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Con motivo de Día Mundial de la Poesía que se celebra cada 21 de marzo,  desde la Consejería de Educación, Cultura y Deportes se lanzó la propuesta "Encadénate a la poesía en Castilla-La Mancha", cuya finalidad fue crear contenidos digitales en el Portal de Cultura o en sus redes sociales con las aportaciones poéticas de los ciudadanos y ciudadanas cumpliendo las siguientes BASES- https://cultura.castillalamancha.es/culturaenredclm/encadenateclm

A continuación les dejamos las poesias seleccionadas. 

Encadénate a la Poesía en Castilla-La Mancha, edición 2023

Me voy mientras bailas
Y el fin del mundo ya no me enfría
Me distraigo en tus pupilas
Y el principio de algo me dilata las arterias
Somos caos en mitad de un paraíso
El suelo de tu ruina quebradizo
Siempre en guardia por si sucede un por si acaso
Somos nubes al alcance del preciado precipicio
Por si me envuelves en la caída
Prometo dedicarte mi tiempo, todas mis caricias
Por si disuelves la magia y te impregnas de más
Estaré vagando entre dos extremos hacia lo urgente
No tengo prisa en mejorar todas tus mañanas
En esta unión temprana, mundana
Con el compromiso de quien quiso
Evitar el concilio, juicio de miradas
Me manejas la vida con exquisitez
Tú me conquistas de manera atrevida con su timidez
Quiero la embriaguez de despertar día y noche a tu lado
Día tras día de tu mano
Lo mejor que haces hoy puede mejorar todas tus mañanas
Lo mejor de lo mejor que me sonrías con ganas
Por si me envuelves en la caída, prometo dedicarte
mi tiempo, todas mis caricias, por si disuelves la magia
y te impregnas de más, estaré vagando entre
dos extremos hacia lo urgente,
No tengo prisa en mejorar todas tus
mañanas, en esta unión temprana, mundana
Con el compromiso de quien quiso
Y el principio de algo toma su rumbo

 

Elena Calderón Toledo (Albacete)

Me acordé cuarenta primaveras después,
de tocar mis manos, tus manos de mujer,
de sentirme por ti un poco payaso,
aún me pregunto si me has olvidado.

Besos sin métrica, rima sin cadenas,
amor comprado con media moneda,
mechón de pelo, una tarde corriendo,
mirando en tus ojos llegar el invierno.

Cuantos viernes por verte sonreír,
cuantos días perdí, cuántos lejos de ti,
sin saber que el otoño dura un segundo,
se apagó la luz que ilumina el mundo.

Llueve, llueve al recibir la primavera,
al dejar tu mechón y tu media moneda,
a escuchar tu mirada que no dice nada,
si nos vemos; hablamos mañana.

Mientras, los sueños escapan por las venas,
fragante de licores con el alma en pena,
la distancia crece entre el día y la noche,
el tren vuela a la estación del roche.

 

Manuel Márquez Arias (Membrilla, Ciudad Real) 

Quizá mañana podremos acordarnos
quizá mañana dirán que ya es tarde
no sé, pero las cosas ocurren
y a veces sin quererlo a veces sin darnos cuenta.

No podemos echar la vista atrás
como si nada ocurriese
hacer caso omiso a lo que sientes
a lo que ves a lo que tocas.

Es ese olor inexplicable el que te hace sentir
el que necesitas oler una y otra vez porque
te hace sentir que lo tienes cerca que lo puedes tocar.

Quizá mañana podremos acordarnos
quizá mañana dirán que ya es tarde
pero no porque el mañana no existe
porque el quizá nunca estará.

Sera el hoy, será el ahora
porque el mañana ya no está
porque él ahora es el momento
de hacer y deshacer de ir y venir.

De vivir de sentir de reír
y de lo más importante de hacer
aquello que nos conmueve
aquello que nos hace feliz.

Porque quizá el mañana sea tarde
porque quizá no nos acordemos
y la vida pasa y sin darnos cuenta
se nos fue aquel maravilloso olor....

 

María Dolores Roncero Tajuelo ( Pastrana, Guadalajara) 

No acostumbrarse 
a la verdad, 
ni a la mentira,
ni a la cicatriz,
al tiempo, la prisa,
la espera, o la huida…

Al amor cotidiano
sin sangre a flor de piel,
sin lucha,
ni pétalos
que lanzar al capricho del viento... 
Esquivo e inquieto, 
que te mira 
pero no se ve. 

No acostumbrarse
a las palabras inciertas,
a los caprichos mundanos
que, sobre un espectro 
de abstinencias autoimpuestas, 
poco a poco, 
nos van desdibujando. 

A la mirada expectante
esperando la niebla,
al alma que vacila, 
repleto de preguntas
para evitar respuestas;
a la risa tras la almohada,
a los bailes noctámbulos
con sirenas que nos tientan. 

Al temblor ingrávido
ante lo que parecía
otra batalla perdida,
pero que ganaste
porque te devolvió la vida. 

No acostumbrarse
al arrullo del viento, 
al sonido sordo 
ensordecedor
silencioso
de su voz sobre tu pecho.  

No acostumbrarse
al pálpito, a la sed, al hambre,
al miedo, a la risa, 
a la duda, la certidumbre, 
al dolor, ni a la alegría... 

No acostumbrarse
para hacer todo nuevo:
estrenar el mundo,
los colores, los árboles,
la ignorante inocencia perdida;
la lluvia, la noche,
la ternura, el sosiego, 
la calma, la armonía... 
Perdernos
en madrugadas imprecisas 
para nuevamente encontrarnos
con la brújula de la noche
apuntando al día.

Patricia Gómez Sánchez (Añover de Tajo, Toledo)

"A todas esas palabras que necesitamos seguir oyendo o que ese día hubiésemos necesitado oír"

Despedirte
con un brindis infinito que acaricie tu sonrisa
y que arranque las palabras escondidas en el alma
y acunarlas y dormirlas
y dejarlas en tu boca y escucharlas
Despedirte no, Acompañarte.

 

Inmaculada Abad Medina (Guadalajara)

Soy  un caudaloso río que fluye  
hacia el  origen mismo de tu conciencia. 
Recorro la estepa desierta de voces, 
como un ser en diversión  de tiempo.  

Soy la  tibia  humedad   del rocío, 
y el liquido sutil que puede barnizar 
la siempre  cristalina  transparencia   
de mi pequeña   y amada amapola. 

No vuelo porque tenga expansión de alas,
no duermo si me  embriaga la noche, 
no camino por juntar el espacio al tiempo, 
y vencer la oscuridad de la ignorancia. 

Puedo renacer en la turbulenta cumbre, 
desaparecer en  pleno invierno,  
y  fabricar  mi nave  de  oro y hielo 
para saltar al milenario  oriente.    

Podría  zaherir tu tallo naciente    
para beber tu sabia refrescante, 
y  grabar en  tu verde rostro enervado 
un trascendente sentido de vida.

Juan Antonio Laguna Fernández (Toledo) 


 

Dicen que cuando tocas fondo ya solo puedes ir hacia arriba.

Pero no es verdad. El fondo es infinito, 
una caida libre sin final.

Una sensacion de flotar sin ningún amarre
siempre abajo, siempre abajo.

Ya no Señor, ya no quiero jugar más,
ponga algo en mi camino que me pueda ayudar.

Tú ya me entiendes.
No te cuento más.

 

Sara González González (Torrejón del Rey, Guadalajara) 

Aquella niña que fui,
Tan pequeña y vulnerable
Conoció de cerca el miedo,
La impune maldad del hombre.

Aquellos días sombríos
Rezos de rosario a oscuras,
( de rodillas)....
Aquella religión triste:
Pecadores silenciosos,
Sufridores en un mundo
Totalitario católico...

¿Fui la mujer que querían?
¡ No! ¡Fui la que quise ser yo!

Me llene de luz y amor,
De alegría y libertad.
Y año tras año florezco
Como humilde vegetal.

 

Gonzalo Garrigós Domínguez (Toledo)

 

Nunca te olvidare, tú vientre se hizo mi casa,
y en un día de febrero nos vimos por primera vez.

Fuiste lo más importante sobre todo en mi niñez,
y sin darnos apenas cuenta pase de niña a mujer.

En tu abrazo me perdía,
tu calma era mi templanza 
y tus manos curaban mis heridas.

Pasaron los años deprisa,
era febrero también,
el año 2020 y de fecha 16.

La enfermedad nos acechaba, 
el cielo se ensombrecía,
y tus manos ya no podían tocar las mías.

Nos tuvimos que separar de hospital a quirófano y de quirófano a hospital.

Las enfermeras entraban,
los aplausos al atardecer se oían,
 y también las funerarias por otra puerta salían.

Así fue llegando la despedida no podíamos tocarnos,
sólo tu voz y la mía,
era lo único que nos quedaba,
te fuiste al amanecer pero nunca te olvidaré.
 

Jimena Romero-Salazar Sastre (Toledo)

 

Anduve camino en la tarde 
Silenciosa, busqué entre la soledad
Recóndita que encubre el alma.

Mi corazón andaba.
Te abandoné en la orilla de los 
Sueños imposibles, donde tú y yo,
Al fin, no somos nada. 

Surqué el camino de la esperanza
Avanzando hacia un lugar
Alejado del tuyo.

Te abandoné en la tarde,
Tarde, demasiado tarde
Quizá –el daño ya estaba
Hecho -.

Te abandoné en la orilla de los 
Sueños imposibles, donde tú y yo
Nunca fuimos nada.

 

Jesica Gil Gómez

Al Cristo de las Injurias
dulce patrón de Almoguera
siempre le tenemos presente
en las alegrías y en las penas.

En la iglesia permanece
desde mayo hasta septiembre
y allí todos los vecinos
podemos pasar a verle.

En septiembre se despide
todo el pueblo le acompaña
y es bajado hasta su ermita
desde donde nos ampara.

Protégenos durante todo el año
Perdónanos por el mal que hagamos
Permite que todos nosotros
Podamos recibirte en mayo.

Eres el más fiel amigo
siempre nos has protegido
nos salvaste de la muerte
en la gran inundación.

Nunca nos has fallado
por eso te veneramos
y todos deseamos
que te sientas querido y amado.

Que el pueblo de Almoguera
no pierda la tradición 
y mantenga siempre devoción
por nuestro querido patrón.

 

Mónica Villalba Cubillo (Guadalajara)

equeño angelito sin alas
Que volando de tu mano a tu mundo me invitabas
Mi pequeño gran hombre, mi héroe….
 Qué lecciones tan inmensas a tu lado me esperaban  ¡!!

En un universo, el tuyo
De emociones contenidas, de nudos en la garganta, 
De frustraciones mil, de felicidad  que embarga, 
De esfuerzo y lucha diaria, que te reconforta el alma.

No habrá libros en el mundo, ni universidad privada,
que enseñe más de la vida que tu sincera  mirada.

No quiero lujos, no creo en príncipes ni  hadas, ni princesas encantadas…
Que solo con tu sonrisa, yo me siento  realizada….

Se que la vida es dura, no es  un camino de rosas,
pero la actitud que le pones, es la que cada uno escoja.

Porque eres mi vida entera
Mi motor, mi luz, mi ser.
Lección de vida olvidada
Valores que no tienen precio
Y que nadie ya regala.

A mi niño del alma
Sólo puedo darle gracias
Por todos  éstos años de amor
Y por todos los que faltan.
Y tan solo me queda decirte, que por tenerte 
Soy una orgullosa madre, feliz y afortunada.


Yolanda Alarcón

Fundido en el claroscuro
De la tarde que se va,
Tendido sobre las luces
Que entre montañas están.

Espera el rayo de luna,
El que acompaña al soñar,
El que disipa las sombras
Con luces de humanidad.

El que navega entre estrellas
Para la noche alumbrar,
El que vive en los luceros,
El que destella igualdad.

El que acompaña momentos,
El que llama sin hablar,
El que ameniza el silencio
Con notas de libertad.

El que busca en los recuerdos
Algo con lo que llenar
Esos pequeños instantes
Que forman la inmensidad.

Fundida en el claroscuro
La luna mirando está.

 


Elvira Rodenas Sacedon (Guadalajara)

Luz cenital que agonizas
en la fugacidad del tiempo,
que late irreverente en la penumbra,
cual leve susurro de metáforas
que nacen de las crisálidas de mayo.

Te percibo carente de reflejos
bajo la nostalgia azul que te delata
en el pentagrama de esta melodía,
para acallar el ocaso descalzo
de abriles y silencios.

Quizá la primavera se detenga
con sus alegres trinos en el aire,
tiñendo de colores las tinieblas,
en el crepúsculo de horas sin letargo
que visten las riberas de los ríos,
de flores y sueños de poeta.
 

 Raquel Carrascosa Buil (Cuenca)

Bécquer se me apareció en sueños y me habló.
Me dijo que sobran nardos en almíbar, nenúfares en confitura y ripios sobre el ombligo. No contesté. Y volvió a hablarme. 

Contó que se ha de predicar con palos y piedras,
hasta que el verbo se haga añicos en la boca. 
Y añadió: la piel del mundo se llama amante. 

Ya no dijo más. Los cuervos me picoteaban el cráneo y el poeta andaluz, a carcajada limpia, se escapó del sueño. Dibujé profundidad de campo, simulé latir, sobre vías volé y acabé desaparecido. 

A la mañana siguiente, la cama solo era vegetación blanca creciendo por mi tristeza. Ya no estaba. Antes nos escribíamos cartas, nos acariciábamos sin prisa, nos escuchábamos.

Atravesábamos el mundo irreal solo pertrechados de deseo. Naufragábamos en la marejada salvaje del tiempo. Amábamos como si el fin anduviera cerca. 

Hoy nuestros besos se estrellan contra labios de metacrilato. Autómatas intermitentes, indómitos mecanismos, máquinas trucadas que olvidamos amar. Hoy somos solo poemas que ya nadie quiere escribir.

José Iván Suárez ( Chincilla de Montearagón, Albacete) 

Cómo arrecia la vida sin ser siempre tormenta 
con camas rotas y cielos boca abajo
Te quedas aterida con las manos desiertas
y el corazón de esguinces y de ausencias bien cuajado.

Qué importa la estación si el trueno se entromete
y hiere el rayo con esa luz de hielo.

Sin embargo…tormenta, trueno, rayo,
señales son de vida.
Aunque se rompa el cielo 
ha de latir la cinta.

La cinta de la niña. La del diario asalto.
La de la madre encinta, la del nocturno canto.
La que besó en su vuelo todas mis orillas
y me dejé enterrada en el cuajo de la encina.

Es hora de exhumarla, volver allí. Primera Tierra.
No importa la estación estando viva.

Aunque se rompa el cielo ha de la latir la cinta
y hacer pradera de este día.
Abrazar el miedo, el desamparo 
y no olvidar bañar las manos 
en los pozos de ayer que me saciaron.

Ya no es ayer, lo sé, que aún en el hielo mi agua ardía.
No me di cuenta - en ese ardor -
que el poso del fragor me resolvía
la ecuación encinta de mis días:
No querer más que lo que había.

Hacer pradera de este día. SÍ.
Dando agua a la incógnita traviesa.
Sabiendo ya, por fin,
Que cuando era más, menos quería.

Ana Campos (Fuencaliente, Ciudad Real) 

Escúchame si te digo que sin ti
sólo soy viento. Viento solo.
Sin palmeras que mecer
ni montañas donde dejar mis besos.
Escúchame si te digo que sin ti
sólo soy viento. Viento solo.
Sin palmeras que mecer
ni montañas donde dejar mis besos.

Atiéndeme si te digo que sin ti
sólo soy sol. Sol solo.
Sin frutos que madurar
ni playas donde extender mis caricias.

Créeme si te digo que sin ti
sólo soy agua. Agua sola.
Sin flores que mimar
ni océanos donde verterme.

Entiéndeme si te digo que sin ti
sólo tierra. Tierra sola.
Sin semillas que acunar
ni estrellas donde imaginar mis sueños."

Aunque se rompa el cielo ha de la latir la cinta
y hacer pradera de este día.
Abrazar el miedo, el desamparo 
y no olvidar bañar las manos 
en los pozos de ayer que me saciaron.

Ya no es ayer, lo sé, que aún en el hielo mi agua ardía.
No me di cuenta - en ese ardor -
que el poso del fragor me resolvía
la ecuación encinta de mis días:
No querer más que lo que había.

Hacer pradera de este día. SÍ.
Dando agua a la incógnita traviesa.
Sabiendo ya, por fin,
Que cuando era más, menos quería.

Pilar Rodríguez Soria (Talavera de la Reina, Toledo)


 

Me coloqué los ojos tras los llantos
cuando comprendí lo ocurrido
al despertar con el pellejo arrugado
de piel de uva.

Ya lo intuía, pero no quería
no quería abrir la puerta
ni tampoco esa ventana
que da a un patio mustio
herrumbroso.

Donde la música se oye lejana
y los bailes, y los alborotos escasean
tengo que bajar a la farmacia -dije-
a por química para el cuerpo
ya en la calle.

Pasa un perro atado a un dueño
algarabías de jóvenes en las aceras
camino del instituto
después espero mi turno,
-deme tres pastillas señorita
tenga, señor-

Y así, a veces, soy pasa dulce
y ya me gustaría terminar a ser posible
poéticamente estas líneas
diciendo, por ejemplo:
“de vuelta a casa llovía”.

Pero no puede ser
porque solo eran aguaceros aislados
atravesando días extraños
de un otoño.
 

Juan Manuel Rodríguez Ormeño ( El Robledo, Ciudad Real) 
 

Como todos los viernes,
llegamos a las cuatro,
unidas un rato estamos
buscando en nuestros recuerdos.

Donde las palabras leídas,
encontramos guardadas,
logramos recordarlas
entablando conversación.

Con nuestras compañeras,
tardes que divertidas estamos
unidas y a ratos discutiendo,
respetando las ideas.

A veces tan diferentes,
aunque el mismo libro 
estemos comentando.
 

Pilar Martínez Martínez (Villapardo, Cuenca)

 

Mi Lúa, qué linda eras,
tan alegre, tan graciosa
juguetona y muy bailona,
que al primer compás ladrabas para que yo te abrazara.
 
Vueltas, saltos, nada te desanimaba
incansable, la pelota me traías juguetona,
cuando alguien venía a casa,
qué alboroto, qué alegría.

Te daba igual quién llegara,
tú siempre te contentabas,
tres kilos de amor sincero,
esa era mi perrita.

Un mal día de verano,
enfermaste de repente,
tu corazón auscultaron
mal latía, me dijeron.

Estuve yo vigilante,
sobre todo por la noche,
por si la Luna celosa
de mi lado te apartaba.

Una cabezada di,
te llamé y te encontré,
estabas ya agonizante,
cuando tus ojos cerré.

A mi corazón saltaste,
así es la vida, mi cielo,
cuando yo deje este mundo,
a todos los corazones
de la gente que me quiere.
En ellos siempre estaremos.

 

Mercedes Herrero González (Guadalajara)

 

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