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Documento del mes en el Archivo Histórico de Albacete. Mayo 2019: el signo notarial

Podemos definir el signo notarial como un dibujo personal e individual realizado por el escribano de su puño y letra que junto con la firma y rúbrica valida el documento asegurando su autenticidad. Ha sido utilizado desde la Alta Edad Media como herencia de la suscripción de época romana en la que se consignaba, al pie del documento, de forma autógrafa el nombre, título y cualidad de quien escribía y a la que acompañaba la expresión “subscripsi” y un signo, generalmente de un sello o anillo (Mendo Carmona, 1997). Las formas son variadas, tradicionalmente se acepta como tipología base la cruz pero también encontramos otras más raras como la estrella, el nudo, los círculos… La elección del símbolo correspondía al escribano en el momento de su nombramiento por lo que era usual que quedara registrado en un libro especial que todavía existe y se conserva en los colegios notariales. Eran varios los escribanos revestidos de fe pública: los del número, del concejo, del rey y de Justicia, por poner un ejemplo. Todos extendían su símbolo como garantía jurídica acompañado de la fórmula: “en testimonio de verdad hice mi signo”. Como en tantas materias fue el rey Alfonso X El Sabio quien reguló en el siglo XIII la actividad de los escribanos públicos. La ley del Notariado de 1862 puso fin a la figura del escribano como se entendía en la Edad Media y Moderna, dando paso al actual notario que sigue conservando signo, firma y rúbrica. El primer documento signado que encontramos en el Archivo Histórico Provincial de Albacete data de 1331, es una carta de don Juan Manuel al concejo de Almansa para que los procuradores rindan homenaje a su hijo como heredero del señorío de Villena. En el signo se observa una evolución, desde los más complejos con figuras geométricas, círculos concéntricos y contrastes, a los más sencillos de los siglos XIX y XX, en los que se aprecia predilección por la cruz en alto, iniciales y trazos entrelazados. El uso de los medios electrónicos ha causado una revolución en esta práctica, que podríamos calificar de milenaria, pues hoy en día los casi 3.000 notarios que ejercen han adoptado la firma electrónica para la suscripción de documentos públicos oficiales según la Ley 24/2001 de 27 de diciembre.
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