Convento de la Madre de Dios de Toledo
La fundación del Convento de la Madre de Dios se debió a las hijas del II conde de Cifuentes (Dª Leonor y Dª Maria Gómez de Silva), y se produjo entre 1482 y 1492. El convento crece desde finales del siglo XV hasta mediados del siglo XVII, dando como resultado el típico complejo conventual articulado alrededor de patios. A partir de finales del siglo XVII, comienza a producirse un importante deterioro del espacio conventual, que continuará durante los siglos XVIII y especialmente el XIX (con la invasión francesa -1808-, la desamortización de Mendizabal -1835- y la epidemia de 1884). Todos estos hechos van afectando a la estructura de los edificios que lo componen, hasta el extremo que en 1904 se derribó la iglesia con sus techumbres de madera, pasando el coro a ejercer su función.
Tras varias restauraciones parciales llevadas a cabo durante el siglo XX, la definitiva rehabilitación del convento se produce tras su adquisición, por parte de la Universidad de Castilla-La Mancha, para complemento del centro universitario de San Pedro Mártir situado al lado.
Durante las obras de rehabilitación del conjunto conventual, se llevaron a cabo diversas actuaciones arqueológicas, especialmente en la zona ocupada con anterioridad por el huerto de las monjas, donde se hallaron restos arqueológicos de distintas épocas (romana, medieval, moderna), y descubriéndose una portada mudéjar del siglo XIV, orientada a la plaza del Padre Juan de Mariana, que debió de formar parte de un edificio civil, y desarrollada en tres cuerpos: el inferior, formado por la puerta adintelada, sobre la que se encuentra un dovelaje en el que alternan hiladas de ladrillo con tiras de azulejos blancos, verdes y negros, todo ello enmarcado en una cenefa, también en azulejería, en la que aparecen diversos escudos nobiliarios; el cuerpo intermedio, compuesto por una serie de arquillos ciegos polilobulados, que se entrecruzan; y el cuerpo superior, en el que se encuentra un ventanal compuesto por tres arcos, también polilobulados, sostenidos por columnas de mármol.
En el interior del convento, en la zona ocupada por el huerto de las monjas, aparecen en la actualidad un patio y una nueva construcción para la ampliación de la biblioteca de San Pedro Mártir y sus espacios administrativos.
El claustro, convertido tras varias reformas en trapezoidal, y que era en su origen de una sola altura, tiene en la actualidad dos plantas. Destacan la decoración epigráfica que recorre la parte superior del muro del claustro bajo y las vigas de madera sobre ménsulas de rollos. En el claustro alto, al que se abren diversas aulas y despachos, aparecen unos pies derechos de madera en los paños intermedios de cada panda, entre los grandes ventanales acristalados incorporados en la última reforma. Por último, hay que destacar la presencia de pilares ochavados en los ángulos de la galería alta del claustro.
Pocos restos quedan más de este convento que muestren su pasado esplendor. Entre ellos destaca la documentación del archivo con diversas bulas pontificias y el Libro Becerro del siglo XVI, varias laudas sepulcrales, sitas en el claustro y la iglesia, con los apellidos inscritos en ellas como los Acuña, Mendoza o Guzmán o la existencia de tres retablos clasicistas de madera sobredorada, en buen estado pero desprovistos de las esculturas y pinturas originales.
Convento de la Madre de Dios de Toledo
Convento de la Madre de Dios de Toledo