMÍNGUEZ MONTERO, D. Doménico Theotocópuli, Andrés Nuñez de Madrid y el pleito por la pintura de “El entierro del señor de Orgaz”: un proceso judicial inédito en el Archivo Diocesano de Toledo. Ayuntamiento de Toledo, 2019. https://www.toledo.es/toledo-siempre/publicaciones-del-archivo-municipal/cuadernos-de-archivo-secreto/
Mª Eugenia Alguacil Martín
Técnico del Archivo Histórico Provincial de Toledo
