Convento de Trinitarias de El Toboso

El convento de las Trinitarias de El Toboso (Toledo) fue fundado en 1681 y concluido en 1683 por un clérigo de menores llamado Alejo Martínez Morales, quien proyectaba alojar en él a una comunidad de franciscanas. No aceptando éstas tal proyecto lo destinó a las Trinitarias, estableciéndose la nueva comunidad en tiempos de Sor Ángela de la Concepción, primera abadesa del Convento. Transcurrido poco más de un siglo, la comunidad ya contaba con veinticuatro profesas.
No se conocen sucesos de interés histórico ocurridos en este cenobio cuya vida discurre tranquila y sin dejar huella apreciable.

En el aspecto artístico, el edificio es sencillo, de estilo herreriano. Está construido en el ángulo que forman las calles de P. Juan Gil y de las Monjas Trinitarias, en aquélla se halla la fachada principal con una buena portada de medio punto sobre pilastras, seguidas por un cuerpo superior blasonado y rematada con hornacina, hoy vacía, encuadrada en pináculos. En la otra calle podemos encontrar otra portada similar a la anterior, aunque mucho más sencilla.

De fábrica de sillería, el convento consta de dos plantas y semisótano que ocupa la parte de la fachada principal, sobre la puerta de ésta y en una esquina se alzan sendos torreones de dos cuerpos separados por impostas. En el centro de la fachada hay una espadaña barroca, con dos campañas, que remata un frontón partido y una veleta.

En el interior sólo el claustro ofrece interés. De planta rectangular presenta cuatro arcos de medio punto, en cada uno de los lados. Dichos arcos estuvieron tabicados durante muchos años, pero recientemente la comunidad los ha dejado abiertos, si bien dotándolos de un acristalamiento con bastidor de aluminio. La planta superior tiene ventanas rectangulares con ligero recerco de sillería.

En cuanto al resto del convento, todo él se encuentra enyesado con forjado de vigas vistas, pero parece ser que hubo en las galerías claustrales una decoración al temple, en tonos rojizos imitando la piedra local.

Por lo que respecta a la iglesia, tiene planta de cruz latina con brazos y cabecera poco acusados y una sencilla decoración barroca en yeso. Presenta cúpula sobre pechinas en el crucero que se acusa al exterior mediante un cuerpo de mampostería con cubierta a cuatro aguas. La nave central del templo se cubre con bóveda de cañón y a sus pies se ubica el coro, muy sencillo y sin interés.

Por último, en el edificio se guarda una valiosa colección pictórica y escultórica del siglo XVII, así como de once reposteros bordados en oro.