Los Archivos Históricos Provinciales se crearon en noviembre de 1931, a los pocos meses de proclamada la II República, aunque es verdad que ya desde varias décadas atrás había habido intentos de crear estos centros que recogiesen la documentación histórica, de la misma manera que se habían ido creando los museos o las bibliotecas provinciales. Por un lado, urgía ocuparse de la documentación procedente de las instituciones eclesiásticas desamortizadas, que debía depositarse en el Archivo Histórico Nacional pero que, por diversas razones, no siempre se enviaba a ese destino.