La Colección Borbón-Lorenzana tiene su origen en la biblioteca que el cardenal Francisco Antonio de Lorenzana abrió en el Palacio Arzobispal en 1773, con intención de que se abriera al público, siendo así una de las primeras bibliotecas públicas de la historia. La colección se enriqueció en 1807 con la donación de la biblioteca privada del infante Luis Antonio de Borbón y Farnesio por su hijo Luis María Borbón, quien llegó a ser arzobispo de Toledo.
Durante el proceso desamortizador del siglo XIX, miles de libros procedentes de los conventos extinguidos se depositaron en el antiguo convento dominico de San Pedro Mártir, para ser catalogados (lo que no se inició hasta mucho tiempo después) y formar el fondo de la Biblioteca Provincial de Toledo.
En 1859 se fusionan estas dos grandes colecciones, quedando depositadas en primer lugar en el Palacio Arzobispal para trasladarse en 1919 al Hospital de Santa Cruz. Tras la Guerra Civil una nueva mudanza los lleva hasta la Casa de la Cultura, donde se le unen nuevos fondos procedentes de la antigua Universidad de Santa Catalina. En esta época se acomete por fin la catalogación de las colecciones, poniéndose en evidencia su enorme valor. También en estas fechas, la falta de espacio en la biblioteca obliga a trasladarla desde el Salón de Actos de la Casa de la Cultura a la capilla del antiguo convento de Santa Fe.
Y así quedó conformada una de las más importantes colecciones bibliográficas de fondo antiguo de nuestro país, reuniendo unos 1.000 manuscritos, unos 420 incunables y más de 100.000 libros impresos entre los siglos XVI y XIX.
En 1998 tiene lugar el traslado a su sede definitiva en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en la planta superior del emblemático Alcázar de Toledo.
Pero hablemos ahora de la propia Sala Borbón-Lorenzana. Las estanterías que ocupan las cuatro paredes de la sala asombran por su aspecto sobrio y por la armonía de sus maderas oscuras labradas, sin embargo, no corresponden con las originales de la primitiva biblioteca del Cardenal Lorenzana.
Las bellas estanterías del siglo XVIII de tonos claros y pan de oro, que habían soportado el peso de los libros en la antigua sede del Palacio Arzobispal, se instalaron para la inauguración de la Casa de la Cultura en 1966, en las salas de lectura y de investigadores de dicha biblioteca. Actualmente se encuentran, en parte, todavía instaladas en la sala de lectura de la antigua Biblioteca Pública del Estado en Toledo, hoy convertida en depósito externo de la Biblioteca de Castilla-La Mancha. La otra parte fue trasladada en 1998 a su emplazamiento actual en la Sala Juan Sánchez (Sala de Castilla-La Mancha) de la Biblioteca de Castilla-La Mancha en el torreón sudeste de su sede actual en el Alcázar de Toledo.
Las estanterías que adornan los muros de la actual Sala Borbón-Lorenzana también pertenecieron al Palacio Arzobispal, pero se adquirieron en una ampliación que tuvo lugar en el siglo XIX. Con sus compañeros, los libros, viajaron a Santa Cruz y posteriormente a la Sala de Investigadores de la Biblioteca del Miradero. Será en 1998 cuando ocupen su ubicación actual en la Biblioteca de Castilla-La Mancha, en una sala adecuadamente aclimatada para albergar el material de que están hechos estos delicados libros, que se abre al público para acoger variadas exposiciones con el fin de que la ciudadanía pueda disfrutar de esta colección, que forma parte del Patrimonio Bibliográfico Español.
Autores: Carmen Toribio y Jorge Íñiguez
Técnicos de Biblioteca (Sala Juan Sánchez, Biblioteca de Castilla-La Mancha)
Toledano el Mar, 16/02/2021 - 10:02
La Biblioteca en el Alcázar fue un gran acierto.